AHORRAR PARA DESARROLLARSE
Absalón Méndez Cegarra
El título del presente artículo lo tomamos en préstamo del libro: “Ahorrar para desarrollarse. Cómo América Latina y el Caribe puede ahorrar más y mejor”, de reciente aparición, Editado por Eduardo Cavallo y Tomás Serebrisky, bajo el patrocinio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El lanzamiento del libro en referencia ocurrió en Chile, país considerado como la cuna del fomento del ahorro nacional debido a la reforma de la seguridad social, específicamente, del régimen de jubilaciones y pensiones. La reforma de la seguridad social en Chile, es del tipo estructural o sustitutiva, debido a que cambió el régimen de reparto y de capitalización colectiva, modelo utilizado hasta entonces para financiar las jubilaciones y pensiones, por el modelo de capitalización individual, sustituyendo al Estado como garante de las jubilaciones por el mercado y la iniciativa privada, con lo que este importante aspecto de la seguridad social se mercantilizó y se convirtió en una mercancía transable en el mercado de los servicios financieros y aseguradores, lo que dio nacimiento a las Administradoras de Fondos de Pensiones(AFP), Administradoras de Fondos de Salud(AFS) y Administradoras de Riesgos del Trabajo (ART).
Esta reforma pensional, sin duda alguna, impulsó de manera exponencial el ahorro nacional, a tal punto que ahogó la economía doméstica, pues la economía local no estaba ni está en capacidad de absorber dicho ahorro, lo que motivó que se abrieran las puertas internacionales para la inversión parcial de lo ahorrado, como pre-condición para garantizar mayor rendimiento a las cuentas individuales y, consecuencialmente, mayores montos pensionales para los ahorristas, sin considerar los vaivenes del mercado financiero el cual puede derrumbarse, como sucedió en el 2008, y puede suceder, nuevamente, en cualquier momento, y arrastrar consigo los Fondos de Pensiones, cuyos efectos son sentidos por las cuentas individuales lo que se materializa en menores montos pensionales para los ahorristas.
La reforma Chilena tuvo y ha tenido una gran influencia en los regímenes jubilatorios y pensionales de los distintos países de América Latina y el Caribe, por coincidir con el aceleramiento de la tasa de envejecimiento de la población, consecuencia directa de la disminución de la fecundidad y natalidad y de un incremento considerable de la esperanza de vida al nacer, fenómeno conocido como “transición demográfica”.
El libro: “Ahorrar para desarrollarse” puede ser leído y examinado en su intencionalidad desde diversas ópticas. El ahorro, es, por definición, un diferimiento del consumo. Se guarda, hoy, para tener mañana. No se consume todo al momento, sino se deja una provisión para ser utilizada mañana, cuando se necesite. Por esa razón, todo ahorro es previsional, sí entendemos por tal el ver anticipadamente lo que puede suceder en un determinado momento y como resultado de esta anticipación se proveen los recursos o medios para atender y dar respuesta a lo pre visto. El
ahorro, así como la solidaridad, son de la esencia de la seguridad social y, de todas las entidades aseguradoras, bien sean públicas o privadas, seguros sociales o terrestres, marítimos, privados.
El ahorro, es, en consecuencia, acumulación de dinero, de capital, también, de algunos tipos de productos no perecederos; pero para que este capital cumpla sus fines, es necesario que se incremente mediante la inversión en instrumentos rentables, seguros y confiables, lo que convierte al ahorro en un poderoso instrumento del desarrollo nacional, por cuanto tiene un efecto multiplicador en la economía. Por consiguiente, en el campo de la economía el ahorro no es cuestionable, por el contrario, es sumamente positivo y saludable; pero, no sucede igual, cuando el ahorro se utiliza como garantía de la seguridad social de las personas, sobre todo de la cuantía de las jubilaciones y pensiones y de su ajuste por la pérdida del valor adquisitivo de la moneda, cuando tal cosa se hace depender de la cantidad de dinero ahorrado individualmente.
