Absalón Méndez Cegarra
Los venezolanos tenemos necesidad diariamente de volver al pasado para lograr entender el presente. Los hechos históricos son tercos y, a veces, se repiten, aunque no en las mismas circunstancias. En la década de los años 60 y 70. América Latina, influenciada por varios factores, tales como el emergente mundo socialista, la revolución cubana, las teorías sobre el atraso y el subdesarrollo, las relaciones centro-periferia, la tesis del crecimiento hacia afuera, crecimiento hacia adentro y la presencia de intereses económicos y políticos de los Estados Unidos de Norteamérica, se concedió gran importancia a las relaciones centro-periferia ‘como teoría explicativa de la situación de los pueblos atrasados. De esa época son las famosas teorías del desarrollo por etapas de Walt W. Rostow (etapas del crecimiento económico), las teorías económicas de Raúl Prebisch (estructuralismo-desarrollismo), las de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), las de la industrialización y las del crecimiento endógeno, por citar algunas. Todas estas teorías tienen su epicentro en el fenómeno de la dependencia, en nuestro caso, la dependencia al imperialismo norteamericano, causante, al parecer, de todos nuestros males de ayer y de hoy.
Al analizar la situación venezolana actual y el comportamiento de los actores políticos de hoy, severos cuestionadores de la dependencia y la dominación ayer, obliga pasar revista de las tesis constitutivas de interpretaciones de la realidad venezolana durante buena parte del siglo XX, básicamente, a partir dela riqueza petrolera y su aprovechamiento por las compañías petroleras extranjeras, entre ellas, las más importantes de factura estadunidense.
La sociedad venezolana fue bautizada por autores e historiadores como el doctor Federico Brito Figueroa, en su obra “Historia Económica y Social, 1966, como neocolonial, por oposición, al colonialismo español que se mantuvo presente en Venezuela por más de trescientos años.
Al respecto, señala Brito Figueroa, lo siguiente:” (…) la época del neocolonialismo, es el período correspondiente a Venezuela contemporánea, caracterizado básicamente no por la simple dependencia en cuanto a los instrumentos fundamentales de la riqueza nacional venezolana, sino por el dominio absoluto de los monopolios norteamericanos sobre todos los niveles de la vida económico-social de Venezuela”. Más adelante, agrega: “El contexto histórico, general y dominante, de Venezuela contemporánea, es el proceso de cambios impulsado por su incorporación al mundo histórico concreto regido por los monopolios internacionales, en especial los norteamericanos”.
Esta posición caracterizó los análisis económicos y sociales de los países de América Latina y el Caribe, Venezuela, entre ellos. Y, a la dependencia norteamericana atribuimos todos nuestros signos y manifestaciones de atraso, aun cuando, en realidad, este tipo de dominación, Permitió la construcción de un país con visos de modernidad y fortaleció nuestra propia noción de democracia y la alternabilidad en el poder: López Contreras, Medina Angarita, trienio de AD, Rómulo Gallegos, Marcos Pérez Jiménez, W. Larrazábal, R. Betancourt, R. Leoni, R. Caldera I y II, C. Andrés Pérez I y II, Jaime Lusinchi, Luis Herrera y Hugo Chávez.
El imperialismo norteamericano, tal parece, según los revolucionarios bolivarianos, no está reinando en el “patrio trasero”, a este patio, por la voluntad bolivariana, ha llegado otro gallo u otros gallos al gallinero, como dice el refranero popular. Es decir, hemos pasado de un tipo de dominación y dependencia con ciertas características, cuestionables sin duda alguna, que alimentaron el progreso material de la nación, a otro tipo de dependencia y dominación más brutal, cualitativa y cuantitativamente diferente, dominación y dependencia depredadora, destructora del aparato productivo nacional, promotora de la desnacionalización, violenta y de entrega y sumisión total.
Venezuela, finalizada la guerra de independencia, comenzó a vivir otra guerra la de los dueños de la tierra, los terratenientes y los caudillos militares y políticos, guerra que comienza a ceder espacio en las primeras décadas del siglo XX, con el advenimiento de Juan Vicente Gómez, quien abre las puertas a la explotación petrolera y a quienes conocían del oficio y negocio petrolero: las empresas petroleras.
El neocolonialismo venezolano debemos entenderlo en toda su magnitud, por cuanto sí ayer el imperialismo norteamericano hizo de las suyas con nuestras riquezas naturales, nuestro carácter nacional y la idiosincrasia como pueblo, hoy, el turno de la dominación ha pasado a otras manos, a otros imperialismos, el cubano, ruso, chino, turco, iraní, etc.
Hemos cambiado, solo, de imperialismos, no, de lo que entraña las relaciones de dominación y control.
Decíamos al comienzo que el volver a la historia es muy importante y citamos a un autor, tomado al azar, pues, la dependencia de Venezuela al imperialismo norteamericano ha sido motivo de estudio por muchos autores durante todos los tiempos, no, así, el estudio y análisis de las nuevas relaciones de subordinación que atan a Venezuela a nuevos imperialismos, razón por la que el neocolonialismo sigue presente en todos los órdenes de la vida nacional como una fuerza que se va apoderando sin prisa pero sin pausa, lenta y progresivamente, en silencio, de la nación venezolana, pues, la criticidad de antaño ha desaparecido por completo.
La mal denominada segunda independencia de los “revolucionarios bolivarianos”, fue para justificar la entrega y caída en los brazos de una pequeña isla del Caribe y, por extensión, de los nuevos dueños del mundo.
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