Absalón Méndez Cegarra
El Estado Táchira, es la entidad federal de la República que ha resultado más afectada por acciones del gobierno nacional. El Táchira, no ha sido del afecto del gobierno
de Chávez y su continuidad madurista, a pesar que en varios momentos ha contado
con gobernadores y alcaldes fichas del oficialismo. El pueblo tachirense es noble y
generoso en el afecto y la amistad, duro
para el trabajo, curtido en política, culto, bien formado, con enorme
intelectualidad y espíritu de lucha. Su escuela de formación política estuvo del
otro lado de la raya geográfica que convencionalmente llamamos frontera. La ciudad de Pamplona, para sólo citar una de
las ciudades colombianas, toda ella un centro educativo de excelencia, recibió
en el siglo XIX una camada de
venezolanos que brillaron, después, en el siglo XX, en Venezuela. El Táchira, es, ciertamente, un pueblo de
frontera; pero, no una frontera muerta, sino viva, muy viva. Como pueblo fronterizo le ha tocado vivir las vicisitudes de toda
población asentada en una raya que separa territorios que en el imaginario
popular son ficticias, porque, las auténticas fronteras, las establecemos los seres humanos.
Al Táchira, en los últimos años
le ha tocado vivir lo peor de la barbarie política, económica y social que
hemos tenido y tenemos en Venezuela. Se le ha vejado, atropellado y humillado.
Prácticamente, se le ha condenado a morir de inanición, de hambre. No le llega comida por ninguna parte. No
puede sacar productos hacia ninguna parte. Se cierra la frontera con Colombia,
hermano país, hacia el cual miró el Táchira cuando no había comunicación con el
centro del país. No hay suministro de combustible. Los secuestros y el pago de
vacuna son lugares comunes. Gobernadores y Alcaldes son llevados a prisión y
destituidos. El contrabando de
combustible y otros bienes y productos,
de lo cual tanto se habla, es realizado, a plena luz del día, por quienes según la Constitución y la Ley
están obligados a impedirlo. Motivos más que suficientes para el estado de
rebelión del pueblo tachirense. Esto explica, bien, lo que ocurre con la andinidad venezolana y su
accionar.
El pueblo tachirense tiene otra
gran virtud que lo caracteriza: su religiosidad. Es un pueblo eminentemente
cristiano. Su dureza de carácter y
fortaleza, tiene, como base, su fe católica, la esperanza en el tiempo por venir.
Dios no abandona a su pueblo amado. El
mes de agosto, de cada año, es para el Táchira, tiempo de celebraciones católicas. El día 6 de
agosto, se celebra en la ciudad de La Grita, Municipio Jáuregui, la fiesta solemne
del Santo Cristo de La Grita, “el
Cristo de los Milagros”, “el Cristo del Rostro Sereno”, imagen venerada por
millones de venezolanos y no venezolanos,
esculpida en madera por un fraile hace 407 años, a raíz de un fuerte
terremoto que destruyó la naciente ciudad, bautizada, hoy, por la calidad de su
centros educativos y por ser cuna de grandes intelectuales y
artistas, la “Atenas del Táchira”. El Santo Cristo de La
Grita es el Patrono del Táchira y, muy pronto, lo será de toda Venezuela. El 15
de agosto, celebra el Táchira, también, la solemnidad de la Virgen de La Consolación
de Táriba, patrona del Táchira. Hermosas fiestas que congregan a miles de
peregrinos, venidos de todas partes del país y de los países vecinos. Muchas
dificultades impidieron este año la ida
de fieles devotos a visitar, como es tradición cristiana, al Santo Cristo;
pero, la devoción y fe cristiana no tuvo mengua alguna, porque, en ciudades
como Caracas, celebramos su día. Gracias a la generosidad de la orden religiosa Agustinos Recoletos, iniciativa del Padre Agustiniano Recoleto
Nerio Ramírez, con la colaboración de la profesora Ana Mercedes Hurtado, en la Iglesia San
Agustín, ubicada en la Avenida Fuerzas Armadas-Caracas, desde algunos años se ha entronizado un cuadro
de la imagen sagrada del Santo Cristo y se celebra con toda solemnidad la
fiesta en honor al Santo Cristo, el mismo día 6 de agosto. Este año y desde
años anteriores, la organización de la solemnidad religiosa la coordina el señor Rafael Ángel Contreras y un grupo de hombres, mujeres y jóvenes
gritenses que le ayudan y colaboran en tan hermosa celebración. El Santo
Cristo, al igual que en la ciudad de la Grita, su santuario natural, en
Caracas, tuvo su Eucaristía, serenata, interpretada por músicos gritenses, su
procesión y hermoso y florido altar, para regocijo de quienes no logramos
reportarnos ante su venerable imagen original. Santo Cristo de La Grita,
bendiga y cuide de Venezuela.
Comentarios
Publicar un comentario