CREACIÓN DE UN NUEVO MÁRTIR
Absalón Méndez Cegarra
La historia antigua y reciente de la humanidad da cuenta de la cantidad de mártires que han existido, existen y existirán en el futuro. Los mártires, por lo general, surgen como consecuencia de la persecución a que son sometidas determinadas personas por sus ideas religiosas, políticas, económicas y sociales e, igual, y, fundamentalmente, por sus acciones consecuentes con sus ideas.
El Diccionario de la Lengua Española, define, mártir, simplemente, como la “persona que ha sufrido martirio”. Y, el martirio, lo define, como:” Muerte o tormentos que alguien padece a causa de su fe religiosa. Muerte o tormentos sufridos por una creencia, una opinión, una causa. Cualquier dolor o sufrimiento físico o moral”.
La historia de la humanidad, particularmente, la que registra hechos religiosos y políticos, está llena de mártires, puede decirse, sin temor a equivocarnos, que cada momento histórico de la humanidad debe tener su mártir o sus mártires, es decir, que estamos frente a una constante histórica.
La vida, pasión y muerte de Jesús, el hijo de Dios, para la cristiandad, marca un hito histórico en la persecución religiosa, política y social; pero, sobre todo, en los criterios que privan y han privado en el aparato de administración de justicia en todos los tiempos.
Galileo y Copérnico, fueron dos víctimas de la persecución religiosa por sus revolucionarios descubrimientos científicos y de los Tribunales de la Santa Inquisición, equivalente, en Venezuela, al TSJ de nuestros días. Gandhi, Mandela, Gaitán, Luther King, Óscar Adulfo Romero, y, muchos otros más, constituyen testimonios recientes de persecución y muerte por razones ideo políticas y religiosas. En la historia encontramos momentos en los que los perseguidos pasan a ser perseguidores y viceversa. Caso evidente, el del actual Alcalde del Municipio Libertador y el de la Canciller de la República, por citar algunos casos criollos.
El juicio que se le sigue en el país a Leopoldo López, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos y a un nutrido grupo de estudiantes, funcionarios policiales, campesinos, sindicalistas y ciudadanos comunes y corrientes, es expresión clara de la persecución política que ha instaurado el gobierno nacional. Estos venezolanos son presos de conciencia y de la intolerancia gubernamental; pero, también, lo son del miedo de amigos y enemigos, porque estas personas, con su actuar, han producido un ramaje que genera sombra, y, la sombra, produce, a su vez, envidia, rivalidad, inclusive, odios entre hermanos.
El l pensamiento administrativo académico se pregunta si el líder nace o se hace. Para que exista líder debe existir, previamente, una situación de liderazgo y, quien se empodera de la misma, es líder; por consiguiente, el líder se hace, se construye, aunque no es descartable que existan ciertas condiciones innatas. Igual sucede, con el mártir. La realidad genera condiciones para que
ciertas y determinadas personas asuman posiciones que no son del gusto de los factores de poder político, económico, religioso, filosófico, cultural, lo que las convierte en polos de atracción para la persecución en frío o en caliente. Estas personas son sometidas a las más crueles torturas, vejaciones y humillaciones, contrarias a la dignidad humana, violadoras de Derechos Humanos, que pueden tener como resultado para la víctima, la cárcel, el destierro, el ostracismo o la muerte, con lo cual nace un mártir.
Leopoldo López y, por extensión su familia, es un líder y es un mártir. Un líder, porque se hizo cargo del malestar nacional y logró interpretarlo en su momento, aunque fue traicionado por seguidores y amigos de ocasión. Es un mártir, porque contra él se ha ensañado, por igual, gobierno, y, la MUD, pues, ya no podemos hablar de oposición.
