Absalón Méndez Cegarra
En el año 1970, la famosa Editorial Tiempo Nuevo, publicó un libro de Rene Dumont, bajo el título: “CUBA ¿Es Socialista? ¿Se militariza la Revolución? Una crítica constructiva al régimen de Fidel Castro”. Dumont, de nacionalidad francesa, especialista en planeamiento para asuntos agrarios y económicos, fue invitado a Cuba, al inicio de la revolución, por el nuevo gobierno, para asesorar en materia de reforma agraria. Visitó Cuba en varias oportunidades, se entrevistó con los líderes de la revolución, cumplió su trabajo de asesor, conoció la realidad cubana, criticó duramente lo que se hizo en los comienzos revolucionarios y denunció la poca atención que se prestó a sus recomendaciones técnicas.
Este libro de Dumont, con seguridad, fue leído por la izquierda latinoamericana a la que obnubiló Fidel y su revolución. Por consiguiente, los líderes izquierdistas venezolanos de los años 60, que con Hugo Chávez llegaron al poder en Venezuela, también leyeron la obra de Dumont; pero, desgraciada y lamentablemente olvidaron su contenido, voluntaria o involuntariamente. En Cuba se impuso el pragmatismo de Fidel, sus mentiras y engaños a la población, al igual que ocurrió en Venezuela con Hugo Chávez y su revolución bolivariana o del siglo XXI, la cual es una réplica de los inicios de la revolución cubana.
Fidel, en un primer momento, trató de exportar su revolución y la guerra de guerrillas. Fracasado el intento, exportó la ideología revolucionaria mediante otros métodos, logrando captar a improvisados jefes de Estado, golpistas de ocasión, revolucionarios de pacotilla, militares desquiciados tal es el caso en Venezuela del Teniente Coronel Hugo Chávez y su grupete de militares y civiles ansiosos de poder que le acompañaron y acompañan.
Dumont, en su análisis crítico de la revolución cubana y de la actuación de sus principales líderes: Fidel Castro y Ernesto “Ché” Guevara, registra el conjunto de episodios, que, copiados al carbón, los encontramos en Venezuela. Fidel, con su revolución, no logró superar la situación de atraso económico y social de Cuba. Hugo Chávez, con la suya, destruyó totalmente la economía del país, empobreció a sus pobladores y maltrató el alma de los venezolanos. Veamos algunos pasajes críticos de Dumont y comparémoslos con lo sucedido entre nosotros. Algunas ideas clave.
La noción de socialismo: “El socialismo que proponemos, dice Dumont, busca el progreso de todos con la reducción de las injusticias: lo que también exige mayor libertad al ejecutar el intento, pero sobre todo en la información, en la expresión de diferentes opiniones”. Este es un mensaje directo a Fidel, a su egocentrismo, su prepotencia y omnipotencia. El socialismo de Fidel, así como el de Hugo Chávez y Maduro es el poder, la dominación, la ignorancia y la exclusión del conocimiento técnico-científico. El bienestar del pueblo, la eliminación de las injusticias, no cuenta para nada.
Mentiras iníciales: Cita Dumont, palabras pronunciadas por Fidel Castro el 17-04-1959, en conferencia de prensa en Nueva York. “Dije de una manera clara y definitiva que no somos comunistas…Están abiertas las puertas para las inversiones privadas que contribuyan al desarrollo de la industria en Cuba…es absolutamente imposible que progresemos si no nos entendemos con los Estados Unidos”. Palabras similares pronunció Hugo Chávez en el discurso de toma de posesión el 2 de febrero de 1999, en el Teatro Teresa Carreño, lo que abrió un mundo de esperanzas e ilusiones en el porvenir de los venezolanos, pues, había llegado al gobierno un nuevo redentor. Pronto, muy pronto, esas palabras se las llevó el viento. Su lugar las ocupó la improvisación y la incompetencia.
Militarización de la economía: “Mostraré el precio elevado de la precipitación, así como la mezcla de caracteres originales y de rasgos tradicionales del “socialismo “ cubano, que piensa poder superar muy pronto los estímulos materiales, pero que sin embargo otorga muchos privilegios a su grupo dirigente. Me permitiré preguntar si la militarización de la economía posibilita el surgimiento de un cierto tipo de socialismo”. En Cuba, como en la Venezuela actual, ha nacido una nueva clase social, muy distinta al proletariado, se trata de la hegemonía de un hombre y su grupo (los robolucionarios) que impone el poder a sangre y fuego, contando para ello con unas Fuerzas Armadas, a las que la población confió las armas y procura su bienestar, pero, que ideologizadas al máximo constituyen el brazo opresor del grupo dominante en el poder, al servicio de un hombre, entregadas a la voluntad de un hombre que las ha corrompido hasta el infinito, con lo que han olvidado su misión de defender la patria y la soberanía nacional.
Propiedad social de la tierra y de la producción: Ante la recomendación de Dumont sobre la importancia de la copropiedad colectiva en los inicios de la reforma agraria, “El “Ché” reaccionó vivamente. “De ninguna manera se trata de darles el sentido de la copropiedad colectiva, de la propiedad de grupo. Sino de desarrollar su conciencia revolucionaria, hasta el punto de hacer de ellos trabajadores totalmente entregados a su revolución”. Palabras similares hemos escuchado de personeros del gobierno de Hugo Chávez y Maduro. Ellos no creen en las potencialidades creadoras del pueblo, como las denominó el gran Aquiles Nazoa. Las migajas que se reparten a los sectores más pobres de la sociedad (Misiones Sociales) no son para que salgan y superen su situación social y económica, al contrario, es para que se mantengan y se consoliden en su precaria situación. De igual manera, el gobierno no cree en propiedad comunal, en consejos comunales, en comunas, ni en nada por el estilo. Aquí, no se trata de crear propietarios de la tierra, de la producción y de la vivienda. La idea es crear un ejército clientelar al servicio de la voluntad del jefe en el poder. Una ficción de participación protagónica y la estatización de la economía. Con apoyo popular. Se expropia y confisca, sin indemnización alguna, para que el “Estado, sea el dueño y señor de todo lo creado. Que se concentre en el Estado la propiedad y el poder económico, no importa que no produzca nada. “La revolución socialista y democrática de los humildes, por los humildes y para los humildes”, una vez más, es un mito o una utopía. Queda mucho por decir: el éxodo, la formación de médicos, etc; pero, será, en otra oportunidad.
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