EL MITO SE DERRUMBÓ
Absalón Méndez Cegarra
El
pasado 28 de junio del año en curso, rodó por el suelo muchas caretas
y varios mitos fueron derrumbados, entre ellos, el principal, el de
la supuesta fortaleza, unidad e invencibilidad del PSUV, como partido
de gobierno. Las comparaciones entre una y otra votación propia o
extraña e, inclusive, los números de votos dados a conocer,
independientemente de su certeza y confiabilidad, poco importan, a la
hora de la verdad, lo interesante del acto electoral denominado
primarias es su significado como escenario preliminar de las
elecciones parlamentarias, anunciadas por el CNE, para celebrarse el 6
de diciembre del año 2015, sí, es que llegamos, felizmente, a buen
puerto, lo que está por verse, ante tantos factores adversos.
En
la mesa de juego electoral se ha colocado, al parecer, un paquete de
naipes nuevo. En principio, las cartas no están marcadas. El juego, en
consecuencia, es y debe ser limpio. A los jugadores, más que al
supuesto árbitro, que no es tal, sino el tahúr acostumbrado a marcar las
cartas para inclinar la balanza a favor del dueño de casino,
corresponde establecer las reglas del juego.
Ha quedado en
evidencia que la gran mayoría de población electoral en Venezuela es
libre pensadora, es decir, no está alineada ni a un sector ni a otro,
sin que tal conducta pueda interpretarse como rechazo a las
organizaciones partidistas o condena a la adhesión a cualquier
corriente político-ideológica. La lectura correcta, a nuestro entender,
está en la línea de la desaparición del mito de la polarización
electoral. Ni el PSUV, ni la MUD, pueden hablar, hoy, con propiedad, de
una polarización de la población venezolana, a juzgar por los resultados
preliminares alcanzados en las elecciones primarias. Si esta lectura
no se hace debidamente, y las elecciones del 6 de diciembre se dan,
tendremos muchas sorpresas.
PSUV y MUD, han pasado a ser fuerzas
electorales minoritarias. En condiciones normales no tienen con que
ganar una nueva elección del tipo que sea. Chávez y el rechazo a él, en
este momento, no son los grandes electores. Eso, ya no sirve para nada;
al contrario de lo que piensa el PSUV, lanzar a Chávez a la contienda
electoral es contradictorio, contraproducente, pues, la gente chavista,
tiene un argumento perfecto para negar el apoyo a Cabello, Maduro y el
PSUV, el cual se deja oír en cualquier esquina: “yo era y soy chavista;
pero, no madurista, y, no votaré por ellos”. La razón, a juicio de los
opinantes, Chávez, era buen Presidente; pero, Maduro, no sirve para
nada”. La población chavista, curiosamente, no inculpa a Chávez del
desastre que vivimos, pero, sí, inculpa, con mucha fuerza, a Maduro y a
Cabello, el dueto presidencial. Esta es la posición de la población
venezolana y los militantes y no militantes del PSUV se la hicieron
saber de manera clara y contundente el domingo 28. El PSUV-gobierno, ese
día, ni siquiera, abusando hasta el infinito del poder, con el CNE de
aliado incondicional, y, arriando obligatoriamente a los funcionarios
públicos a votar, bajo amenaza de perder el empleo, acto indebido y
contrario a la Constitución de la República; y, de quitar los
beneficios sociales otorgados vía misiones
(concedidos por
Chávez), como si se tratase de bienes propios dados en custodia o
préstamo por el gobierno, lo que irrita y molesta a los beneficiarios,
logró que concurrieran a las mesas electorales un tercio de la
supuesta militancia, patria o muerte del PSUV; es decir, sin quererlo,
se contaron a la luz del día. Algo similar, ocurrió, en el lado,
aparentemente, contrario, en el que se discute, todavía, si se va a las
elecciones parlamentarias de manera unitaria o dividida en parcelas,
dando, por supuesto, que el viento sopla a su favor.
En la
Venezuela actual el gran elector, quien tiene la capacidad real,
efectiva, de ganar e inclinar la balanza, es, simple y sencillamente,
la enorme masa electoral, digamos, de aluvión, que, no afecto a ninguna
situación pre-configurada, concurra a votar, no por polos o algo
parecido, más de lo mismo, sino por quien genere la suficiente
confianza y garantice que irá al Parlamento, a la Asamblea Nacional,
con la firme intención de cambiar el actual caos en que se encuentra
el país, a pesar de las dificultades formales y no formales que pueda
existir para ello; por consiguiente, no se trata de organizaciones y de
las mismas caras que han hundido el país hasta más no poder, se trata de
caras nuevas comprometidas con el presente-futuro de Venezuela, a las
que no debemos cerrarles las puertas. Se impone votar por personas, no
por listas o designaciones. No importa dónde estén ubicadas.
Al
finalizar la dictadura de Pinochet, en el país austral, al igual que en
la Venezuela de 1958, se constituyó una alianza denominada “Concertación
de Partidos para la Democracia”. Más, recientemente, dicha
concertación, evolucionó a lo que se denominó “Nueva Mayoría”, base de
apoyo político de la Presidenta de la República. Venezuela, tiene, hoy,
una “nueva mayoría”, un pueblo entero que rechaza un gobierno que ha
demostrado hasta la saciedad que es inepto, corrupto e incapaz de
conducir las riendas de la nación por el sendero de la paz, progreso,
desarrollo y bienestar, que no está preparado para gobernar; y, una
supuesta oposición, que le hace el dúo y sirve de maravilla. Hay visos
importantes de la conformación de esta “nueva mayoría”
Este
gobierno mediocre ya vislumbró su escenario electoral. Sí, pierde las
elecciones, enciende la pradera, con el Presidente a la cabeza. La
“oposición”, no ha dicho nada al respecto, es decir, qué hará, sí, por
ejemplo, gana las elecciones y se las arrebatan, nuevamente, o, sí,
confiada como está, las pierde. ¿Cuál es su escenario? Venezuela entere
va a votar por hombres y mujeres que cuenten con una agenda
parlamentaria y la asuman como compromiso. Agenda que contenga, entre
otros puntos, como hemos dicho, una reforma inmediata de la Constitución
que disminuya a cuatro años el período presidencial, que los titulares
de todos los poderes sean electos para igual período, que derogue la
cantidad de leyes inútiles que existe, que asuma con firmeza sus
funciones legislativas y de control del gobierno nacional. El mito de
la invencibilidad ha muerto.
Comentarios
Publicar un comentario