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ELECCIONES, ¿PARA QUÉ?

ELECCIONES, ¿PARA QUÉ?
Absalón Méndez Cegarra 

Resultado de imagen para elecciones cne para queEl Poder Electoral venezolano, definitivamente, es un apéndice del gobierno nacional y del partido de gobierno. Pensar distinto es una quimera. Posiblemente, a juzgar por la historia, siempre ha sido así; pero, en el pasado guardaba cierta compostura y procuraba ocultar las evidencias. En la actualidad, no. El Consejo Nacional Electoral hace, sólo, lo que le ordenan sus jefes: Presidente de la República y Presidente del Partido. El país queda atónito ante la serie de decisiones que adopta este Poder integrante del Poder Público Nacional, el cual debería ser autónomo e independiente como lo ordena la Constitución y la Ley; pero, que no es tal, al contrario, se muestra ante los ojos propios y extraños, como un órgano público subordinado y dependiente.
A la población venezolana se le crea, nuevamente, una falsa esperanza, como ya es costumbre. Y, esta falsa esperanza viene por partida doble, de la oposición y del gobierno. Lo que en Venezuela suele llamarse oposición invita y convoca a votar en las elecciones del próximo 6 de diciembre, bajo el argumento que las cosas cambiarán. Algo se puede alcanzar y lograr. Se afirma, hasta rabiar, que, con una nueva asamblea nacional, de integración distinta, las cosas en el país cambiarán; pero, tal afirmación, no es cierta, es falsa y mentirosa, sí, todo sigue como está, como lo prueba fehacientemente la conducta sumisa, complaciente y obediente de los 65 o 67 diputados electos en el pasado proceso comicial, algunos de ellos, con ganas de repetir, como premio a su gran hazaña parlamentaria. Muchos de los diputados actuales, más que ser premiados con la reelección deberían ser condenados al ostracismo e ir a la cárcel por traición a sus electores, al pueblo que decían representar, por haber vendido conciencias y otras cosas más, por haberse acordado con el gobierno en mil y una irregularidad, por haber permitido la expulsión, sin fórmula de juicio, de algunos de sus compañeros de bancada y por haber callado después de anunciar supuestas listas, grabaciones, delitos cometidos por colegas parlamentarios y altos funcionarios gubernamentales, información obtenida, según, en uso de las facultades de control del parlamento. Todo ha sido silencio cómplice. Y, hay algo más, recientemente, por haber llegado a arreglos para impedir que candidatos seguros a ser elegidos hayan sido inhabilitados por el órgano contralor, el cual es tuerto, porque sólo tiene mirada en una sola dirección.
Por el lado del gobierno, es decir, del CNE, no se puede esperar nada distinto de lo que está sucediendo. Primero, la composición de un árbitro que se supone neutral; pero, que no lo es. Segundo, la serie de componendas para acompañar unas elecciones primarias de la bipolaridad partidista, más falsas que medio liso, como se decía antes. Tercero, el retardo marcado y planificado para anunciar la fecha de las elecciones. Motivo, la cuadratura del círculo, es decir, la definición de las medidas para poner en apuros a la oposición, sus aliados de ocasión: distribución igual de candidatos por género; inhabilitaciones; período de propaganda electoral; y, otras que vendrán muy pronto. Y, lo más importante y transcendente, con lo que la bancada parlamentaria, supuestamente opositora y las agrupaciones partidistas que la aúpan han hecho causa común, la resucitación del diferendo limítrofe con Guyana, el cual fue enterrado por el antecesor de
Maduro, su padre putativo; pero, que ahora, no conviene sacarlo en público, pues, su mensaje, para nada, favorece el nacionalismo que alimenta la contienda electoral, como sí sucedió con las supuestas firmas en contra del Decreto de Obama; la reavivación del asistencialismo social y el clientelismo electoral: misión vivienda joven; becas; cupos en todas las Universidades; pensiones a granel; subsidios; puertas abiertas a la corrupción, bajo la figura de controles; fomento de la delincuencia, con apariencia de persecución y control; persecución a la disidencia; confiscaciones; invasiones a la propiedad privada; persecución al sector privado honesto y trabajador, impulsor del empleo; control abusivo de los medios de comunicación social; y, promotor y cómplice del incumplimiento laboral al favorecer el ausentismo laboral para acudir a las largas colas que permiten el aprovisionamiento de algunos alimentos necesarios para garantizar la sobrevivencia.
Aquí está el engaño. La promesa incumplida con la que se vuelve a levantar sentimientos de fidelidad y afecto, confianza en el voto, en un árbitro que tiene su centro de operaciones a unas cuantas millas del territorio nacional y en un liderazgo de capa caída. Pero, lo dicho hasta ahora no es una invitación a no votar, a la abstención, cosa, que, además, de ilegal, sería contrario a nuestra formación civilista. Por el contrario, aunque parezca contradictorio, el mensaje es para que acudamos a votar masivamente; pero, por candidatos que presenten una agenda parlamentaria, que, los hay, de bando y bando, sin importar si son mujeres u hombres, que se comprometan, de verdad, con sus electores a ganar y voltear la tortilla de la asamblea nacional, a meter en cintura a todos los restantes poderes públicos nacionales, al costo que sea, a regresar a los militares a sus cuarteles, a hacer realidad el ataque a tanta corrupción que se anuncia y no se persigue, pedirle a los EEUU que se deje de estar anunciando tantas investigaciones y descubra sus secretos, pues, de no hacerlo, es cómplice y el cómplice, también, es delincuente; a reformar, totalmente, la Constitución de la Republica; a sancionar, de inmediato, una Ley de Amnistía; a condenar, rechazar e ignorar todo contrato de endeudamiento y entrega de la soberanía nacional que no haya contado con la aprobación de la asamblea nacional como lo ordena la Constitución y la Ley; a derogar y reformar cuánta ley absurda exista y sancionar las necesarias para el desarrollo nacional y el bienestar social de toda la población sin excepciones de ninguna naturaleza.
Esta, sin duda alguna, debe ser la tarea, ardua y nada fácil, por lo demás, de los sectores que se dicen opositores al régimen y que aspiran llevar diputados al órgano público que representa al soberano, es decir, el pueblo; pero, para ello deben ir a dónde está el pueblo, a la calle, a los barrios, a las urbanizaciones, al campo, al medio rural, a la montaña, al llano, a la costa, a los polos de concentración de población, y, decirle, a ese pueblo la verdad de lo que está sucediendo. Esa es la respuesta a la pregunta: ¿Elecciones, para qué?

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