El día sábado 4 de febrero del
año 2017 será recordado, por siempre,
por los pobladores de Bailadores,
capital del Municipio Rivas Dávila del Estado Mérida. Ese día histórico para
nuestro lar nativo, el Santo Cristo de La Grita visita por primera vez a
Bailadores. Jesús, nuestro Señor, vino
al encuentro con su madre, la Virgen María, en su advocación de la Virgen de
las Candelas o Candelaria, patrona de Bailadores.
Este hecho de extraordinaria
significación para un pueblo mayoritariamente católico, puede pasar desapercibido para el resto del país, un hecho religioso local, sin transcendencia
alguna; pero, la verdad, es que el testimonio de fe cristiana que vivimos en
Bailadores sobrepasa toda consideración localista y eminentemente religiosa.
A Bailadores lo separa de La
Grita, capital del Distrito Jáuregui del
Estado Táchira, una distancia de 77
kilómetros. Esa distancia fue ocupada, milímetro a milímetro, por gente alegre, trabajadora, entusiasta, de
todos los niveles sociales, sin distinción de ninguna naturaleza, para ver pasar
y acompañar la imagen de Cristo crucificado, Patrono del Táchira, y, posiblemente, dentro
de poco tiempo, Patrono de toda Venezuela. La mayoría de las viviendas que
bordean este sector de la carretera trasandina y sitios especiales como
capillas o estaciones seleccionadas en aldeas y caseríos, fueron adornadas,
engalanadas con altares que mostraron la
extraordinaria fe religiosa y la actividad floricultora de Municipio, como
ofrenda al Santo Cristo. Más de un
millar de vehículos y centenares de motocicletas, plenos de pasajeros, acompañaron
en caravana todo el trayecto recorrido por la imagen del Santo Cristo. En
horas de la noche, después de varias horas de andanzas, la imagen de la Virgen
de La Candelaria recibió a su Hijo, acompañada de un pueblo fervoroso,
colmado de alegría y esperanza en Dios y en su
bendición divina como promesa para superar las graves dificultades por
las que atraviesa nuestra amada Venezuela. Un pueblo congregado
voluntariamente, no obligado, como bien lo señaló el Obispo que presidió la
Eucaristía en la homilía
correspondiente. La Iglesia Católica,
sin duda alguna, con esta demostración de fe católica que ofreció Bailadores a
Venezuela y el mundo, ha sabido interpretar fielmente el calvario que viven los
venezolanos.
La sagrada imagen del Santo Cristo de La Grita vino a Bailadores a
bendecir un pueblo campesino, agricultor, trabajador, honesto, noble y
católico. Un pueblo de fe. Un pueblo que cree en el valor del trabajo. En el
surco y el arado. En las manos callosas. Más de dos mil años después, Jesús,
ahora, crucificado, cambia su río Jordán por el hermoso Valle del Mocotíes, su
Mar de Galilea por las montañas andinas y sus pescadores por los campesinos
bailadorenses.
El cronista gritense Hilario Pulido, en su obra “Historia del
Santo Cristo de La Grita”, narra lo siguiente: “En 1579 se dispuso la creación
de la Provincia Religiosa de La Grita y
se determinó enviar ocho religiosos para fundar el Convento de Santa Clara (…) Entre
los frailes que llegaron a La Grita estuvo Fray Francisco de Maqueda (…) Pero
el 3 de febrero de 1610 (…) hubo un fuerte terremoto que destruyó totalmente la
incipiente población de La Grita (…) los
Frailes Franciscanos se fueron a una aldea cercana llamada Tadea (…) dice la
tradición que Fray Francisco, quien era carpintero y tallista (…) prometió
hacer una imagen del crucificado para rendirle culto especial y consagrarle la
nueva ciudad. Empezó su obra, buscó un gran trozo de cedro (…) pronto fue
saliendo la figura humana (…) Corrían los días y Fray Francisco no podía
terminar el rostro divino (…) Una tarde (…) entró en oración: lo embargó un
sueño profundo (…) Despertó, se acercó a
la habitación de trabajo y algo como una figura de ángel envuelta en una ráfaga
de luz, salió a través de la puerta (…) Cual no fue su grata sorpresa, la
imagen sagrada ya estaba terminada por obra de la mano divina (…) la bautizaron
de inmediato, como Santo Cristo de La Grita. Este es la historia de la sagrada
imagen que la tradición oral ha contado durante más de cuatro siglos, para
llenar de fe los corazones de gritenses y de Venezuela entera. Su visita a
Bailadores unió dos pueblos hermanos en su laboriosidad, religiosidad y
fe cristiana.
Bailadores se llenó de gloria con
la visita del Santo Cristo de La Grita. En
adelante, multiplicará la fe y la
devoción en el Cristo del Rostro Sereno,
en el Señor de Los Milagros. Miles de peregrinos acudirán a su santuario a reportarse en acción de
gracia.
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