EL VIACRUCIS DEL VIAJERO VENENEZOLANO
Absalón Méndez Cegarra
Los venezolanos, hoy, más que nunca, debemos emprender, por diversas razones, salidas del territorio nacional. La Constitución Política de la República establece el derecho a la movilidad, a entrar y salir del territorio nacional sin limitaciones; pero, tal derecho, al igual que muchos otros, es negado con marcada frecuencia.
Entrar y salir del territorio es un verdadero viacrucis para los habitantes del territorio nacional, al igual, que la movilidad interna. Los venezolanos debemos sortear miles de obstáculos. El territorio de la República ha sido convertido en una gran cárcel.
La principal y más importante traba a superar es la de la identificación personal para poder salir y transitar por los países del mundo. El servicio de identificación, según la ley que rige la materia, es un servicio público que debe garantizar de manera gratuita el Estado venezolano, inclusive, por razones de seguridad del Estado. Tal cosa es total y absolutamente falsa. Gobierno y la supuesta oposición se han confabulado para impedir la obtención de una visa o un pasaporte, inclusive, la propia cédula de identidad.
El gobierno, en su afán de obtener ingresos, ha encarecido considerablemente la prestación de los servicios de identificación, así como los de legalización de documentos. Los aranceles correspondientes se estipulan en divisas, al igual que la mordida de los funcionarios y, supuestamente, servidores públicos. Es casi imposible que una persona común y corriente logre llevar a cabo la titánica tramitación de un documento de identificación o la legalización de documentos requerida para trámites en el exterior, sin el auxilio de gestores y el transitar por caminos verdes.
Por su parte, la falsa oposición que tenemos, la comiquita de un gobierno interino y la ayuda de la comunidad internacional, ha dado como resultado el cierre de embajadas y consulados, razón por la que los venezolanos debemos trasladarnos a lugares lejanos del lugar de residencia para realizar cualquier tramitación que amerite el uso de servicios consulares, con la consiguiente erogación de dinero y pérdida de tiempo. A esto se agrega la actitud de muchos países de la comunidad internacional que consideran a los venezolanos como los nuevos “leprosos” del mundo y extreman la exigencia de requisitos, entre ellos, el visado, para ingresar a sus territorios.
La pandemia ha hecho la parte que le corresponde. El comprobante de vacunación, es, ahora, más importante que la cédula de identidad o el pasaporte. Tal documento es exigido hasta para entrar a una panadería, a lo que se agrega la prueba PCR, requisito obligatorio para salir de Venezuela y entrar a su territorio, al igual que para ingresar al territorio de otros países.
La realización de la prueba PCR o de antígeno para conocer la positividad o negatividad de la presencia del virus covid-19, se ha convertido en un gran negocio de los laboratorios de exámenes clínicos, así como todo lo relacionado con la prevención y tratamiento de la enfermedad.
Venezuela disponía de un excelente servicio brindado de manera gratuita por el Instituto Nacional de Higiene, pues, debemos tener presente que la pandemia del covid-19, es un problema de salud pública y es obligación del Estado garantizar la salud de los habitantes del territorio; pero, el afán de lucro y de enriquecimiento fácil, determinó el cierre del servicio de laboratorio en el Instituto y su traslado a laboratorios privados, a costos que sobrepasan los 50 dólares americanos.
Los venezolanos, una vez en posesión de pasaporte, visas y pruebas de PCR, debemos hacer frente al tema boletos de viaje, oportunidad de viajes y vías de acceso. La mayoría de líneas aéreas han dejado de volar a territorio venezolano, por lo que hay que esperar que las pocas que lo hacen tengan cupo. Así, tenemos, que, los venezolanos, para viajar a España, por ejemplo, debemos ir a Turquía y desde Turquía volar a España, Para viajar a los Estados Unidos, debemos viajar, primero, a Aruba, México, Panamá o República Dominicana. Un vuelo de unas dos horas aproximadamente, tal es el caso de Caracas- Bogotá, supone un día de viaje. Hay que hacer el recorrido Caracas- Panamá- Bogotá y viceversa, con un encarecimiento de costos y estadía.
Llegar al territorio nacional es como llegar a un desierto. Un aeropuerto destartalado, sin escaleras mecánicas en funcionamiento, ascensores en mal estado, sin servicios especiales para pasajeros que los ameriten y, la sorpresa, de requisitos no advertidos oportunamente, más la prueba del PCR, que, en el supuesto que su costo no haya sido incorporado en el boleto de viaje, debe cancelarlo de inmediato en el aeropuerto, sin estimar, que, posiblemente, el viajero entrante carece de recursos suficientes para realizar dicho pago.
El viaje por tierra, a los países que así lo permitan, es aún peor. Se sortean algunos obstáculos para asumir otros mucho más riesgosos y peligrosos. Negocio de las Fuerzas Armadas, Cuerpos Policiales y la delincuencia organizada: narco guerrilla, colectivos armados.
Así, es, el calvario de los venezolanos, que, por motivos de salud, familiares, estudio o negocio, deben salir del territorio e ingresar a él. Esta situación es inadmisible e insostenible. El gobierno nacional y la comunidad internacional deben aunar esfuerzos para hacer más liviana la vida de los venezolanos. Embajadas y servicios consulares deben abrirse de inmediato, los vuelos internacionales regularizarse y los servicios de migración, extranjería e identificación personal deben ser eficientes y a costos accesibles para toda la población.
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