Absalón Méndez Cegarra
El pueblo de Venezuela es pacífico,
tolerante, fraterno, amigable, receptivo, a veces, excesiva y extrañamente,
pasivo; pero, cuando se decide a cambiar no existe en el mundo fuerza alguna
que le haga variar de ruta. En estos
momentos, el pueblo está contagiado de una férrea voluntad de cambio y no habrá
nada que pueda modificar su objetivo. Hasta ahora, ha sido sumamente permisivo y condescendiente, ha
confiado en todos los que con engaños o
no, han requerido de su confianza, apoyo y colaboración. Nadie podrá decir en
el presente-futuro, que los venezolanos
negaron colocarse al lado de la promesa esperanzadora. Todos lo han
defraudado y el pueblo los ha identificado y reconocido. Razón suficiente para
decir basta, ya. En adelante, las reglas
del juego cambiarán notablemente. La situación es inversa. No es el pueblo el
que seguirá a sus líderes y atenderá a sus convocatorias. Serán los líderes
quienes deberán seguir al pueblo e interpretar su voluntad. Quien se niegue o
resista a esta fuerza de cambio, sucumbirá
indefectiblemente. El pueblo ha dado
demostraciones plenas de querer andar por caminos civilizados de progreso y
desarrollo. Ha confiado en el voto
popular para tener acceso al Poder Público. Ha utilizado el voto, no las armas,
para castigar a quienes les han cautivado con promesas falsas. Ayer, no más,
confió en los partidos políticos modernos, de masas, policlasistas, que
nacieron al fenecer la dictadura de Gómez. Con el renacer de la vida
democrática en 1958, confió en los pactos de gobernabilidad y la alternancia en
el Poder. Hace 18 años, confió en un
redentor de pacotilla. En el 2015, decidió cambiar de tercio, como se dice en
las corridas de toros, y otorgó un mandato claro, a las fuerzas políticas que se hacen llamar
opositoras. Y, el día 16J de 2017,
corroboró este mandato, a petición de la Asamblea Nacional, auténtica, legal y
legítima representación del pueblo, para que actúe como debe ser en el marco de la Constitución y la Ley. La
Asamblea Nacional es la única destinataria del mensaje enviado por los
venezolanos el 16J.
El gobierno, borracho de poder,
quiere ignorar la voluntad del pueblo. Tergiversa los hechos y hace como si
nada estuviese pasando. El fraude, que, hoy, 30J, posiblemente, se comete
contra el pueblo, al elegir, inconstitucional y sectariamente una ANC, para que
reforme la Constitución vigente, sí, tal cosa ocurre, esperemos no suceda, no
dará los resultados esperados por los convocantes. La razón es sencilla. El pueblo rechaza la Constituyente,
así, como rechaza a quienes serán elegidos, es decir, la cúpula podrida y corrupta del PSUV, de
quien no puede esperarse nada bueno. La ANC que resulte electa, hoy, sí, el
hecho se da, tendrá que vérsela con uno
de los poderes constituidos: el Legislativo. El intento de liquidar la Asamblea Nacional
será el verdadero choque de trenes. El pueblo en la calle impondrá su voluntad.
La dinámica de los acontecimientos por venir la establecerá el gobierno, si, en verdad, quiere paz y
diálogo, u, opta por la guerra, por las armas, por las balas como lo ha
señalado públicamente el Presidente de la República, el inefable
vice-presidente del PSUV y uno de los hermanos del finado Chávez. El pueblo
venezolano está preparado para actuar en cualquier escenario. No es la primera
vez ni será la última que se le provoca
y reacciona conforme al tamaño del compromiso que se le presente. Esto vale
para un lado y para el otro. Los venezolanos no estamos dispuestos a dejarnos
aplastar por una minoría que se ha adueñado del poder. Estamos dispuestos a
tolerarnos unos y otros en la medida que nos respetemos unos y otros. Con
reglas claras podemos jugar todos. Con cartas marcadas, no. El gobierno tiene
la palabra. Escuche la voz del pueblo. Hugo Chávez, solía decir, a título de
advertencia, copiando palabras bíblicas,
“el que tenga oídos, que escuche, el que tenga ojos, que vea”. Pues,
bien, el pueblo ha hablado y está en la calle. Sí, el gobierno tiene ojos, vea,
sí, tiene oídos, escuche, el clamor popular. No engañe más, ni mienta. Hoy, sí
se dan las elecciones, acudirá a votar,
con un pañuelo en la nariz y obligado por las circunstancias, un sector del
país. El sector amedrentado, amenazado con destituirlo de la función pública o
con quitarle una ayuda económica o en especie que el Estado, la nación
entera, no el gobierno, otorgó. Y,
acudirán a votar, muy alegres y contentos, la minoría corrupta del PSUV y los enchufados que maman de la ubre del
tesoro nacional. Para ellos, es cuestión de vida o muerte.
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