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LA TOGA MANCILLADA

Absalon Méndez Cegarra  

La toga es un traje que utilizan algunas personas en ocasiones consideradas solemnes. El diccionario de la Lengua Castellana la define como “1. un manto ancho y largo, que constituía la prenda principal del vestido de los ciudadanos romanos. 2. Especie de traje talar usado por los magistrados y abogados, y por los profesores universitarios en ciertas ocasiones”

La Toga, en efecto, es un traje de uso obligatorio en las academias y en las universidades para asistir a determinados actos, por ejemplo, conferimiento de títulos o actos de grado. En el Foro penal, sobre todo, es utilizado por jueces, magistrados y abogados para asistir a juicio y el dictado de sentencias, con lo cual se quiere revestir de solemnidad este tipo de acto jurídico.

En las universidades venezolanas se suele usar este traje académico de color negro, tanto por parte de autoridades, profesores y alumnos universitarios, acompañado de una franja o cinta con colores que identifican a cada una de las facultades: medicina, amarilla; ingeniería, azul, derecho y ciencias jurídicas y políticas, rojo. Últimamente, sin explicar la razón, se utiliza con colores más llamativos en pre-escolar, educación básica y bachillerato.

El uso de la Toga puede ser entendido de dos maneras: Una, como ropaje que da solemnidad y autoritas a quien la usa. Otra, como disfraz que oculta la verdadera personalidad de quien porta tal vestimenta, al igual que lo fue la máscara, forma de ocultar el rostro de la persona, lo que devino en la esencia y fundamento del Derecho como disciplina jurídica. La persona (máscara, persona, personare) es la base del Derecho y de la Ciencia Jurídica. Solo la persona, natural o jurídica, es capaz para ser titular de derecho y de obligaciones.

El uso de la Toga, rojo y negro, por parte de la Magistratura, obliga a descubrir el personaje que la porta, por cuanto, ella al ser símbolo de autoritas, de conocimiento, sabiduría, lo es, también, de bellaquería, tracalería, entre nosotros, de corrupción y ausencia de moral y conciencia, con lo que la Toga resulta ultrajada, mancillada, indigna de ser usada e indigno quien la usa.

Rojo y Negro, es el título de una novela inmortal de Stendhal (Henri-Marie Beyle), en la que narra pasajes amorosos en tiempos de la estrecha vinculación entre la monarquía y el clero. El rojo, simboliza la monarquía, el color del uniforme del ejército; y, el negro, el color de la sotana de los sacerdotes.

La novela de Stendhal, aparentemente, no explica para nada la situación que se vive en la Venezuela actual, sólo nos recuerda que rojo y negro es la vestimenta que utiliza la magistratura para, supuestamente, impartir justicia, una justicia que no es tal, es la justicia interesada, comprada, la que se funda no en la verdad verdadera, sino en la verdad procesal, es decir, en la verdad construida, interesada, sumisa, obediente, comprada, la que ni siquiera requiere de pruebas para ser fundada y proclamada, la cual, el gobernante, aspira se acate a ciegas, sin más. La Toga de los mercaderes de la justicia.

Ahora bien, sí, de la novela de Stendhal utilizamos sólo el título, no sucede los mismo con uno de los libros de Ángel Osorio y Gallardo, “El Alma de la Toga” (1919). Un libro de cabecera para todo abogado, juez o magistrado, de lectura obligatoria, más cuando se está a las puertas de dictar sentencia. Es un libro no de sapiencia jurídica, sino, de algo más importante, de vida humana, de psicología humana, de conocimiento profundo del ser humano, de saber abogar y actuar de conformidad con la ley, de entereza, de conciencia. Un libro que llega al alma del

abogado. Que habla al interior y desde el interior del ser humano. Un libro en el que habla la conciencia.

Veamos algunas de las lecciones que deja “El Alma de la Toga” al ejercicio de la abogacía y la magistratura; y, muy especialmente, para la alta magistratura nacional, garante de la justicia imparcial, objetiva e independiente.

1. Noble y áspero. El autor, comienza su libro con un mensaje para su hijo Manuel y para todos los jóvenes que emprenden el noble y áspero ejercicio de pedir justicia. Dos palabras resaltan: noble y áspero. Impartir justicia es un acto de nobleza que engrandece a quien la imparte; pero, también, es un oficio arduo, porque a dicho oficio lo cruzan todos los malos sentimientos del ser humano, tal es el caso de dar por inexistente un mega fraude electoral, cometido de manera burda, ignorando todo tipo de hechos y pruebas, solo por sumisión al jefe, quien es el que verdaderamente administra justicia, su justicia. Aquí, la Toga, roja y negra, se envilece, se mancilla, se ultraja. Dice, Osorio y Gallardo, al respecto lo siguiente: “Mal trabajo es el que se ejerce sin lucro; pero el que se arrastra sin fe es mil veces más angustioso, porque tiene todos los caracteres de la esclavitud”

2. Fuerza interior. “El hombre cualquiera que sea su oficio, debe fiar principalmente en sí. La fuerza que en sí mismo no halle no la encontrará en ninguna parte” El ser humano tiene un mundo interior cultivado con valores y principios de rectitud que se alcanzan en el hogar, la escuela, el trabajo y en la sociedad en general. Esa fuerza interior guía la conducta externa. Sí, no hay fuerza interior sana. El “ropaje- - la Toga- no hace al monje”. “Saber despreciar es el complemento de la fuerza interna. Desprecio para los venales y los influenciables, para los hipócritas y los necios, para los asesinos alevosos y los perros ladradores”

3. Conciencia. “En la abogacía actúa el alma sola, porque cuanto se hace es obra de la conciencia y nada más allá de ella”. “En el abogado la rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos. Primero es ser bueno; luego, ser firma; después, ser prudente; la ilustración viene en cuarto lugar; la pericia, es el último”

Extraordinaria lección de ética profesional que tanta falta hace a la administración de justicia patria y a sus administradores, incluyendo, a quienes se ganan la vida pidiendo justicia, los abogados.

Venezuela requiere de muchos cambios, pues, se ha destruido nuestro código de conducta, principios y valores. Don Dinero y Don Poder Político son los dueños de este “valle de lágrimas, que es la Venezuela actual. Debemos proponernos todos cambiar; y, el cambio comienza por nosotros mismos y, en dicho cambio, la administración de justicia juega un papel importante.

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