Absalón Méndez Cegarra
Resulta difícil conocer los
resortes que sostienen a este mal
gobierno que tenemos los venezolanos. No hay duda alguna sobre el rechazo
popular que produce. Tampoco la hay en cuanto a las trampas y mentiras que utiliza.
Por todas partes se notan las costuras de su descomposición; pero, sin embargo,
se mantiene de manera incólume en el poder, despilfarrando los escasos recursos
económicos que aún existen y dictando medidas a granel, sin transcendencia
alguna, que revelan la miopía y el
atraso gubernamental.
Cuatro (4) años, al parecer, no
han resultado suficientes para aprender algo en materia de administración de la
cosa pública. El Estado y su brazo ejecutor, el gobierno, están al servicio de
los ciudadanos, no a la inversa. Y, una de las tareas fundamentales de la
acción de gobierno, en cualquier parte del mundo, es garantizar la prestación de servicios
públicos básicos: suministro de agua, electricidad, gas, recolección de
desechos, salud, educación, transporte, entre otros no menos necesarios, como muy
bien ha salido a relucir en esta nueva campaña electoral para elegir Gobernadores
de Estado, en la que los candidatos del gobierno se presentan como extra
terrestres prometiendo cosas que han debido haber cumplido y cumplir, teniendo todos los vientos a su favor. La
demagogia gubernamental nuevamente se ha enseñoreado en el país. Sin escrúpulo
alguno los candidatos a gobernar las
entidades federales se las ingenian para cautivar el voto de un electorado
muerto de hambre ofreciendo bolsas de comida y prometiendo felicidad en este
mundo y en el otro. Sí, otra vez, el electorado compra esta mercancía
demagógica, no habrá motivo para queja alguna. Tenemos lo que nos merecemos.
En Venezuela la vialidad es un
desastre. Calles, avenidas, autopistas y carreteras están intransitables. En el
interior del país se producen fallas importantes, con días de duración, de
electricidad, gas doméstico, agua servida, transporte urbano y extra-urbano y,
ni que decir, de la falta de alimentos y medicinas, a lo que se suma, ahora, la
falta de efectivo, inutilización de los puntos de venta y, por supuesto, no
podía faltar, el “bachaqueo” con dinero en efectivo, articulado debidamente
entre el sector bancario y los negociantes de siempre, con actuación pública,
abierta y conocida, bajo el manto protector de los magnates gubernamentales.
Hoy día resulta imposible
movilizarse a cualquier lugar del territorio nacional. La probabilidad mayor es
la de quedarse varado por falta de combustible, de dinero y de alimentos. Toda
una tragedia humana.
Pero, sí, la misma, resultase
poco significativa, se adiciona a ésta la adopción de medidas
absolutamente disparatadas por parte del
gobierno, sin concierto ni control, que
revelan un altísimo grado de incompetencia gubernamental. Vamos a referirnos a
algunas de ellas, las de reciente adopción y cero efectividad.
La cesta de monedas para salirnos
del radio de influencia del dólar de los Estados Unidos de Norteamérica. El
dólar, es un signo monetario de referencia mundial en la que se tranzan la mayoría
de operaciones financieras y mercantiles. Expertos han explicado al gobierno la
insensatez de una medida de este tipo, pues, resultaría más costosa para el
país ya que habría que utilizar una doble convertibilidad como ocurre
sencillamente en Colombia. Se cambia bolívares a pesos y pesos a dólares.
Venezuela puede recibir monedas distintas pero para importar o pagar deuda
tiene que convertir dichas monedas a dólares.
La cría de conejos como fuente de
proteínas de origen animal. El gobierno sabe muy poco de ganadería y menos aun
de conejos. El conejo es un mamífero roedor muy prolífico, susceptible a enfermedades que al presentarse en uno de ellos acaba con toda la cría. Es muy
hermoso como mascota, pero, antieconómico como actividad productiva, razón de
su escaso cultivo.
Los conucos escolares. El
gobierno a duras penas puede poner en
funcionamiento el sistema educativo y, ahora, ofrece, como en ocasiones
anteriores, la creación de conucos escolares para hacer frente a la ruina del
campo venezolano por haber destruido la producción agrícola y pecuaria
nacional.
Un gobierno serio, el que
tenemos, no lo es, debería evaluar que
ha sido de programas como los de agricultura urbana, gallineros verticales,
ruta de las empanadas, cooperativas, empresas socialistas, entre otros, los cuales han consumido grandes cantidades
de recursos económicos sin resultado positivo alguno. Hasta cuando este
gobierno infame sigue engañando y mintiendo impunemente al pueblo.
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