VISIÓN PREMONITORIA
Absalón Méndez Cegarra
El diccionario de la lengua
española define la palabra premonición como “sensación o percepción síquica, sin
base real conocida, que informa de un hecho que ocurrirá posteriormente”.
En lenguaje más llano, es, un presentimiento que tiene una persona sobre algo
que está próximo o lejano a
suceder. Una visión anticipada. La
premonición se asocia con muchas prácticas mágico-religiosas, la adivinación,
el mentalismo, la clarividencia la
astrología y otras.; pero, también, con la predicción, entendida como actividad científica, a la que se llega después de obtener gran
información sobre un determinado fenómeno como suele suceder en los estudios
estadísticos, probabilísticos, series de datos, comportamiento regular de
algunos hechos y, por supuesto, en el análisis político, derivado del monitoreo
de ciertas y determinadas variables y acciones políticas llevadas a cabo por
actores políticos individuales o colectivos.
Utilizamos el término en este
artículo para referirnos a la visión analítica que tuvo un grupo de
intelectuales convocado por el Instituto de Estudios Políticos de la
Universidad Central de Venezuela, obra maestra del Doctor Manuel García-Pelayo,
en la oportunidad de celebrar el 30 aniversario de la Revista POLITEIA, órgano
de divulgación de la producción intelectual de dicho Instituto y sus
colaboradores.
La serie de artículos que reúne
la edición aniversario de POLITEIA, al
alcanzar los 30 años de vida editorial
(1972-2002), hecho que sorprende
en la historia de una publicación científica y periódica en Venezuela,
bien puede, con las reservas del caso, pues, no se trata de ausencia de “base
real conocida”, al contrario, muy conocida, ser calificada de premonitoria de
lo que en Venezuela iba a suceder, política, social, económica y culturalmente, después del año 2002.
El número 30 de POLITEIA da
cuenta, políticamente hablando, de dos
países llamados Venezuela que se contrastan. Venezuela, 1972; y, Venezuela, 2002.
El doctor Luis Salamanca, para el
momento Director del Instituto, en la introducción-presentación del número
aniversario de la Revista, señala lo
siguiente: “En la era chavista (1998-¿?), la tendencia de la llamada “Quinta
República”, según Meyer y McCoy, es hacia un sistema de poder dominante, que
tiene las siguientes características: un grupo político domina el sistema, de
tal manera que parece haber poca probabilidad de alternación en el poder en el
futuro previsible; la línea de diferenciación entre el partido y el Estado se
hace borrosa debido a que los cargos públicos se ponen al servicio del partido
gobernante; elecciones dudosas aunque no
totalmente fraudulentas; los partidos de oposición son ineficaces y quedando en
manos de las ONG y los medios de comunicación desafiar al gobierno y, por
último, el Estado es débil y tiene un pobre desempeño”
Visión totalmente acertada de la
situación que estamos viviendo los venezolanos desde el año 2002 hasta el
presente, lo que significa, para utilizar palabras de García Márquez, que se
trata de “una muerte anunciada” a la que los venezolanos no le prestamos, por
acción u omisión, ninguna importancia y, hoy, tenemos los fatídicos resultados.
La visión de Myers y McCoy es coincidente con la de un gran venezolano: Domingo
Alberto Rangel, quien, al prologar un libro sobre su propia persona, autoría de
José Francisco Jiménez Castillo, señaló lo siguiente: “Volvamos a lo más
sencillo. Vine a conocer a José Francisco Jiménez en los últimos años,
consecuencia del desengaño que en
nosotros dejó alguna baratija política de las que ha ofrecido nuestra buhonería
política desde 1992 (…) el 4 de febrero fue un gran fraude como cada día se
hace más ostensible (…) En el futuro no puede haber partidos exclusivos, jefes
únicos, vanguardias llenas de privilegio, así en lo económico el régimen sea lo
más nivelador o igualitario. Un sistema (…) no puede entronizar a un tiranuelo
irremovible (…)”.Justo y preciso lo que ha ocurrido en Venezuela después del
04-02-1992. Los venezolanos no vimos, oportunamente, el
hueco en el que con el transcurrir del tiempo íbamos a caer, como en efecto
sucedió. Embrujados por un encantador de serpientes y cansados de tanta
ineptitud, creímos, en un supuesto mesías o redentor, que vendría a redimir la suerte de un pueblo
sojuzgado durante 40 años de democracia representativa. Todo era engaño, falsedad.
No era un mesías. Era, por el contrario, un engendro de dictador, acompañado
por una camarilla de asaltantes del poder para beneficio personal.
Lamentablemente, la memoria del venezolano es frágil.
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