Absalón Méndez Cegarra.
Han transcurrido 25 años de la llegada al poder de la mal llamada “revolución bolivariana” y 32 años de la rebelión militar que le sirvió de antesala. Un tiempo que bien puede calificarse de terror, pues, durante estos largos años, en Venezuela ha reinado la barbarie. Un grupo de hombres y mujeres alcanzaron el poder y en ejercicio del mismo se han aprovechado para saquear el tesoro nacional, enriquecerse ilícitamente, acabar con las riquezas naturales de la nación, destruir la economía, aniquilar el aparato productivo, expulsar a un tercio de la población y someter a los tercios restantes a la pobreza y miseria.
Desde hace algún tiempo el gobierno nacional y su brazo político, el PSUV, han concedido licencias para robar y sembrar odio y amedrentamiento en la población, como lo prueba, fehacientemente, la creación de colectivos armados, juntas comunales, encargados de calles, vecinos cooperantes, bandas de motorizado, bandas criminales, emprendimientos de policías y militares que se traducen en rebusque y extorsión, cuyas víctimas son los trabajadores, transeúntes, motorizados, conductores, transportistas y otros más.
La sociedad nacional ha sido corrompida hasta los tuétanos y la exacción permitida y autorizada no tiene límites. De manera directa o indirecta todos nos hemos vuelto corruptos, pues, de otra manera, sobrevivir en el pantano resultaría imposible.
Venezuela está en manos del hampa. El hamponato es quién conduce las riendas del país en muchos escenarios. En Venezuela, el hampa tiene diversidad de caras. Las más visibles son: hampa común, policial - militar, funcionarial, política, empresarial, sindical, judicial, parlamentaria, comunitaria y, otras más. Todo este hamponato actúa bajo la sombra, amparo y tutela gubernamental. Revisemos, brevemente, el modus operandi o forma de actuar de algunos de estos tipos de hampa.
El hampa común se ha desarrollado vertiginosamente, se ha equipado con armamento de guerra y controla casi todo el territorio nacional. Los hurtos, robos, arrebatones, etc. son cosas del pasado. Hoy, estamos ante verdaderas organizaciones criminales con gran poder, bandas hamponiles con presencia nacional e internacional, asociadas al tráfico y consumo de drogas, tráfico y trata de personas. Estas bandas delictivas constituyen el semillero de los colectivos armados que amedrentan y causan terror y miedo en los pobladores, los cuales el gobierno y el PSUV utilizan y financian para impedir la protesta cívica y ciudadana. El epicentro de la planificación de sus operaciones, lo encontramos en las comunidades de bajos ingresos y en las cárceles de Venezuela.
Un hecho ocurrido el fin de semana próximo pasado da cuenta de la protección oficial e impunidad con la que actúan estos delincuentes.
La policía del Distrito Sucre del Estado Miranda detuvo infraganti a un grupo de personas que cometían un delito contra la propiedad. Fueron llevados al puesto policial de la Redoma de Petare y les decomisaron motocicletas y armas de fuego de gran poder. Hacia horas de la noche del domingo, 4 de febrero, los compinches del grupo, (colectivo armado del corredor Cara al Río), se apostaron en la puerta del Puesto Policial, hicieron que un camión recolector de basura regara el contenido en la avenida Francisco de Miranda para obstruir la vía y obligaron a los choferes de las camionetas de pasajeros que cubren la zona, proceder al cierre de las vìas. Todo el sector de Petare colapsó. Luego de horas de forcejeo exigiendo la liberación de los detenidos,
llegó la orden superior, proveniente del viceministro del Sistema Integrado de Policial, ordenando la excarcelación y entrega de las armas y motocicletas incautadas. Triunfó la delincuencia organizada. La celebración se produjo al día siguiente, con su saldo de muertes y heridos, en la zona Uno del Barrio José Félix Rivas. Impunidad total.
Hampa policial – militar. La policía y los guardias naciones tienen patente de corso para despojar a las personas de sus pertenencias. Esto ocurre en las carreteras del país y los puestos de control que instalan casi uno seguido de otro. Los transportistas de mercancías y los conductores en general, tienen que traer una carga adicional para irla dejando en cada punto de control, obsequios obligatorios que incide en el precio de los alimentos. En las ciudades operan los policías de tránsito. Verdaderos asaltantes de camino. Detienen a los conductores con razón o sin ella, solo para exigirles el pago de una coima o la famosa mordida mexicana extendida por muchos lugares.
Hampa funcionarial. Los bajos salarios, mejor, las limosnas que en Venezuela se denominan salario, constituyen la excusa perfecta para que en todas las oficinas públicas que atienden por mandato de la Ley a los ciudadanos en sus denuncias o solicitud de servicios, lo cual incluye: servicios de identificación y extranjería, registros y notarías, legalización y apostilla de documentos, electricidad, agua, telefonía, impuestos municipales, tránsito, servicios aduanales, tribunales de justicia, centros de salud, educacionales, de alimentos, etc., el usuario de dichos servicios públicos deben pagar sumas adicionales, calculadas en dólares, para poder obtener lo que requiere y necesita.
Hampa política. El gobierno nacional en contubernio con el hampa judicial y parlamentaria, se ha encargado del fomento de un tipo de hamponato que se traduce en el secuestro de organizaciones políticas, gremiales y sindicales, para entregarlas a los sicarios de la política a cambio de favores electorales y de otro tipo, inhabilitaciones políticas totalmente injustificadas y compra de candidaturas para simular competitividad electoral. El hampa política, si se quiere, es la más peligrosa de todas, porque está erosionando el alma de los venezolanos y generando una cultura anti política y anti partidista, lo cual es muy negativo para el fortalecimiento de la vida democrática.
El hampa sindical. El gobierno ha creado sus propias organizaciones sindicales y desconoce las organizaciones que no le son afectas. Ha acabado con la contratación colectiva y el derecho a huelga. El hampa sindical se ha enriquecido a costa de engañar a los trabajadores. Estos supuestos defensores de los derechos y reivindicaciones de los trabajadores son los que a diario salen dando loas al gobierno por su política laboral y salarial, lo que explica la inamovilidad de la fuerza laboral del país. La dirigencia laboral, con conciencia de clase, ha desaparecido de Venezuela.
El hampa, en sus diferentes versiones, se ha adueñado de la nación venezolana.
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