Absalón Méndez Cegarra
¡Aleluya! ¡Aleluya!. Venezuela
tiene, por la gracia del Presidente de la República, su primer Santo, afortunadamente, canonizado en vida. El
Presidente de la República y su séquito de aduladores, acostumbrado como está a
usurpar funciones y, posiblemente, abusando de la confianza brindada por el
Papa Francisco, ha llevado a los altares
a su Vice-Presidente en ejercicio para que los venezolanos y el mundo entero
rindan merecido culto. El primer Santo venezolano es de origen libanés pero
nacido y criado en el país, su nombre es
San Tareck.
Este Santo tiene tantas virtudes
ciudadanas que en menos de 20 años ha pasado de ser un simple estudiante
universitario, sin que se tuviese información de sus grandes bienes de fortuna,
a un acaudalado hombre de negocios con extraordinario e influyente poder
político, según lo revela el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de Norte América, motivo por el que ha sido
incluido en la prestigiosa Lista Clinton, contrariando a su padre putativo,
Hugo Chávez, quien afirmó que ser rico es malo.
Un gobierno serio y responsable
en cualquier país del mundo, ante las revelaciones del Departamento del Tesoro,
partiendo de la disposición legal que establece que toda persona se presume
inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo menos que haría sería actuar con cautela y moderación, proceder a
abrir las averiguaciones del caso para ver cuánto hay de verdad en las acusaciones
y cuánto de infamia. El gobierno venezolano, como ocurre con quien no tiene ni
la razón ni la verdad de su parte, ha acudido a la vía fácil del insulto y la descalificación del
denunciante sin presentar prueba alguna de la inocencia, como corresponde
actuar en estos casos. Es importante destacar que las revelaciones del
organismo norteamericano no se refieren a cualquier mortal, vinculan al segundo
hombre en importancia gubernamental y, además, con pruebas contundentes no
desmentidas hasta el momento por el afectado directamente y por el tren de
gobierno. Y, como dice el refrán popular, “el que calla otorga”.
Las personas que conocen de
antaño al Santo, oriundo de El Vigía, Municipio Alberto Adriani del Estado
Mérida, informan que cursó la educación básica en el pueblo natal, la secundaria en el prestigioso Liceo Militar
Jáuregui de La Grita, Estado Táchira, y, la universitaria en la muy Ilustre
Universidad de Los Andes, Mérida, en donde se destacó como dirigente
estudiantil, llegando a ser Presidente de la FCU. De sus tiempos de estudiante
universitario se le vincula con juntas nada santas y de actuaciones irregulares
en las famosas residencias estudiantiles de la Ciudad de Los Caballeros. De
Mérida salta al estrellato político. Ocupa posiciones estelares en el partido
de gobierno y logra las mejores posiciones gubernamentales: Ministro de
Policía, debido a sus conocimientos criminológicos, y, Gobernador de un Estado
Central, del cual no es nativo y, menos residente, violando expresas
disposiciones legales, pero, tal cosa no importa, pues, el poder lo puede todo.
El Departamento del Tesoro, en
momentos que nadie lo esperaba, sorprendió a Venezuela y al mundo, con una
noticia que en otros lugares hubiese causado un terremoto político; sin
embargo, entre nosotros, no ha pasado de
ser una noticia más a punto de ser
opacada, lo que fue intentado con la suspensión de las elecciones estudiantiles
en la UCV por parte del TSJ, siempre dispuesto a colaborar con el gobierno en
las peores causas. El gobierno nacional reaccionó, como era de esperar, botando
el diván, es decir, cerrando el canal de noticias que difundió la información,
ya que ningún medio de comunicación de la enorme cantidad que el gobierno
dispone se atrevió a hacerlo, lo que
hubiese sido muy sano para el país, la comunidad internacional, el Estado y el
propio aludido. La transparencia en la
gestión pública es la mejor carta de presentación de un gobierno cualquiera.
Las acusaciones en contra del Santo no han salido de la boca de dirigentes
opositores. Han salido, sí, de la boca de hombres del gobierno. De los hijos de
Chávez y Maduro, quienes, hasta ayer, no más, eran fichas partidistas y de
gobierno de extrema confianza.
Recientemente, un destacado ex ministro, titular de varias carteras
ministeriales durante el gobierno de Chávez, ha dicho que el gobierno actual es
el más corrupto que ha tenido Venezuela en toda su historia republicana. Este
ex ministro, hombre serio, muy ligado a
Chávez y, hasta hace poco, al PSUV, debe y tiene que conocer muy bien al monstruo
por dentro para hacer tal aseveración.
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