El libro en referencia es muy interesante y recomendamos su lectura. Podemos dividirlo en dos grandes partes. La primera partes, los capítulos 1, 2, 3 ,4 y 5, dedicados a examinar, con lujo de detalles e información actualizada, el tema del ahorro y su situación en América Latina y el Caribe y el papel del ahorro como factor de estabilización económica y social. La segunda parte, de interés fundamental, integrada por los capítulos 6, 7, 8, 9 y 10, está destinada al examen de un tema transcendental: el ahorro como mecanismo para hacer frente al veloz proceso de envejecimiento de la población en América Latina y el Caribe. De estos últimos capítulos conviene destacar el 6 y el 7, destinados a pasar revista a la situación demográfica y los regímenes pensionales, bajo los sugestivos títulos:”El tiempo se acaba: “la demografía del ahorro” y “Ahorrar para el futuro: los sistemas jubilatorios”. En estos capítulos encontramos, en realidad, la verdadera intencionalidad del libro, a nuestra manera de ver, hacer un llamado de atención o de alerta a todos los países de América Latina y el Caribe para que tomen en serio lo relacionado con los cambios demográficos y los efectos de un envejecimiento creciente, sin retorno, de la población; y, lo que significa asumir la carga de una población dependiente de la seguridad social cada día en mayor número, en momentos que el “ bono demográfico” llegue a su fin y, en consecuencia, se rompa la cadena de la inter generación y la relación activo-pasivo se invierta, tal como está sucediendo en la vieja Europa y en los países de Cono Sur latinoamericano y en Cuba.
Venezuela, va camino, igualmente, al envejecimiento de su población, pero la demagogia y el populismo no permiten avizorar los efectos de este fenómeno demográfico. Tenemos, según cifras oficiales, 2.700.000 pensionados, sin incluir el número de personas jubiladas, y, carecemos de fuentes de ahorro, reservas técnicas necesarias, en capitalización colectiva o individual, para asumir este compromiso actual y futuro. Los Fondos de Pensiones como el del IVSS, se lo llevó la corrupción, y, los pocos regímenes de jubilaciones y pensiones de carácter contributivo que existen, están siendo eliminados, y, por añadidura, cada día se ofrecen pensiones asistenciales, con lo que estamos construyendo una bomba de tiempo.
Absalón Méndez Cegarra
El título del presente artículo lo tomamos en préstamo del libro: “Ahorrar para desarrollarse. Cómo América Latina y el Caribe puede ahorrar más y mejor”, de reciente aparición, Editado por Eduardo Cavallo y Tomás Serebrisky, bajo el patrocinio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El lanzamiento del libro en referencia ocurrió en Chile, país considerado como la cuna del fomento del ahorro nacional debido a la reforma de la seguridad social, específicamente, del régimen de jubilaciones y pensiones. La reforma de la seguridad social en Chile, es del tipo estructural o sustitutiva, debido a que cambió el régimen de reparto y de capitalización colectiva, modelo utilizado hasta entonces para financiar las jubilaciones y pensiones, por el modelo de capitalización individual, sustituyendo al Estado como garante de las jubilaciones por el mercado y la iniciativa privada, con lo que este importante aspecto de la seguridad social se mercantilizó y se convirtió en una mercancía transable en el mercado de los servicios financieros y aseguradores, lo que dio nacimiento a las Administradoras de Fondos de Pensiones(AFP), Administradoras de Fondos de Salud(AFS) y Administradoras de Riesgos del Trabajo (ART).
Esta reforma pensional, sin duda alguna, impulsó de manera exponencial el ahorro nacional, a tal punto que ahogó la economía doméstica, pues la economía local no estaba ni está en capacidad de absorber dicho ahorro, lo que motivó que se abrieran las puertas internacionales para la inversión parcial de lo ahorrado, como pre-condición para garantizar mayor rendimiento a las cuentas individuales y, consecuencialmente, mayores montos pensionales para los ahorristas, sin considerar los vaivenes del mercado financiero el cual puede derrumbarse, como sucedió en el 2008, y puede suceder, nuevamente, en cualquier momento, y arrastrar consigo los Fondos de Pensiones, cuyos efectos son sentidos por las cuentas individuales lo que se materializa en menores montos pensionales para los ahorristas.
