Absalón Méndez Cegarra
Los venezolanos hemos entrado a la recta final de la carrera presidencial. Faltan pocos días para que en Venezuela se imponga la voluntad de un pueblo que ha decidido, por fuerza de las circunstancias, cambiar y “darle un palo a la lámpara”, como se dice coloquialmente, cuando se quiere romper amarras como las que han sufrido los venezolanos por casi 25 años de oprobio, entreguismo y mal gobierno.
Las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 28 de julio presentan signos de gran incertidumbre. El árbitro electoral ha hecho de todo para ponerlas en peligro. El gobierno y su brazo político, el PSUV, han hecho todo lo demás.
No vivimos un ambiente electoral civilizado. Desde hace tiempo el CNE viene colocando obstáculos e impidiendo que los actos electorales se lleven a cabo como lo ordena la Constitución y la Ley.
Las denuncias de uno de los Rectores del CNE, sobre el presidencialismo que reina en el ente electoral, pasaron sin pena ni gloria. El gran árbitro ripostó y el denunciante guardó silencio. Aquí, no ha pasado nada.
La comiquita del acuerdo a respetar los resultados electorales no les salió muy bien del todo. El futuro presidente de la República se negó a suscribirlo, por considerar, que los preceptos constitucionales y legales no son negociables. El respeto a la soberanía popular es un mandato constitucional y, la soberanía la ejerce el pueblo mediante el voto; pero, además, no es posible negociar con quien incumple los acuerdos alcanzados. Ningún ganador impone condiciones de respeto al adversario. Eso, solo, sucede, cuando se vive anticipadamente la derrota, como le está sucediendo al candidato – presidente. No hay manera, salvo que se trate de incendiar el país que, el candidato – presidente gane las elecciones. La diferencia de 4 a 1 es muy difícil de remontar. Todas las encuestas dan ganador a Edmundo González Urrutia, quien se ha revelado como un verdadero estadista, no ha caído, en ningún momento, en provocaciones; pero, la mejor encuesta, la real, la objetiva e imparcial, es la calle, las multitudinarias manifestaciones de afecto que le prodigan los pueblos de Venezuela, cuando se presenta acompañado de ese fenómeno electoral que es María Corina Machado.
La presente campaña electoral es inédita en varios sentidos. Lo más novedoso, no visto en ninguna campaña electoral venezolana, de la que se tenga conocimiento, es que el jefe de campaña del candidato González Urrutia y María Corina Machado, es el candidato – presidente, acompañado del vice – presidente del PSUV, de gobernadores, alcaldes y altos funcionarios gubernamentales. Han sido ellos y, solo ellos, los que desde hace 15 años le han organizado la campaña electoral a MCM hasta llevarla al pedestal donde se encuentra en la actualidad, con un pueblo que la aclama y admira y les ha garantizado su participación electoral y triunfo seguro.
Los atropellos y abusos del gobierno contra MCM la han victimizado y, ella, inteligentemente, ha utilizado el atropello para crecerse ante la adversidad. Hoy, luce como una heroína, dispuesta a defender las mejores causas populares, ha entendido el mensaje del pueblo, habla en su propio idioma y, el pueblo, también, ha entendido su discurso. Se ha sintonizado perfectamente con el
pueblo. No hay obstáculo por difícil que resulte que no supere. Cada día se crece y el pueblo, ya le confiere dones de santidad o dotada de poderes casi sobrenaturales, como ocurrió en la Argentina de Perón con su esposa Evita.
Estos atributos de MCM son obra del chavismo – madurismo que, dada su torpeza, no lograron entender al pueblo, ese pueblo que los siguió fiel y ciegamente; pero, que, después de más de dos décadas de mal gobierno, ha abierto los ojos y se ha dado cuenta que todo ha sido un engaño, una mentira. MCM les ha robado la “revolución”.” La revolución” ya no tiene pueblo. El pueblo se muere de hambre y la cúpula funcionarial – militar se solaza en la riqueza y en la ostentosidad.
El único recurso que le queda al candidato – presidente es la coacción, la amenaza y la compra de votos. En eso consiste el 1x10. El PSUV debe prepararse para sufrir una estruendosa derrota, causada por su propia miopía. Recibirá un voto castigo por haber engañado y traicionado su creencia en el redentorismo social.
Edmundo y MCM tienen a su favor el 1x1000, pues, miles son las personas que se les acercan a ofrecerles su voto.
Otro aspecto de singular importancia en esta campaña electoral inédita es el regreso al contacto cara a cara, a la relación personal, a las grandes concentraciones de personas para escuchar y vitorear el mensaje del líder.
Las grandes concentraciones de personas que logra convocar MCM nos recuerdan los mítines de Acción Democrática, COPEI y URD en el pasado, cuando no existían redes sociales. Pueblos y comunidades enteras se arremolinan en las orillas de carreteras y se congregan en los lugares más remotos de la geografía nacional. Estas inmensas concentraciones hacen temblar a cualquiera. El gobierno y el PSUV lo saben. Ya, ellos, no llenan ni siquiera una cuadra, a pesar de la coacción y chantaje con el que operan, los autobuses que contratan para trasladar gente llegan y se van vacíos. El poder de convocatoria del PSUV ha pasado a otras manos. Maduro es impresentable ante el pueblo. Grave error del PSUV. Chávez no es gran elector.
El triunfo de la Plataforma Unitaria Democrática luce irreversible. Las cartas están sobre la mesa. Una fuerte voluntad de cambio se ha apoderado del alma venezolana. En buena hora.
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