LECCIONES DE
ECONOMÍA
Absalón Méndez Cegarra
En fecha reciente, un centenar de
economistas venezolanos, profesores universitarios, investigadores, académicos,
consultores y asesores nacionales e
internacionales, es decir, la crema y nata del pensamiento económico nacional,
con la mejor buena fe y en cumplimiento de la obligación que leyes como la de Universidades y las
creadoras de las Academias Nacionales, imponen a estas instituciones, no
otra, que la de contribuir con la
solución de los problemas nacionales, tuvo a bien dirigirse al señor Presidente
de la República Nicolás Maduro Moros, de la manera más respetuosa posible, en
carta abierta, cuyo contenido es una verdadera lección de economía de fácil
comprensión y entendimiento para doctos y no doctos en la ciencia económica.
La carta abierta no tiene desperdicio
alguno. Es un documento para la historia, bien pensado y bien elaborado y
objetivo. No alarmante ni especulativo. Por el contrario, sumamente moderado,
impregnado de las mejores intenciones para el bien de la sociedad nacional e,
inclusive, del propio gobierno, quien, al atender el análisis económico hecho
por los distinguidos economistas (diagnóstico) y aplicar sus recomendaciones
(soluciones) sería el principal ganador, pues, se produciría el milagro de
convertir tantos errores en materia económica en oportunidades para avanzar en
el logro del progreso y desarrollo, pues, al
enmendarlos e iniciar una etapa de tránsito hacia la recuperación de la
economía del país, todos sus habitantes, sin excepción, empezarían a mejorar su
precaria existencia y a ganar en calidad de vida.
El grupo de economistas hace uso
de cifras estadísticas no divulgadas y, por tanto, desconocidas en el país;
pero, que el gobierno nacional, mediante Informe, ha entregado, con poco maquillaje, a la Securities Exchange Comission (SEC) de los EE.UU, sobre el
desempeño de la economía venezolana en 2016, según se afirma en la carta
abierta. Las cifras dan cuenta de la
gravísima situación económica que se vive en Venezuela y las causas por las que
los venezolanos nos estamos muriendo de hambre por la falta de alimentos, bien
porque escasean o porque los menguados ingresos que percibe la población carecen del poder adquisitivo
necesario que permita su obtención; de
mengua por falta de atención médica y medicinas; y, de miedo, ante la incesante
inseguridad ciudadana y el auge de la violencia delictiva.
En el Informe a la SEC, Venezuela
y su gobierno salen reprobados en todos los indicadores utilizados para dar
cuenta de la situación económica del país. El propio gobierno ya no puede
ocultar la realidad. No hay forma ni manera de tapar el sol con un dedo. La
ruina económica del país ha quedado al descubierto; y, sin embargo, los
economistas, con buen criterio, estiman que si se toman algunas medidas y se
realizan los ajustes necesarios, la economía puede salir a flote en poco
tiempo.
La dinámica gubernamental es
compleja. No sorprende a nadie que el Presidente sea un ignorante en materia
económica y le resulte difícil entender lo más elemental de la administración
de la casa; pero, lo que sí es inadmisible es que sus colaboradores, asesores y
consultores no comprendan el hecho económico. Cada medida económica que adopta el gobierno, además de
improvisada, es contraria a lo que la ciencia económica enseña, por lo que sus
resultados revelan que los decisores no están al tanto de esas enseñanzas. Lo
que ocurre en Venezuela en materia económica no es un asunto ideológico de
capitalismo y socialismo, ojalá y lo fuera, y, en el país se aplicara lo
fundamental de uno u otro modo de producción;
se trata, simplemente, de un actuar torpe, sin norte, sin concierto ni control. El fracaso de una
medida económica es el punto de partida para dictar otra y, así, sucesivamente.
Los resultados están a la vista. Un aparato productivo en ruinas. Una economía
paralizada y deslizándose peligrosamente por el tobogán de la miseria y
depauperación de la sociedad nacional.
Señor Presidente: Escuche y lea con seriedad la carta abierta que le
dirigen sus compatriotas economistas para salvarlo a usted de su mal gobierno y
salvar a Venezuela. Esta carta abierta de los economistas, junto con el
artículo del Padre Luis Ugalde: ¿Voto para perpetuar la dictadura? y la Exhortación
de los Obispos venezolanos en ocasión de celebrar su CIX Asamblea Ordinaria
Plenaria, constituyen una clarinada de alerta, muy parecida a la Carta Pastoral
que el Primero de Mayo de 1957, leyó el Arzobispo de Caracas, Rafael I. Arias Blanco, en oposición a la
dictadura de Pérez Jiménez.
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