SALVEMOS LA UNIVERSIDAD
Absalón Méndez Cegarra
El globo educativo que tanto engolosinó
al gobierno nacional progresivamente se ha ido desinflando. La matrícula
escolar, en todos los niveles de sistema educativo, disminuye
considerablemente. La Universidad venezolana no es la excepción. Todas las
Universidades, sin exclusión alguna, acusan los efectos de la ruina prolongada
que estamos viviendo en Venezuela. Es, más, en las Universidades abiertamente
afectas al gobierno, el deterioro es aún mayor, aunque quiera ocultarse de mil
maneras.
Muchos son los factores causantes
del deterioro del subsistema de educación universitario. Podemos mencionar
algunos: asfixia presupuestaria; imposibilidad para renovar los cuadros
directivos; desgaste y cansancio de las autoridades actuales; violación de la autonomía universitaria y de
la Ley de Universidades; éxodo masivo de
profesores y estudiantes; imposibilidad para la renovación o sustitución del personal que se marcha por cualquier causa;
jubilaciones y pensiones anticipadas; y,
lo más grave, a nuestro criterio, la permanencia de un sindicalismo de mal
proceder que ha auspiciado la pérdida
del valor del trabajo y de la vocación de servicio, lo cual conlleva al
desapego institucional; y, lamentablemente, la muerte del movimiento
estudiantil universitario.
Estimamos que la Universidad
cuenta, todavía, con reservas morales. Y, apelamos a dichas reservas para
salvar la Universidad, para no dejarla fallecer por inanición.
Nos vamos a referir a la
Universidad Central de Venezuela, por ser la Institución a la que pertenecemos;
pero, el mal es compartido. Todas las Universidades Públicas del país tienen
las mismas dolencias.
La UCV, luce, en la actualidad,
como un campo desolado. Sin la vida que le fue característica esencial en el
pasado no muy lejano. Todo el Campus Universitario es una alfombra de basura.
Las instalaciones físicas acusan el paso de los años y ausencia de
mantenimiento. Mobiliario y equipos en franco deterioro. El hampa interna y
externa se ha encargado de lo demás, es decir, de acabar con los servicios de
electricidad y telefonía, cierre paulatino de los cursos nocturnos y la huida
diaria de los miembros de la comunidad universitaria debida a la inseguridad
reinante.
Hacemos un llamado al Consejo de
Fomento y a la comunidad universitaria a impulsar una campaña de salvamento de la
UCV, al menos, en sus aspectos físicos, espacios abiertos y jardinería. Luego,
la parte interna, su razón de ser, la academia, docencia, investigación y
extensión. Proponemos, el inicio de una campaña con el lema: “Un bolívar para
la UCV”, mediante la cual se pueda recolectar algunos fondos que permitan la
compra de utensilios de jardinería, escobas, rastrillos, bolsas para la
recolección de basura, poda de árboles, resiembra de grama y otro tipo de
plantas, pintura, etc., para volver a embellecer la Universidad y convertirla,
de nuevo, en un espacio vivible, inclusive, de esparcimiento de la población de
la Gran Caracas. Que el Aula Magna y la Sala de Conciertos vuelva a vibrar con
conciertos dominicales, obras de teatro, películas, teatro para niños (El Chichón)
y demás espectáculos que la UCV, con sus talentos propios puede ofrecer al
público universitario y no universitario. Los estadios, canchas y demás
instalaciones deportivas deben renacer y convertirse en el semillero del
deporte nacional y de alta competencia. Que todas las salas de la UCV florezcan
como espacios para la discusión y el debate de las ideas.
En el caso del embellecimiento de
la Ciudad Universitaria, las Facultades de Agronomía y Arquitectura pueden
crear escuelas de jardinería y paisajismo, a las que acudiríamos todos para aprender como cultivar plantas y cuidar o
mantener jardines y parques. Pueden,
igualmente, proponer una distribución de los espacios abiertos de la
Universidad y asignarlos, para su mantenimiento y conservación, a las
dependencias (facultades, escuelas, institutos) aledaños, constituyendo,
inclusive, un premio anual al espacio mejor conservado, como manera de
desarrollar una competencia amigable y premiar el amor por la Institución.
Iniciativas de este tipo u, otras,
mejor concebidas, no deben tardar. Son urgentes. De lo contrario, la “Casa que
vence las sombras” se nos vendrá encima. No podemos esperar que todo en el país
se solucione para empezar la actividad recuperadora. Cuando uno vive en un rancho y observa que el
techo se está cayendo, busca, afanosamente, un soporte de cualquier tipo, para
evitar que tal cosa suceda. Así, debemos actuar los universitarios, ahora, para
salvar nuestra Casa Grande: la UCV.
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