Absalón Méndez Cegarra
El título de este artículo
pertenece a un libro del escritor Argenis Rodríguez. Lo tomamos en préstamo. La
reciente Ley aprobada por la Asamblea
Nacional Constituyente (ANC), el pasado miércoles 8-11-17, denominada “Ley
Constitucional contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia”, ha
sido escrita con odio. El contenido de la Ley, su espíritu, propósito y razón, es todo lo
contrario de lo que con ella se pretende lograr.
La Ley tiene errores garrafales
de técnica legislativa. El título, es absurdo. Un órgano legislativo, para el
supuesto negado que la ANC lo fuera, no puede sancionar una Ley y calificarla
de constitucional, pues, se supone, que,
sí, los legisladores conocen la
Constitución, jamás podrán contrariarla
expresamente; y, en caso, que tal evento suceda, corresponde al máximo tribunal
de la República declarar su inconstitucionalidad. Por otra parte, cuando la ANC
habla de Ley Constitucional, nos
preguntamos. ¿A qué se refiere la
ANC con tal señalamiento? La
Constitución vigente es la del año 1999 y la Ley no tiene nada que ver con
ella, pues, la propia ANC ha renegado de ella, la desconoce e ignora. Y, si se
trata de la futura Constitución, para lo único que fue electa la ANC, hasta el
momento, no ha elaborado ningún texto Constitucional que se sepa, derogatoria
de la vigente.
La Ley, en su artículo 2,
alude a una serie de valores y
principios que no son tales, tal parece que los asambleístas desconocen que es
un valor y qué cosa es un principio. Lo
que encontramos es una lista de palabras carentes de contenido, sin conexión
alguna entre ellas y sin contexto referencial, a manera de ejemplo, la
preeminencia de los derechos humanos, es un valor o un principio. Valor es la
dignidad humana y a dicho valor refieren los derechos humanos.
La Ley, está orientada a amedrentar a la oposición, liquidar la
disidencia y evitar que la gente critique y cuestione la acción gubernamental,
con lo cual se confunde crítica, cuestionamiento, análisis, con odio. El odio es un sentimiento humano,
así, como lo es el amor. Nadie está en capacidad de valorar y, por tanto, no es
materia legislativa, cuándo y cuánto una
persona odia o ama a otra persona, esto es algo eminentemente subjetivo. Sí, se
trata de calificar algunas expresiones como odiosas y, por tal motivo, ser sancionadas con penas de prisión, carentes de correspondencia o proporción
entre el supuesto delito y la pena o sanción atribuida, nos encontramos con
algo más absurdo todavía en cuanto a la intencionalidad de la Ley, pues, quien
ha sembrado y siembra permanentemente sentimientos de odio, resentimiento y
separación entre los venezolanos, es el gobierno y el partido de gobierno. Al
afecto, recordemos algunos pasajes. Recién llegado Hugo Chávez al poder,
profirió, públicamente, que, “las
cabezas de los adecos serían freídas en aceite caliente”. Chávez, no perdió un solo instante de su
mandato para insultar a los venezolanos y extranjeros. A los venezolanos nos
calificó de traicioneros de la patria, escuálidos, vende patrias, gusanos,
ladrones y mil adjetivos más. El sucesor, no se ha quedado atrás. A diario
insulta a Jefes de Estado y dignatarios extranjeros tal es el caso del Secretario
General de la OEA, o, el Presidente Santos de Colombia. A los nacionales nos
insulta cada vez que quiere y nos inculpa de mil delitos sin prueba alguna y envía a la cárcel sin fórmula de juicio a quien
le parezca. Y, qué decir, de los bien hablados de Diosdado Cabello, Iris
Varela, Pedro Carreño, el Ministro de la Defensa, Vivas, Silva y, hasta el bien
educado, de Earle Herrera, destacado profesor universitario, a quien siempre
hemos respetado, pero, quien, tampoco, pierde oportunidad para el insulto,
escrito y verbal, trato que jamás recibió en la UCV de parte de nadie.
Entonces, en verdad, ¿para quién
está pensada esta Ley contra el
odio? ¿Para los que odian o para los
odiados? Tal parece que es para sancionar a los odiados o los diosdados que es
lo mismo. ¿Puede haber algo más odioso y agresivo que un programa televisivo,
en un medio de comunicación del Estado, bajo el título: “con el mazo dando”, en
el que se insulta, maltrata y denigra del ser humano,
simplemente, porque se disiente de algo?
Estamos en presencia de auténticos tipos delictivos establecidos en las
leyes penales y sancionadas por la misma. ¿Por qué no se aplica esta
legislación en vez de estar buscando chivos expiatorios para saciar,
precisamente, el odio que se anida en el fondo de los corazones de quienes lo
siembran por todas partes?
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