Absalón Méndez Cegarra
El heredero de Chávez ha continuado con la práctica improvisada de crear misiones para todo. Es decir, oportunidades para que florezca la corrupción y su entorno se enriquezca indebidamente, con dineros provenientes del erario público, confiados al Jefe del Estado para su administración. El peculado es un delito contra la cosa pública y el Código Penal lo define, así: “Todo funcionario público que sustrajere los dineros u otros objetos muebles de cuya recaudación, custodia o administración esté encargado en virtud de sus funciones, será castigado con presidio de tres a diez años” La doctrina, por su parte, lo define, de la manera siguiente: “Sustracción, apropiación o aplicación indebida de los fondos por aquel a quien está confiada su custodia o administración” (G. Cabanellas). A este delito se le conoce, también, con el nombre de”malversación de caudales públicos”. Por la comisión de este delito fue a dar a la cárcel el Presidente Carlos Andrés Pérez y defenestrado de la Primera Magistratura. En Venezuela, en ese entonces existían Corte Suprema de Justicia, Ministerio Público, Contraloría General de la República y Poder Legislativo, como ramas del Poder Público Nacional autónomas e independientes. Hoy, es otra cosa. El Ejecutivo lo decide todo. Lo demás, simple decorado.
El Presidente de la República, en homenaje a Ernesto “Ché” Guevara, médico y guerrillero argentino - cubano, muerto en las selvas bolivianas, impulsor de la guerra de guerrillas, en el 49 aniversario de su fallecimiento (09-10-1967), decretó que tal día se dedique a enaltecer su memoria y se bautice como el “Día del Médico Integral”. Como parte del homenaje, aprovechó la ocasión para graduar, el día sábado 8 de octubre, la tontería de 5.016 especialistas en Medicina General Integral, una especialidad médica que sólo se desarrolla en Cuba; por consiguiente, es ignorada y desconocida en el resto del mundo.
El Jefe del Estado, una vez más, al igual que Chávez en su momento, dio rienda suelta a sus desatinos. El acto en honor al “Ché” y la graduación de “médicos” especialistas en Medicina General Integral , se convirtió, en la práctica, en la formalización- aceptación del peculado, de uso gubernamental frecuente, por lo que podemos decir que ese día nació en Venezuela una nueva misión social: “Misión Peculado” . El público lector, con razón, se preguntará: ¿Por qué? Simplemente, porque el Presidente de la República, convertido, ahora, en Autoridad Universitaria, luego de la entrega de los certificados correspondiente a los graduandos, se preguntó a sí mismo, cual padrino de graduación: ¿qué obsequio a mis ahijados? Inmediatamente, en acto de magnanimidad con recursos ajenos, de malversación de los mismos, obtuvo respuesta y ofreció, como premio a cada uno de los nuevos galenos borlados un vehículo y una tablet o tableta, para reponer una que ya les había regalado, y, además, para más adelante, si se portan bien, una vivienda. En resumen, ese día, Nicolás Maduro regaló 5.016 vehículos y 5.016 tablets, a un precio incalculable, se supone, que dichos bienes son procedentes de China, lo que incrementa la deuda pública contraída con esa nación, nuestro nuevo imperio, lo que a su vez fortalece la entrega a China, por cuotas, del territorio, sus riquezas y soberanía nacional.
El asunto no termina en los regalos presidenciales a un selecto grupo de nacionales y no nacionales. La igualdad ante la ley y la no discriminación son cosas del pasado. Ese derecho está negado a otros profesionales universitarios. Es necesario analizarlo desde el ámbito académico y del saber y la práctica médica. Estamos ante un fraude académico y un crimen por partida cuádruple cometido contra la población, la academia, la ciencia médica y las ilusiones y esperanzas de los jóvenes graduados.
La sociedad nacional, la población, no se enriquece, menos aun se ve favorecida, con esa masiva graduación de médicos especialistas en algo que nadie ha logrado definir y no se conoce qué cosa es, pues, el propio título dado a la especialidad, encierra una contradicción: general e integral. Lo integral, por definición, es general y, viceversa. La academia, en este caso las Universidades que se prestaron a crear esos Programas de Postgrado, sin acreditación alguna, dictados por la Misión Médica Cubana, han perdido total credibilidad y seriedad académica. La denominada Universidad de las Ciencias de la Salud, no existe, no funciona, sólo cuenta con tres de sus autoridades, quienes no realizan función alguna. Ese maridaje tiene en Venezuela un nombre impublicable. La ciencia médica venezolana, que, con gran esfuerzo y dedicación, se ha hecho a lo largo de su historia de un nombre y reconocimiento nacional e internacional, sufre un total descalabro al encontrarse, ahora, en su seno, con una especialidad médica de perfiles indefinidos y sin tradición científica alguna. El Pregrado en medicina integral abriga muchas dudas en la formación médica, a juzgar por lo que dicen las escuelas de medicina de vieja data y los médicos venezolanos que ejercen con vocación de servicio su noble profesión y tienen que lidiar con la ignorancia médica que muestran las personas a quienes el Estado irresponsablemente les ha concedido una licencia para el ejercicio de la medicina. Agregarle, un Programa de Postgrado, es, demasiado. Muy mal ha quedado el Consejo Consultivo de Estudios de Postgrado y sus exigencias Académicas a las Universidades Autónomas; y, por supuesto, el CNU. Este Consejo Consultivo, por vergüenza propia, ya no podrá exigir nada a nadie ni certificar calidad académica. Adiós a los procesos de autorización, acreditación y renovación de acreditación de Programas de Postgrado conducentes a Grado Académico. Nada de eso vale la pena. Por último, lo más importante, el fraude a la nación, a los pacientes, que son víctimas de la impericia, a la salud pública, y, también, a las esperanzas e ilusiones de estos jóvenes quienes han querido ver realizadas sus vidas en el ejercicio de la profesión médica.
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