Leopoldo López es un preso de Chávez y Maduro; pero, también, lo es de la media docena de dirigentes de la MUD que pugnan por lograr la candidatura presidencial, aunque para ello tengan que pactar con el diablo si es necesario, como lo vienen haciendo desde hace rato, engañando al pueblo con falsas posturas oposicionistas. López y su familia deben estar viviendo la más profunda de las decepciones. Ya nadie se acuerda de la campaña electoral que culminó el 6D, de la Ley de Amnistía y de la libertad de los presos políticos. Ellos, que se pudran en las ergástulas (“la tumba”) gubernamentales. “El muerto al hoyo, y, el vivo al brollo”, reza el refrán popular. Los presidenciables seudo opositores están en la calle y de pláceme, buscando ocasiones para dialogar, llegar a acuerdos, con el gobierno, uno de esos acuerdos, seguro, por las evidencias, debe ser mantener en la cárcel a Leopoldo López y demás presos políticos, es decir, a sus competidores, mientras menos haya, mejor, dirán en su fuero interno. La Asamblea Nacional, con su mayoría calificada, nada importa, que el gobierno haga con ella lo que quiera. Las curules parlamentarias anestesian, aquietan los ánimos y paralizan. El hambre del pueblo, tampoco, importa. Igual, las mil y una promesas de la campaña electorales. Entre el gobierno y la MUD no hay separación ni diferencias posibles.
El juicio a Leopoldo López, por su posición contraria al gobierno y, temo, que a sus compañeros, es aberrante. Es una burla. Mal, pero, muy mal, ha quedado ante la opinión pública nacional e internacional el gobierno, la oposición y el poder judicial, a todo evento similar en actuación. No es posible que se atropelle y veje a un ser humano y, aquí, no suceda nada; que se ignore y desconozca la voluntad popular expresada el 6D y no suceda nada; que se mate de hambre a toda una población y no suceda nada; que los cuerpos de seguridad del Estado se conviertan en vulgares delincuentes, se apropien de la poca comida que circula en el país, y no ocurra nada.
El gobierno y la MUD han cerrado las válvulas de escape, menos una, la que no está bajo su control: la rabia contenida de un pueblo que ya no cree en sus mensajes y está a punto de estallar. Cuando estalle, será otro aluvión que arrasará con todo lo que encuentre a su paso. El gobierno y la MUD han hecho de Leopoldo López, un mártir. Sí, vive, en la cárcel o fuera de ella, se convertirá en el Nelson Mandela venezolano. En este aislamiento de hoy le acompañan dos grandes mujeres: su esposa y María Corina Machado. Mañana, la pareja presidencial necesaria.
Absalón Méndez Cegarra
La historia antigua y reciente de la humanidad da cuenta de la cantidad de mártires que han existido, existen y existirán en el futuro. Los mártires, por lo general, surgen como consecuencia de la persecución a que son sometidas determinadas personas por sus ideas religiosas, políticas, económicas y sociales e, igual, y, fundamentalmente, por sus acciones consecuentes con sus ideas.
El Diccionario de la Lengua Española, define, mártir, simplemente, como la “persona que ha sufrido martirio”. Y, el martirio, lo define, como:” Muerte o tormentos que alguien padece a causa de su fe religiosa. Muerte o tormentos sufridos por una creencia, una opinión, una causa. Cualquier dolor o sufrimiento físico o moral”.
La historia de la humanidad, particularmente, la que registra hechos religiosos y políticos, está llena de mártires, puede decirse, sin temor a equivocarnos, que cada momento histórico de la humanidad debe tener su mártir o sus mártires, es decir, que estamos frente a una constante histórica.
La vida, pasión y muerte de Jesús, el hijo de Dios, para la cristiandad, marca un hito histórico en la persecución religiosa, política y social; pero, sobre todo, en los criterios que privan y han privado en el aparato de administración de justicia en todos los tiempos.
Galileo y Copérnico, fueron dos víctimas de la persecución religiosa por sus revolucionarios descubrimientos científicos y de los Tribunales de la Santa Inquisición, equivalente, en Venezuela, al TSJ de nuestros días. Gandhi, Mandela, Gaitán, Luther King, Óscar Adulfo Romero, y, muchos otros más, constituyen testimonios recientes de persecución y muerte por razones ideo políticas y religiosas. En la historia encontramos momentos en los que los perseguidos pasan a ser perseguidores y viceversa. Caso evidente, el del actual Alcalde del Municipio Libertador y el de la Canciller de la República, por citar algunos casos criollos.