La reforma Chilena tuvo y ha tenido una gran influencia en los regímenes jubilatorios y pensionales de los distintos países de América Latina y el Caribe, por coincidir con el aceleramiento de la tasa de envejecimiento de la población, consecuencia directa de la disminución de la fecundidad y natalidad y de un incremento considerable de la esperanza de vida al nacer, fenómeno conocido como “transición demográfica”.
El libro: “Ahorrar para desarrollarse” puede ser leído y examinado en su intencionalidad desde diversas ópticas. El ahorro, es, por definición, un diferimiento del consumo. Se guarda, hoy, para tener mañana. No se consume todo al momento, sino se deja una provisión para ser utilizada mañana, cuando se necesite. Por esa razón, todo ahorro es previsional, sí entendemos por tal el ver anticipadamente lo que puede suceder en un determinado momento y como resultado de esta anticipación se proveen los recursos o medios para atender y dar respuesta a lo pre visto. El
ahorro, así como la solidaridad, son de la esencia de la seguridad social y, de todas las entidades aseguradoras, bien sean públicas o privadas, seguros sociales o terrestres, marítimos, privados.
El ahorro, es, en consecuencia, acumulación de dinero, de capital, también, de algunos tipos de productos no perecederos; pero para que este capital cumpla sus fines, es necesario que se incremente mediante la inversión en instrumentos rentables, seguros y confiables, lo que convierte al ahorro en un poderoso instrumento del desarrollo nacional, por cuanto tiene un efecto multiplicador en la economía. Por consiguiente, en el campo de la economía el ahorro no es cuestionable, por el contrario, es sumamente positivo y saludable; pero, no sucede igual, cuando el ahorro se utiliza como garantía de la seguridad social de las personas, sobre todo de la cuantía de las jubilaciones y pensiones y de su ajuste por la pérdida del valor adquisitivo de la moneda, cuando tal cosa se hace depender de la cantidad de dinero ahorrado individualmente.
El libro en referencia es muy interesante y recomendamos su lectura. Podemos dividirlo en dos grandes partes. La primera partes, los capítulos 1, 2, 3 ,4 y 5, dedicados a examinar, con lujo de detalles e información actualizada, el tema del ahorro y su situación en América Latina y el Caribe y el papel del ahorro como factor de estabilización económica y social. La segunda parte, de interés fundamental, integrada por los capítulos 6, 7, 8, 9 y 10, está destinada al examen de un tema transcendental: el ahorro como mecanismo para hacer frente al veloz proceso de envejecimiento de la población en América Latina y el Caribe. De estos últimos capítulos conviene destacar el 6 y el 7, destinados a pasar revista a la situación demográfica y los regímenes pensionales, bajo los sugestivos títulos:”El tiempo se acaba: “la demografía del ahorro” y “Ahorrar para el futuro: los sistemas jubilatorios”. En estos capítulos encontramos, en realidad, la verdadera intencionalidad del libro, a nuestra manera de ver, hacer un llamado de atención o de alerta a todos los países de América Latina y el Caribe para que tomen en serio lo relacionado con los cambios demográficos y los efectos de un envejecimiento creciente, sin retorno, de la población; y, lo que significa asumir la carga de una población dependiente de la seguridad social cada día en mayor número, en momentos que el “ bono demográfico” llegue a su fin y, en consecuencia, se rompa la cadena de la inter generación y la relación activo-pasivo se invierta, tal como está sucediendo en la vieja Europa y en los países de Cono Sur latinoamericano y en Cuba.
Venezuela, va camino, igualmente, al envejecimiento de su población, pero la demagogia y el populismo no permiten avizorar los efectos de este fenómeno demográfico. Tenemos, según cifras oficiales, 2.700.000 pensionados, sin incluir el número de personas jubiladas, y, carecemos de fuentes de ahorro, reservas técnicas necesarias, en capitalización colectiva o individual, para asumir este compromiso actual y futuro. Los Fondos de Pensiones como el del IVSS, se lo llevó la corrupción, y, los pocos regímenes de jubilaciones y pensiones de carácter contributivo que existen, están siendo eliminados, y, por añadidura, cada día se ofrecen pensiones asistenciales, con lo que estamos construyendo una bomba de tiempo.
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