PROVOCACIÓN
Absalón Méndez Cegarra
El gobierno nacional, en sus dos
versiones, desde el año 1999 hasta hoy, ha venido provocando al pueblo
venezolano de manera constante, sistemática e inmisericorde. El pueblo
ha soportado con estoicismo todo tipo de vejámenes, humillaciones y
depredaciones las cuales han ido en crecimiento desde violaciones al
derecho de propiedad hasta la privación de la libertad personal, libre
movilidad en el territorio nacional y fuera de él, impedimento de la
libertad de expresión; y, lo más importante, negación del derecho a la
vida al privar de alimentos, medicinas y atención médica a la población,
es decir, abierta violación de los derechos humanos cuya garantía y
protección corresponde al Estado, establecida en la Carta Fundamental de
la República que el mismo gobierno se dio en el año 99.
La
guinda de la torta ha sido la destrucción del aparato productivo y la
erosión del signo monetario nacional para convertirlo en papel basura,
irrespetando, así, al Libertador y a todos los héroes nacionales que han
sido llevados a estampas impresas en el papel moneda, carente de
respaldo alguno.
Cuando el pueblo, atormentado por tantas
atrocidades, se resiente y protesta, lo que es legal y legítimo, se le
reprime sin piedad, se encarcela a cientos de personas, sólo con el
propósito de amedrentarlo para que guarde silencio, mientras que la
cúpula militar y civil del poder hace de las suyas. Venezuela ha pasado a
encabezar la lista de los países más corruptos. No hay actividad
alguna, pública o privada, a la cual por necesidad tiene que acudir la
ciudadanía en la que no aparezca la mordida.
Otra importante
faceta del gobierno es el engaño, la mentira, el invento de excusas
absurdas y la atribución de culpas y responsabilidades a terceros. Nunca
el gobierno asume su propia responsabilidad. Siempre hay un tercero
culpable, que bien puede ser el imperialismo norteamericano, jamás el
cubano, el chino o el ruso, la oligarquía criolla, la derecha nacional o
internacional, la guerra económica, Colombia, el saboteo, el éxodo, la
venta de monedas, el cambio climático, en fin, cualquier cosa es válida
para evadir responsabilidades.
El cinismo gubernamental es
provocador. Es una conducta enfermiza que aterra por lo descarada e
inescrupulosa. Se adoptan medidas en las que la improvisación es la
constante. Las mismas no pueden ser entendidas y explicadas por los
definidores y ejecutantes por lo que entran en un mar de contradicciones
que el pueblo sufre pacientemente. Un ejemplo es suficiente, la mal
llamada conversión monetaria y el nuevo plan económico, son un
espejismo. Los fariseos gubernamentales dicen que a los trabajadores y
pensionados se les pagará el salario y la pensión completa; pero, cuanto
se va al banco a retirar el monto del salario o pensión, la entrega es
por cuotas, el pueblo lo advierte y, sin embargo, el gobierno sigue
mintiendo. Acuerdos suscritos ayer son violados impúdicamente hoy, como
ha sucedido con el sector universitario. Se acordó establecer una escala
salarial a partir de 4,75 salarios mínimos para el primer nivel de la
escala salarial y el gobierno redujo el monto a un poco más del salario
mínimo, por lo que la tabla salarial del sector universitario es
miserable. El ataque a la educación y, en particular, al sector
universitario, es despiadado. En educación básica y media a los docentes
se les pagó un monto único igual para todos. En las universidades, esta
es fecha que no se ha hecho efectivo el pago salarial correspondiente y
se ignora
monto, fecha y forma en las que se hará efectivo. La
diáspora universitaria es alarmante; pero, el gobierno afirma que
vivimos en el mejor país del mundo en materia educativa. Nada ha quedado
en pie. No hay ordenamiento jurídico que regule la vida nacional. La
Constitución, la Ley del Trabajo, la Contratación Colectiva han quedado
para el recuerdo. Vivimos en un país anormal con cotidianidad aparente
de normalidad.
La acción gubernamental, es, sin duda,
provocadora. Pareciera que el gobierno, con fines inconfesables para el
vulgo, busca dos cosas para lograr un mismo propósito: el golpe final
para instaurar una dictadura, violatoria de todos los derechos
ciudadanos; por esta razón, propicia incesantemente la revelación, la
subversión popular, para luego decretar un estado de conmoción nacional e
instaurar un régimen dictatorial. Sí, esta acción falla, y, el pueblo
se resigna a vivir como estamos, ajustándonos a cuanta medida
gubernamental se dicte, por absurda que sea, convirtiéndolas en chistes,
como ocurre, la bota militar tiene el camino despejado.
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