SANTO CRISTO
DE LA GRITA: PATRONO DE LA ANDINIDAD
Absalón Méndez Cegarra
La imagen sagrada del Santo
Cristo de La Grita es venerada en toda Venezuela y fuera de ella; pero, es, en
la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, Municipio Jáuregui del Estado
Táchira- Venezuela, el lugar donde se encuentra su Santuario, al cual acuden
millares de peregrinos provenientes de todos los rincones del país y naciones
vecinas, los días seis de agosto de cada año, a dar gracias a Dios, al Señor,
ante la imagen de Jesús crucificado, por los milagros concedidos.
La imagen milagrosa de Cristo es
una talla en madera de cedro que data del año 1610, por lo que la imagen tiene
408 años de existencia. Según la tradición oral, la imagen es obra escultórica
de un fraile franciscano quien, junto a sus hermanos, habitaba en una aldea muy
cercana a La Grita, Tadea, ciudad que había sido destruida ese mismo año, 1610,
por un fuerte terremoto. El fraile escultor, pidió a Dios protección y ofreció
esculpir una imagen de Cristo en la Cruz para ser obsequiada a la ciudad
devastada por el movimiento telúrico. Encontrado el tronco de madera deseado
empezó su labor escultórica y logró esculpir una imagen de tamaño casi natural,
pero, a pesar de grandes esfuerzos, no lograba tallar el rostro deseado, por lo
que abandonó su empeño, oró y se fue a descansar. Por la noche, el fraile escuchó
ruidos que provenían del taller y al acudir a revisar lo que ocurría en su
taller un rayo de luz cegó su vista y al recuperar la visión halló que la obra
había sido culminada y el rostro de la talla correspondía al que quería tallar,
por lo que la terminación de la talla se atribuye a una obra divina.
La obra escultórica que
representa a Jesús en la Cruz impresiona por la serenidad que muestra el rostro
de Cristo, motivo por lo que la devoción cristiana católica lo ha bautizado
como “Cristo de Los Milagros” o, “Cristo del Rostro Sereno”. En la actualidad,
desde el año 2010, la imagen ha sido declarada Monumento Nacional y Patrimonio
Cultural de la Nación. La iglesia católica ha consagrado esta representación de
Dios-hombre, llevado a la crucifixión, por haber cometido el delito de predicar
la palabra divina y amenazar el poder terrenal, como Patrono del Estado
Táchira, de toda la andinidad, y, seguramente, dentro de pronto, Patrono de
Venezuela.
Ante su santuario se han postrado
millones de personas de todos los estratos sociales, sin distingo de ninguna
naturaleza. Su devoción ha desbordado los límites de La Grita, del Estado
Táchira y de Venezuela, por lo que cada año, el día 6 de agosto, es visitado
por miles de personas que en peregrinación acuden a su santuario natural y al
nuevo santuario construido, precisamente, para albergar a la multitud que va a
su encuentro.
La ciudad de La Grita alberga a
una población trabajadora, noble y acogedora, es cuna de insignes hombres y
mujeres que han dado lustre a la nación en variados campos de la ciencia, la
tecnología, las letras, artes y en el campo militar, por lo que ha recibido,
merecidamente, varias denominaciones que engrandecen el gentilicio grítense:
“La Atenas del Táchira”, “Jerusalén” y “Ciudad Santuario de Venezuela”.
La imagen del Santo Cristo une al
pueblo de La Grita y en torno a ella se ha creado una organización integrada
por hombres y mujeres que se entrega plenamente para que cada año la festividad
religiosa sea una clara demostración de fe cristiana, venciendo, así, una y mil
dificultades, porque importa decir, que el pueblo tachirense, es, posiblemente,
el pueblo de la nación, mayormente castigado por la acción gubernamental
nacional y regional que padecemos todos los venezolanos.
El Estado Táchira es la entidad
federal de Venezuela que limita con la República de Colombia e históricamente
ha construido una frontera viva que hacía, en el pasado, casi imperceptible la
línea fronteriza. Hoy, no sabemos, sí, tal situación, es la causa o
consecuencia del maltrato que ha recibido esta colectividad, asediada por
factores de diversa naturaleza; y, sin embargo, el Táchira, saca fuerzas de
donde no las tiene para dar lecciones al resto del país de resistencia,
resiliencia, firmeza y honorabilidad, animado, con toda seguridad, por esa fe
en el Santo Cristo de La Grita que le acompaña permanentemente. El Táchira ha
dado pautas al país nacional en muchas direcciones. El Táchira no se rinde, no
se resigna ante la adversidad; al contrario, siempre aparece como un faro de
luz que alumbra el camino. Venezuela, espera muchas cosas buenas del Táchira.
Que el Santo Patrono bendiga el pueblo tachirense y a toda Venezuela en esta
hora aciaga.
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