¿BACHAQUEO O LIBERACIÓN DE PRECIOS?
Absalón Méndez Cegarra
El
gobierno nacional, incompetente, como siempre, busca, sin cesar, un
tercero a quien atribuir la responsabilidad de los actos provenientes de
su torpeza; pero, jamás, admite y reconoce, que lo que sucede en el
país, es decir, el estado de ruindad al que estamos sometidos la mayoría
de los venezolanos, es, en lo fundamental, obra gubernamental. Sí, como
ocurre en otras latitudes, los gobernantes disminuyeran el torrente
verbal y lo reservaran para comunicarle al país cosas importantes y, al
menos, revisaran su calamitosa gestión, admitiendo, ciertamente, el
rosario de errores cometidos, acompañado de alguna propuesta seria de
corregir entuertos, tal cosa serviría de bálsamo para calmar tanta
penuria y el desánimo y la desesperanza que embarga a los venezolanos.
La situación a la que hemos llegado por haber dejado el país en manos
ignaras, ladronas y corruptas, manejadas como títeres desde el exterior,
es, verdaderamente, lamentable.
El día martes 25 de agosto del
año en curso, en horas de la noche, el señor Presidente de Colombia, se
dirigió al país, en cadena nacional, acompañado de tres de sus ministros
más importantes, y, en no más de 10 minutos, dijo al país y al mundo,
lo que tenía que explicar respecto a la absurda, innecesaria,
inconveniente y antihumanitaria medida adoptada por el gobierno de
Venezuela de cerrar la frontera colombo-venezolana, declarar un estado
de excepción e iniciar un proceso de persecución, atropello y
humillación a los nacionales de Colombia, que, por alguna razón,
permitida, hacen vida en Venezuela y dinamizan esa zona, creación
humana, denominada frontera, que, para decirlo con palabras del gran
poeta y humorista venezolano, Aquiles Nazoa, se trata sólo de puntos y
rayas, que, en algún momento de la historia de la humanidad,
desaparecerán, justo, cuando el concepto de soberanía territorial
carezca totalmente de sentido, y, una nueva manera de dividir y separar a
los seres humanos entre en escena. Lo que se denomina frontera, para
separar un territorio de otro, si tal punto y raya está habitado, esa
frontera es, por encima de todo, humana, no física. Es lo que se conoce
como frontera viva, pues, la población que la habita, de uno y otro
lado, no entiende de separaciones absurdas, se trata de una zona de
libre tránsito por más limitaciones que se quieran imponer. Este hecho,
tan sencillo, tan real y objetivo, resulta inentendible para el gobierno
venezolano, razón por la que ve molinos de viento en todas partes y, en
su locura y desesperación, arremeta contra los espejismos, pues, tal
cosa le resulta mejor que ver la realidad tal cual es. A un hecho
cotidiano que sucede diariamente en el país, los gobernantes venezolanos
de ocasión atribuyen la causa de su desastrosa gestión. En el pasado
reciente, cuando el viento soplaba favorable a la petro- chequera, y,
se necesitaba de la ayuda electoral de los hermanos colombianos, la cosa
no era vista así. Se procedió a otorgar cédulas venezolanas a granel,
para garantizar votos y una clientela electoral, apetecible, nada
desestimable. Con cierta agudeza e ironía, podría decirse, que la
suerte de Venezuela, en algún momento electoral, la decidió Colombia,
para no hablar de otras influencias determinantes. En la actualidad, los
ciudadanos colombianos de frontera son mal vistos por el gobierno
venezolano. A ellos, atribuye la calamitosa situación que padecemos en
el
país. Atribuir al contrabando y a la inseguridad que se vive
en algún lugar del país, es, sencillamente, un obrar propio de mentes
limitadas para todo.
El contrabando o, mejor, la extracción de
bienes y servicios sin cumplir con las formalidades fiscales que acarrea
el tránsito de mercaderías, no es causante en lo más mínimo de la
escasez y desabastecimiento de productos en el mercado venezolano.
Tampoco, lo es, esa nueva figura mercantil denominada “bachaqueo”, la
cual, de la noche a la mañana, se ha reproducido como hongos, y, hoy,
constituye, simplemente, un nuevo y más importante, canal de
distribución.
El “bachaqueo” es una política social y económica
del Estado venezolano. Ha sido la forma conveniente adoptada para
comercializar la escasa producción nacional y la importada, a precios
subsidiados, para dar la impresión de abundancia y de precios bajos,
con lo que se alienta y justifica los controles y la promulgación de esa
aberrante “ley de precios justos” y la creación de su enorme centro de
corrupción, denominado pomposamente “superintendencia”.
El
“bachaqueo”, como canal de distribución de bienes y servicios, puede,
ya, ser estudiado y clasificado como canal formal de distribución, de
varias formas. Hay “bachaqueo” al detal, al menudeo, y al por mayor;
hay “bachaqueo” formal e informal; y, hay “bachaqueo” vulgar y el
sofisticado. En síntesis, el “bachaqueo” se ha consustanciado con la
vida diaria del venezolano, ha pasado a formar parte de la cotidianidad,
y, para algunas personas, pasó a ser fuente de trabajo y su modo
ordinario de obtener los medios económicos de subsistencia. Pero, para
el gobierno nacional, para algún sector productivo empresarial, para las
mafias importadoras, se convirtió en la mejor política de liberación de
precios. Una liberación de precios acordada desde un centro de
inteligencia, distinto o no, al Banco Central de Venezuela, que dicta
la política monetaria y la paridad cambiaria a su antojo, convirtiéndola
en marcador o punto de referencia para todas las transacciones
mercantiles en el país.
Los precios de los bienes y servicios,
así como el margen de ganancia del productor directo, del importador,
del transportista, del mayorista y del detallista, no lo establece la
ley ni el mercado, lo establece un señor llamado “dólar today”, cuyo
centro de operaciones, según algunos entendidos , se encuentra en la
ciudad de Cúcuta-Colombia, y, a nuestro parecer, está en la esquina de
Carmelitas, en la sede principal del BCV, pues, esa paridad cambiaria
sólo puede dictarla quien tenga dólares en su poder, y, el único que los
tiene y puede disponer libremente de ellos, es el BCV, es decir, los
altos funcionarios gubernamentales; por consiguiente, es a ellos, y,
sólo a ellos, a los que beneficia enormemente, riqueza fácil y mal
habida, el desmadre económico en el que se ha convertido la economía
nacional. Venezolanos, todos, entiendan bien. No hay “bachaqueo”, hay
liberación de precios.
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