EL GATO Y EL RATÓN
Absalón Méndez Cegarra
Las relaciones entre los Estados
Unidos de Norteamérica y Venezuela semejan el juego que se establece, en ocasiones, entre un gato
y un ratón. El colega profesor Antonio D´Alessandro, con mayor elegancia, las denomina “historias de amor y desamor”.
Los Estados Unidos, son, por
supuesto, el gato, perteneciente a la familia felina; y, Venezuela, naturalmente, el mísero ratón, simple roedor. El gato juega
a su antojo con el ratón, lo persigue,
el ratón se esconde y corretea
hasta que por fin lo caza y se lo
engulle, luego, el gato descansa y se limpia los bigotes en señal de triunfo y
satisfacción.
Las relaciones internacionales
constituyen un campo en extremo complejo y sumamente interesante. No es materia
para neófitos y menos aún para
improvisados. Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela han sido
estudiadas desde distintas perspectivas y, nuestro país, a lo largo de su
historia, ha tenido excelentes representantes
diplomáticos en el país del Norte
que han dado brillo a la diplomacia venezolana, sin ser de las mejores, como lo
advierten los especialistas, experiencia
truncada en los últimos quinquenios cuando al frente de la Cancillería
venezolana y en las más importantes sedes diplomáticas, como la de Estados
Unidos, hemos colocado a un sinnúmero de
diletantes y pendencieros que generan pena ajena, como ocurre con la actual
Cancillera de la República y sus antecesores.
Venezuela, a no dudar, es un país dependiente en lo interno y externo.
Venezuela gira alrededor de su riqueza petrolera; por consiguiente, está
sometido a los vaivenes del mercado petrolero. Su principal, más fiel y
efectivo comprador de petróleo son los Estados Unidos. Ayer, no sólo era el
comprador principal, sino el productor
en casa.
Los Estados Unidos han sido
vistos desde los tiempos coloniales como el causante de todos nuestros males,
mecanismo de defensa colectivo para evadir nuestras responsabilidades como
pueblo. Es muy fácil echar la culpa de nuestros errores a terceros. Desde
siempre ha sido nuestro ogro imperialista. Hoy, lo estamos cambiando por otros
imperialismos, algunos más pobres y, otros, más salvajes; pero, sin renunciar a
su órbita, inclusive, por razones geográficas y de sobrevivencia.
Venezuela, como el ratón del
juego, hace escaramuzas y alardea de fuerzas y astucias, de independencia anti imperial, aunque cada día
resulte más sometida, subordinada y dependiente. Los Estados Unidos, por su
parte, conceden muy poca importancia al
país suramericano, ni siquiera se dignan
recibir a sus magistrados que ruegan por reunirse con su Presidente. Su
papel como comprador de petróleo y proveedor de mercancías sigue vigente,
aunque el rol prominente lo tiene, ahora,
el ser receptor de cuanto pillo se ha enriquecido a la sombra del poder
en Venezuela y con los lucrativos negocios del narcotráfico, la compra de armas
y el terrorismo. Este nuevo rol de los Estados Unidos debe ser estudiado con
gran detenimiento, pues, pareciera que se trata de una suerte de complicidad
entre el gobierno de Venezuela y el de los Estados Unidos, juego, en el
que el gato concede ciertas licencias al ratón.
Los Estados Unidos, poco a poco,
reciben a corruptos de todo pelaje, quienes, luego de romper relaciones con el
gobierno que les permitió cometer todo tipo de tropelías y enriquecerse hasta más no poder en el ejercicio de la función pública, corren y se refugian
en el imperio que ayer condenaban y atacaban,
y, hoy, el imperio odiado, los recibe con los brazos abiertos y les brinda y garantiza protección
(“testigos protegidos”). Los venezolanos, que no podemos hacer lo mismo y nos
mantenemos presos en el territorio nacional, nos preguntamos, posiblemente por
envidia, ¿qué buscan los Estados Unidos protegiendo tanto
bandido, acumulando tantas pruebas contra quién y para qué? Los Estados Unidos, ¿por qué, no sueltan prenda, y dicen todo lo
que saben, toda vez que cuentan con suficientes indicios, pues, los servicios
de inteligencia de ese país, no son cualquier cosa, con lo cual harían una gran
contribución en la labor de limpieza nacional, sin que ello signifique
injerencia alguna, toda vez que se trata de venezolanos que han viajado a los
Estados Unidos a denunciar sus fechorías y
pedir refugio y asilo, supuestamente, político, cuando se trata de vulgares
peculadores del patrimonio nacional.
Por otra parte, observamos otro
hecho que llama mucho la atención, por lo curioso, en las relaciones actuales del gobierno norteamericano con el
venezolano. Cada vez que el gobierno venezolano se tambalea por la suma de
errores cometidos, el gobierno norteamericano, sin que nadie se lo pida, sin
injerencia alguna, le lanza un
salvavidas. El gato, da otra oportunidad al ratón.
Hace un año, cuando el gobierno
de Nicolás Maduro, si tal cosa puede
llamarse gobierno, se hundía en su propio charco, el Presidente de los Estados Unidos, se inventó el famoso Decreto calificando a
Venezuela de amenaza para el país del
Norte, con lo que auspició que el gobierno, hábilmente, alimentara un nacionalismo ramplón,
procediera a recoger, supuestamente, diez millones de firmas en contra del Decreto,
cuyo paradero se ignora, e hiciera
distraer la atención de los venezolanos
hacia esa afrenta imperial, minimizando nuestros propios, sentidos y verdaderos
problemas nacionales. El gobierno venezolano es amenaza única y exclusivamente
para su propio y sufrido pueblo, para nadie más.
En la actualidad, cuando de nuevo
el gobierno nacional se tambalea y el pueblo pide a gritos su fin, reaparece el
Presidente de los Estados Unidos prorrogando el susodicho Decreto, para darle
fuerza, fortaleza, a un gobierno no
querido por el pueblo venezolano. Y, como era de esperar, el gobierno, ni tonto ni perezoso, no pierde
la oportunidad para crecerse ante las multitudes, condenando la osadía
norteamericana, y, nuevamente, aparece
la condena al imperio, el injerencismo, el despertar nacionalista y la búsqueda
de apoyo internacional en rechazo a lo que se estima la preparación de las
condiciones para una invasión norteamericana a nuestro país. Otro salvavidas a
un gobierno ruinoso que ha destruido el país y sometido a su población a
inhumanas condiciones de vida. Señor
Presidente de los Estados Unidos por qué no nos deja el tema de la amenaza a
los venezolanos y coloca fin al jueguito
del gato y el ratón.
Comentarios
Publicar un comentario