ATORNILLADOS AL PODER
Absalón Méndez Cegarra
Los venezolanos nos equivocamos con frecuencia cuando señalamos a determinado sector político como aferrado al poder. La vocación de poder es una cualidad del carácter nacional y, nos atrevemos a decir, que, de todos los seres humanos del planeta tierra; por consiguiente, no es monopolio latino y, menos aún, de los nacionales de Venezuela.
El poder ha sido estudiado desde diversas perspectivas. Entre nosotros, ciertamente, el poder político, fundamentalmente, porque hay otros tipos de poder, adquiere particularidades, muchas veces se logra por caminos no convencionales y se mantiene, igualmente, con violación del Estado de Derecho. Poder es, sencillamente, la capacidad de influir en la conducta de otro ser humano. En consecuencia, ejerce poder el médico tratante sobre el paciente, el sacerdote sobre los feligreses, los padres sobre los hijos, los maestros sobre los alumnos, y, naturalmente, el gobernante sobre los gobernados.
De los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se dicen muchas cosas, ninguna de ellas positiva. Ellos son los destructores de la nación venezolana en todos los sentidos, inclusive, en lo más sublime que nos caracterizaba como pueblo: la alegría, música, costumbres, folklor, solidaridad, fraternidad, convivencia pacífica y brazos abiertos para recibir a cualquiera que tocara nuestras puertas.
Entre las cosas que se dicen del gobierno chavista-madurista destaca el querer aferrarse al poder a costa de lo que sea. Y, vaya, que lo han logrado estupendamente, lo cual ha sido posible porque han encontrado extraordinarios colaboradores nacionales e internacionales.
Para que un gobierno se mantenga a perpetuidad en el poder, lo que ocurre en Venezuela, en lenguaje coloquial atornillado al poder, se requiere que alguien haga girar el tornillo al límite y, ese alguien, somos todos los venezolanos de uno y otro lado y la comunidad internacional. El gobierno luce cómodo en sus andanzas. Cada día hace lo que le viene en gana con una población que se mantiene sumisa, pasiva, frustrada, engañada una y mil veces, casi indiferente a lo que sucede diariamente, burlada por doquiera, sin líderes manifiestos que alumbren el camino en búsqueda de salidas convencionales o no convencionales.
El gobierno, inteligentemente, lo domina y controla todo y, mientras tal cosa sucede, una oposición que no es tal, oportunista, progresivamente va tendiendo la cama al gobierno para que continúe en su torcida actuación, mientras tanto, los opositores van cambiando de camisas, realizan su proceso de acomodación y ajuste a los dictados gubernamentales.
Un ejemplo es demostrativo de lo expuesto anteriormente. En momentos asfixiantes para la población, exhausta por la imposibilidad para obtener alimentos, atención médica, medicinas y otros bienes y servicios, el gobierno se inventa unas mega elecciones de gobernadores y alcaldes, con lo cual vuelve locos a los supuestos opositores, quienes comienzan a vender su alma al diablo para lograr participar en el proceso eleccionario; y, la cúpula principal opositora sale con una propuesta de diálogo para la ”salvación nacional”, la cual es pateada de inmediato por el gobierno; pero, logra el propósito de ablandar la comunidad internacional y ponerla del lado de lo que abomina, tal es el caso de Argentina, al retirar su denuncia ante la Corte Penal Internacional, lo que significa perdón por los crímenes de lesa humanidad anteriormente condenados y denunciados. Y, en Venezuela, el CNE fraudulento, negocia y entusiasma a los aspirantes al poder, cambiando inhabilitaciones por participación electoral, actitud verdaderamente deplorable e inadmisible.
Hemos dicho que el poder no se atornilla solo, requiere de ayuda, de mucha ayuda. Por otra parte, hay poderes grandes y poderes chicos; y, los chicos, contribuyen a atornillar al poder grande, es la tabla de salvación para mantenerse en un ganar ganar.
En la edición pasada del Semanario La Razón, se publicó un artículo de nuestra autoría, que titulamos: “zarpazos a la autonomía universitaria”, cuyo propósito no era otro que llamar la atención de la comunidad universitaria, poniendo en evidencia el sistemático atropello del gobierno nacional contra la Universidad venezolana y sus respectivas comunidades. Pues, bien, las autoridades universitarias de la UCV, poder chico, equivocando el camino, leyeron o no leyeron el artículo, extrapolaron una frase que no les resultó de su agrado y procedieron a responder, elogiando supuestos o reales logros durante una gestión rectoral que lleva 13 años con la anuencia del poder grande, forma elemental de congraciarse con el poder grande y, atornillarse, también, en el poder chico.
El gobierno de la educación universitaria en Venezuela ha debido sentirse muy feliz, agradecido y fortalecido con la respuesta rectoral al artículo en referencia. La respuesta ha puesto en evidencia muchas cosas, entre otras, que es falsa la reiterada denuncia de las autoridades universitarias en ejercicio, sobre la asfixia presupuestaria y falta de recursos financieros, así como la violación de la autonomía y la supresión de competencias legalmente establecidas, toda vez, que, bajo tales circunstancias, evidentemente existentes, la UCV ha logrado importantes avances que enaltecen la gestión rectoral, razón suficiente para atornillarse en el poder universitario y los universitarios festejemos una gestión rectoral totalmente exitoso. Un agudo observador extraño diría que en la UCV tenemos un cuadro patológico de esquizofrenia colectiva
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