Absalon Méndez Cegarra.
Hablar de Poderes Públicos en Venezuela es una necedad. En Venezuela existe un solo Poder Público: el Poder Ejecutivo. Las demás ramas del Poder Público son decorativas, adornos, utilizados por el poder hegemónico a su real saber y entender.
El Ejecutivo Nacional en un actuar desesperado montó, como es su costumbre, su propia tragicomedia, organizada en una serie de actos.
Primer acto. El llamado a Mesa de Diálogo en la Isla de Barbados. Antecedente de este llamado lo constituyó la convocatoria, por parte de la oposición, a celebrar elecciones primarias para seleccionar al candidato presidencial que competirá en el probable e incierto proceso electoral de este año 2024. El gobierno hizo todo lo posible para obstaculizar las elecciones primarias de la oposición. En su afán desesperado llamó al diálogo en el que se negoció la realización de las primarias y el respeto a sus resultados. Nada de esto ocurrió. Tan pronto se conocieron los resultados y el triunfo arrollador, multitudinario, de la precandidata María Corina Machado, de la organización política Vente Venezuela, el gobierno entró en cólera, se inventó cuanta excusa pudo y pidió a su brazo justiciero, el TSJ, su anulación y las correspondientes sanciones a sus organizadores.
Segundo acto. Para enmendarle la plana al Ejecutivo, el brazo legislativo se inventó un referéndum consultivo sobre la disputa fronteriza con el Estado de Guyana, con lo cual hizo el ridículo, primero, porque nadie acudió a votar; y, segundo, como se evidenció posteriormente, porque el escuálido resultado sirvió, sólo, para que el gobierno venezolano se postrara a los pies del gobierno de Guyana.
Tercer acto. El canje inescrupuloso de inocentes por delincuentes convictos y confesos y la eliminación de sanciones impuestas al gobierno de Venezuela por parte del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica a cambio de nada; pues, con tramposos no se puede negociar. Este hecho dio gran fuerza y poderío al gobierno nacional.
Cuarto acto. El gobierno, envalentonado con este triunfo, se dedicó a cerrarle la carrera a María Corina Machado, pues, ningún candidato que presente el PSUV está en condiciones de competir con ella y la derrota de su competidor está plenamente asegurada, por lo que había que sacarla de circulación a como diera lugar. Cual cobardes, la acorralan por todas partes y privan de libertad a sus colaboradores. El PSUV tiene terror de enfrentarse a María Corina. Pues, sus candidatos son impresentables. Posiblemente, el seleccionado sea Maduro, parece que no tiene a otro ejemplar y, Maduro, desde ya, puede publicitar su derrota, siempre y cuando las elecciones se llevan a cabo en condiciones civilizadas y sin fraudes.
Quinto acto. La inefable Contraloría General de la República y, de nuevo, el brazo justiciero del TSJ cumplen con el papel asignado. La Contraloría, advierte que María Corina está inhabilitada por 15 años para el ejercicio de cargos públicos. La Sala Política-Administrativa del TSJ, en un acto de magia jurídica y en respuesta a una solicitud de la defensa de María Corina, acción judicial muy poco clara y comprensible, a puertas cerradas, sin derecho a la defensa y en abierta violación del debido proceso, declara que María Corina está inhabilitada y se le acusa de una decena de delitos, entre ellos, la destrucción de la vida nacional, de manera que la ruina del país no es atribuible al gobierno, sino a María Corina. ¡Qué fácil es transferir responsabilidades propias a terceros!
Sexto acto. Previo a la decisión de la Sala Político-Administrativa del TSJ, ya Nicolás Maduro, primero, y Jorge Rodríguez, segundo, habían dictado sentencia. Maduro, señaló, cual tramposo, para salirse de los compromisos contraídos, que, el Acuerdo de Barbados estaba herido de muerte, lo había herido la oposición. Seguidamente, Jorge Rodríguez, en pose desconocida para la opinión pública, menos amanerada que de costumbre, y con voz fuerte, desaparecida la sonrisa cínica que le caracteriza, proclamó a los cuatro vientos: “esa señora no podrá ocupar en Venezuela ningún cargo público”. Bravata que no le sienta bien al psiquiatra. Ya, antes había dicho que no la conocía. Que nunca había tropezado con ella. María Corina es una ciudadana venezolana que merece todo el respeto. Es mujer, dama y madre, en ejercicio de sus derechos políticos, líder política con reconocimiento nacional e internacional, con capital político-electoral muy importante, que muchos quisieran tener y no pueden. No es “esa señora”. Ese es un trato irrespetuoso que no le va bien a quien dice ser presidente de la Asamblea Nacional. La ciudadanía se respeta. Ser ciudadano es el vínculo que relaciona a las personas, a los administrados, con el Estado. Es un vínculo de naturaleza política.
Séptimo acto. Los dos bravucones, Maduro y Rodríguez, empoderados y llenos de soberbia, se inflaron de alegría por la decisión judicial, algo que no sorprendió a nadie. Era el cumplimiento de una orden ejecutiva. Al unísono señalaron que no había marcha atrás. Se trata de cosa juzgada. Parece que ignoran el texto constitucional y la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia. Las sentencias de las Salas pueden ser conocidas y decididas por la Sala Plena.
Octavo acto. El telón de fondo de toda la trama, para justificar cualquier tipo de barbarie, es el invento de cinco conspiraciones para acabar con la vida de Nicolás Maduro, Freddy Bernal y otros acólitos. Como buenos alumnos de Fidel Castro había que buscar, como en el pasado, el “testigo estrella” para inculpar a víctimas inocentes sobre algo que no pasa por la mente de los venezolanos. Ninguno de los nombrados justifica el costo de una bala asesina.
Noveno acto. Este acto, vamos a llamarlo final, ya que el final está por verse, es digno de consideración. El bravucón de ayer, se muestra, ahora, como cordero, cumpliendo órdenes del Ejecutivo. Llama a todo el pueblo de Venezuela a preparar el cronograma de eventos electorales para presentarlo al Consejo Nacional Electoral e invita a todo el mundo a postularse como candidato o candidata presidencial. Divida y vencerás. Este es el nuevo invento. Promocionar y pagar candidaturas presidenciales para dividir el voto opositor.
Interesante para Venezuela sería establecer constitucional y legalmente un quorum electoral y una segunda vuelta electoral, de esa manera no tendríamos candidatos presidenciales ganadores con porcentajes mínimos de votos y, por consiguiente, totalmente deslegitimados por la voluntad popular. Una elección sin quorum es la que permite que resulte triunfador un candidato sin respaldo popular, pues, en una elección en la cual acuden a votar tres personas, ganará el candidato que obtenga la mayoría simple, es decir, dos votos, sin tomar en cuenta el padrón o el universo electoral.
El gobierno nacional, el cómico Fiscal General y el vicepresidente. del PSUV, están abusando de la paciencia del pueblo venezolano. Hay un refrán de uso común que dice: “El valiente, es valiente, hasta que el cobarde quiere”. El día que el pueblo venezolano se decida salir de ustedes lo hará y no existirá fuerza que se lo impida. Hasta los imperios más poderosos del mundo se han venido y vendrán al suelo si la voluntad popular así lo determina.
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