Absalón Méndez Cegarra
Los venezolanos hemos quedado estupefactos
al ver y oír por los canales de
televisión y por las redes sociales, la reproducción de la entrevista del
Alcalde del Municipio Libertador del Distrito Capital, señor Jorge Rodríguez, concedida al
personaje siniestro que dirige un programa de pésima factura en Venezolana de Televisión (VTV), a propósito
de las elecciones primarias celebradas por la oposición (Mesa de la Unidad
Democrática), el día 12 de febrero de 2012, para la escogencia del candidato del sector opositor, a competir en las elecciones presidenciales
del 7 de octubre del mismo año, las cuales ganó holgadamente Henrique Capriles
Radonsky. Este triunfo de HCR, anunciador de triunfos por venir, sorprendió
totalmente al oficialismo, debido a que jamás imaginó que a unas elecciones de
este tipo, de asistencia absolutamente voluntaria, concurriesen más de tres
millones de personas y que el ganador haya captado dos tercios de la votación
total. Ante este hecho insólito, inesperado para el oficialismo, de inmediato,
como es su costumbre, vino la descalificación y la siembra de dudas sobre su
veracidad. El Alcalde Jorge Rodríguez, experto en todo tipo de trapisondas y
marranerías electorales, conocedor de la
conducta proyectiva y del actuar del subconsciente de los seres humanos, se dedicó
a la tarea de analizar dicho evento electoral. Con lujo de detalles fue
desvirtuando uno a uno los pasos del proceso para demostrar que las primarias
de la oposición constituían un caso de fraude electoral. En la entrevista de
marras, la cual no tiene desperdicio alguno, señala punto por punto la forma o
manera como se materializó el fraude.
El señor Jorge Rodríguez, ex
presidente del Consejo Nacional Electoral y ex vicepresidente de la República,
cargo que luce como premio a su gestión en el organismo electoral, dio al país
una clase magistral, con uso de los mejores recursos didácticos, sobre la mejor
manera de cometer fraude electoral, experticia alcanzada en sus años de Rector
electoral, lo que revela que sabe del asunto.
En primer término, negó que a las
primarias hubiese concurrido tanta gente. En segundo lugar, haciendo análisis
del comportamiento electoral del venezolano, lo que al parecer, conoce muy
bien, negó que a determinada hora del día, las expectativas de votación
estuviesen colmadas. En tercer término, negó el tiempo utilizado para votar y,
de nuevo, acudió a la experiencia, para señalar el tiempo promedio de duración del acto de votar en elecciones en
Venezuela para un cargo, para dos o más. En cuarto lugar, se desgranó en
señalamiento sobre cómo se comete fraude electoral en Venezuela: voto múltiple;
multi cedulados; voto de personas fallecidas; mesas sin testigos, en la que
todos los miembros se ponen de acuerdo; uso de tinta que se extingue con facilidad; en fin, todo un rosario de
cosas, las cuales se corresponden con todo lo que en la actualidad está
denunciando HCR, quien se considera, con razón, ganador en las elecciones del
14 de abril de 2013, y, quien ha sido víctima de un fraude electoral, cometido
por el oficialismo, siguiendo al pie de la letra las lecciones impartidas por el Jefe de Campaña del
candidato oficial, dueño y señor del árbitro electoral.
Ahora bien, el meollo de la
cuestión, el punto donde a Jorge Rodríguez se le salió la clase y puso en
evidencia, su doble discurso, su doble
moral y su actuar contradictorio, es cuando entra a analizar el tema de las
auditorías electorales. En este punto
explica al más mínimo detalle cómo se hace una auditoría de un proceso
electoral. La necesidad de cotejar el número de comprobantes depositados en la
caja o urna electoral, con el cuaderno de votación en el que consta las
personas que han votado, el número de
cédula de identidad del votante, su huella
dactilar y su firma autógrafa y,
finalmente, el cotejo con el acta de escrutinio que remite la mesa a la Sala de
Totalización del CNE y los testigos a sus respectivas organizaciones políticas.
En la auditoría, dice Rodríguez, se revisa todo, y, en las elecciones primarias, la oposición se negó a la
auditoría, sencillamente, según él, porque no se quería quedar en evidencia que se había
cometido fraude. Exactamente, lo mismo que está haciendo el Jefe de campaña
oficialista, el gobierno nacional y el CNE, tanto como decir, tres personas en
una.
Los venezolanos, de memoria frágil,
debemos recordar que un interesado interpuso un recurso electoral ante el
Tribunal Supremo de Justicia y el Magistrado, a quien correspondió elaborar la
ponencia, requirió de la Doctora Teresa Albanes, Presidenta de la Comisión
Electoral de la MUD, la entrega de las urnas electorales y de los cuadernos de
votación, para verificar la exactitud de los resultados. La MUD, a los fines de
proteger la privacidad y el secreto del
voto, había anunciado que, al finalizar el proceso, el material electoral sería
destruido, lo que en efecto ocurrió. Esto fue motivo para amenazar con
privación de libertad a la Dra. Albanes y demás miembros de la Comisión
Electoral y para imponerle una sanción pecuniaria de altísimo monto. El señor
Rodríguez, señaló que, tal proceder, negarse a la auditoría plena, significaba
tapar las evidencias de fraude.
¿Qué dice, ahora, el señor
Rodríguez, cuando cada paso fraudulento
dado a conocer por él, se ha materializado en la elección del 14 de
abril? Todo lo contrario. No es necesaria la auditoría. No es necesario el
cotejo de los votos registrados en la máquina de votación, con los
comprobantes, con el cuaderno de votación y con el acta de escrutinio. El
sistema electoral es automatizado o
sistematizado como refiere la Presidenta del TSJ, está blindado, no lo penetra
nadie. Hay plena seguridad del resultado electoral. No ha habido fraude. Ante
esta afirmación, se le olvida al señor Rodríguez, decir, que, el mismo CNE que
tuvo a cargo las elecciones presidenciales de abril, es el mismo CNE que tuvo a
cargo la organización de las elecciones primaria de la oposición y es el mismo
que él dirigió y sigue dirigiendo, donde aprendió las lecciones que hoy imparte
a los venezolanos. Imposible mayor contradicción, señor Alcalde. Vuelva al
diván, por favor, falta le hace.
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