El juicio que se le sigue en el país a Leopoldo López, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos y a un nutrido grupo de estudiantes, funcionarios policiales, campesinos, sindicalistas y ciudadanos comunes y corrientes, es expresión clara de la persecución política que ha instaurado el gobierno nacional. Estos venezolanos son presos de conciencia y de la intolerancia gubernamental; pero, también, lo son del miedo de amigos y enemigos, porque estas personas, con su actuar, han producido un ramaje que genera sombra, y, la sombra, produce, a su vez, envidia, rivalidad, inclusive, odios entre hermanos.
El l pensamiento administrativo académico se pregunta si el líder nace o se hace. Para que exista líder debe existir, previamente, una situación de liderazgo y, quien se empodera de la misma, es líder; por consiguiente, el líder se hace, se construye, aunque no es descartable que existan ciertas condiciones innatas. Igual sucede, con el mártir. La realidad genera condiciones para que
ciertas y determinadas personas asuman posiciones que no son del gusto de los factores de poder político, económico, religioso, filosófico, cultural, lo que las convierte en polos de atracción para la persecución en frío o en caliente. Estas personas son sometidas a las más crueles torturas, vejaciones y humillaciones, contrarias a la dignidad humana, violadoras de Derechos Humanos, que pueden tener como resultado para la víctima, la cárcel, el destierro, el ostracismo o la muerte, con lo cual nace un mártir.
Leopoldo López y, por extensión su familia, es un líder y es un mártir. Un líder, porque se hizo cargo del malestar nacional y logró interpretarlo en su momento, aunque fue traicionado por seguidores y amigos de ocasión. Es un mártir, porque contra él se ha ensañado, por igual, gobierno, y, la MUD, pues, ya no podemos hablar de oposición.
Leopoldo López es un preso de Chávez y Maduro; pero, también, lo es de la media docena de dirigentes de la MUD que pugnan por lograr la candidatura presidencial, aunque para ello tengan que pactar con el diablo si es necesario, como lo vienen haciendo desde hace rato, engañando al pueblo con falsas posturas oposicionistas. López y su familia deben estar viviendo la más profunda de las decepciones. Ya nadie se acuerda de la campaña electoral que culminó el 6D, de la Ley de Amnistía y de la libertad de los presos políticos. Ellos, que se pudran en las ergástulas (“la tumba”) gubernamentales. “El muerto al hoyo, y, el vivo al brollo”, reza el refrán popular. Los presidenciables seudo opositores están en la calle y de pláceme, buscando ocasiones para dialogar, llegar a acuerdos, con el gobierno, uno de esos acuerdos, seguro, por las evidencias, debe ser mantener en la cárcel a Leopoldo López y demás presos políticos, es decir, a sus competidores, mientras menos haya, mejor, dirán en su fuero interno. La Asamblea Nacional, con su mayoría calificada, nada importa, que el gobierno haga con ella lo que quiera. Las curules parlamentarias anestesian, aquietan los ánimos y paralizan. El hambre del pueblo, tampoco, importa. Igual, las mil y una promesas de la campaña electorales. Entre el gobierno y la MUD no hay separación ni diferencias posibles.
El juicio a Leopoldo López, por su posición contraria al gobierno y, temo, que a sus compañeros, es aberrante. Es una burla. Mal, pero, muy mal, ha quedado ante la opinión pública nacional e internacional el gobierno, la oposición y el poder judicial, a todo evento similar en actuación. No es posible que se atropelle y veje a un ser humano y, aquí, no suceda nada; que se ignore y desconozca la voluntad popular expresada el 6D y no suceda nada; que se mate de hambre a toda una población y no suceda nada; que los cuerpos de seguridad del Estado se conviertan en vulgares delincuentes, se apropien de la poca comida que circula en el país, y no ocurra nada.
El gobierno y la MUD han cerrado las válvulas de escape, menos una, la que no está bajo su control: la rabia contenida de un pueblo que ya no cree en sus mensajes y está a punto de estallar. Cuando estalle, será otro aluvión que arrasará con todo lo que encuentre a su paso. El gobierno y la MUD han hecho de Leopoldo López, un mártir. Sí, vive, en la cárcel o fuera de ella, se convertirá en el Nelson Mandela venezolano. En este aislamiento de hoy le acompañan dos grandes mujeres: su esposa y María Corina Machado. Mañana, la pareja presidencial necesaria.
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