Absalón Méndez Cegarra
Pedimos en préstamo al famoso cantautor español Manuel Álvarez Beigbeder Pérez, el título de una de sus canciones más bellas,
interpretada por numerosos cantantes, para dar cuenta de lo sucedido en país.
En Venezuela, en necesario repetirlo una y mil veces, todo se derrumbó. El país, la nación, la sociedad, ha sido
destruido por completo, inclusive, en sus tejidos más íntimos. Pareciera que un
fenómeno natural, una suerte de huracán, de esos que destruyen con furia inusitada todo lo que encuentren a su paso, ha hecho presencia en todo el territorio
nacional.
En una ocasión señalamos que ningún acontecimiento que ocurriese en el
país despertaba la atención de los venezolanos, acostumbrados, ya, por fuerza
de los hechos, a presenciar y vivir los más disímiles e inesperados
acontecimientos. Lo que en algún otro lugar es, al menos, motivo de curiosidad,
preocupación y angustia, entre nosotros, es algo natural, normal.
Hace pocos días, un grupo de parlamentarios, acallado por la dirigencia
de la Asamblea Nacional, dio a conocer la audición de una conversación grabada,
atribuida, según la voz que se escucha, supuestamente, a un personaje siniestro
de la política oficial venezolana, vocero oficial de la letrina en la que se ha
convertido el gobierno nacional a partir del año 1999. En esta conversación,
sostenida, por el supuesto autor, con representante de un gobierno extranjero, se
retrata de cuerpo entero las miserias y
la podredumbre del gobierno nacional y sus actores fundamentales.
En la conversación de marras,
independientemente de si trata de un acto lícito, de una prueba admisible y de
la manera como fue dada a conocer, es
posible identificar dos aspectos: a) La autoría; y, b) El contenido.
La autoría, como hemos dicho, es atribuida a un personaje capaz de
hacer eso y mucho más, acostumbrado a
grabar conversaciones, enlodar personas honorables, ofender, ultrajar, difamar, proferir insultos, reírse de sus semejantes, prevalido de una situación
de poder, envuelto con un manto de impunidad absoluta. Su programa de televisión abominable, cloaca abierta, en la
planta televisiva oficial del Estado venezolano, es un espacio para excretar con saña cuanta basura existe;
por consiguiente, no es de extrañar que una persona de ese talante pueda,
llegado un momento y, por circunstancias que se conocerán en alguna
ocasión, en estrecha alianza con un
gobierno extranjero, dar a conocer las
irregularidades que cometen sus
camaradas, posiblemente, como venganza porque, por alguna razón, ha
quedado fuera del reparto de la gran torta, o, porque ha perdido influencia, luego de tenerla toda.
Ignoramos si se trata de un montaje o no; pero, los hechos posteriores a la
divulgación de la conversación en referencia,
delatan al autor en ciernes totalmente. En todo caso, la autoría, en
nuestra opinión, es lo menos importante. Lo más significativo del autor, sea quien sea, es que se trata de la comisión del delito de traición a la
patria, toda vez que el informe sobre las miserias de los hombres y mujeres del gobierno, lo
presenta como un acto de deber
frente al gobierno cubano, quien ha hecho de nuestro
país, con la anuencia del gobierno
venezolano , de ayer y de hoy, una
suerte de protectorado a la usanza de la figura jurídica, para no hablar de
coloniaje, utilizada en el pasado por
los grandes imperios para repartirse el mundo e incorporado como política frente a determinadas situaciones
internacionales, por las Naciones Unidas.
Lo más importante es el contenido. Sí, la autoría ofrece dudas
razonables, no ocurre lo mismo con el contenido de la conversación. Esta
revela, dibuja, fotografía, describe y narra lo que la población venezolana
entera conoce desde hace quince años de las miserias del poder que hemos
padecido los venezolanos durante tres largos
y tenebrosos lustros. Cada uno de los venezolanos, incluyendo a los
afectos al partido oficialista, al gobierno,
sabe y le consta que lo dicho es la pura verdad. El grado de corrupción
en el alto y medio gobierno es de proporciones gigantescas. El
resquebrajamiento ético y moral no tiene parangón en la historia venezolana. En
todo caso, lo que llama la atención es
que la lista de los malhechores sea tan corta.
Ahora bien, si lo dicho es del conocimiento público, no desvirtuado por
nadie, preguntamos: ¿Qué camino debemos seguir los venezolanos? Acostumbrados,
como estamos, a mirar con indiferencia
el acontecer nacional. El oficialismo, como era de esperar, ya se pronunció. Lo sucedido
es normal, se trata de simples chismes de la oposición con miras a dividir al
PSUV; por consiguiente, no hay conducta delictiva que investigar. Capítulo
cerrado. Por su parte, el sector opositor, responsable de la divulgación de la
conversación, sólo ha dicho que su propósito es que se investiguen los hechos
de los que da cuenta el autor o supuesto autor de la conversación grabada;
pero, resulta que esta petición no tiene destinatario, es una petición al
vacío, toda vez que los autores de los delitos cometidos no pueden investigarse
a sí mismos. Pareciera, en consecuencia, que la única vía que nos queda a los
venezolanos para no seguir siendo los “pobrecitos del mundo”, es que la
comunidad internacional repudie los hechos, se solidarice con el pueblo
venezolano, deslegitime la
institucionalidad existente y haga valer la serie de instrumentos que los
países del mundo han suscrito en los diferentes foros para defender la vida
democrática, restablecer la libertad y el Estado de Derecho, sustituidos por la
barbarie y el abuso de poder, lo que es contrario a las ideas libertarias que
recorren los pueblos de la tierra.
En Venezuela, ya han pasado varios días de haber encendido el
ventilador; pero, todo tiende a la normalidad, pues, el tiempo, es el mejor
amigo y, para el gobierno, resulta excepcional. Si lo sucedido no genera otra
acción distinta al análisis político, definitivamente, será cortina de humo
para ocultar otros hechos, y, el país, se derrumbó en nuestras manos.
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