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Destrozado Camiula


                                                           DESTROZADO EL CAMIULA

 

                                                                                                              Absalón Méndez Cegarra

El pasado 16 de abril del año en curso, dos días después de las elecciones presidenciales, grupos armados, partidarios del oficialismo, destrozaron el Centro de Atención Médica Integral de la Universidad de Los Andes (CAMIULA), con sede en la ciudad de Mérida, Venezuela. Todo ocurrió bajo la mirada amiga y complaciente de las autoridades militares y policiales, lo que quiere decir, que contaron con su anuencia y apoyo. El gobierno nacional ha entronizado en el país la violencia, el terrorismo y la barbarie. Ha creado fuerzas para-militares y fuerzas de choque para amedrentar y agredir a la población de manera impune. El gobierno, cual  mecanismo de defensa, hace uso de la proyección para colocar y hacer ver en otras personas,  en especial en el  sector opositor, sus conductas primitivas e irracionales. Son los partidarios del gobierno, entiéndase  motorizados armados, colectivos, comunas, encapuchados, milicianos, etc, los que perturban la paz nacional. En actuar irracional, alimentado por las arengas de sus líderes,  provocan el conflicto, impiden el diálogo y siembran  pánico, terror y desasosiego en la colectividad, en busca de una respuesta que justifique  bañar de sangre calles, avenidas y centros poblados, lucha fratricida que, cual  base de legitimación,  sirva de soporte a la camarilla que ha usurpado el poder en Venezuela.

La  hermosa ciudad de Mérida, seguramente por ser territorio eminentemente estudiantil, académico, intelectual, animada por la fuerza y esperanzas que da la juventud, ha sido escenario de hechos violentos. La Universidad de Los Andes es, a decir verdad,  cuna de la intelectualidad, del saber, el  estudio y la investigación; pero, también, en ocasiones, como sucede por ejemplo con la Universidad Central de Venezuela, del Zulia y Carabobo, se le ha querido convertir en  teatro de operaciones terroristas. Hace muy poco tiempo sus residencias estudiantiles y sus alrededores fueron tomadas, posiblemente, por los mismos grupos que, en la actualidad, destrozaron al CAMIULA. En esos hechos se culpabilizó a dirigentes estudiantiles que hoy están en el exilio, huyendo, literalmente, de la barbarie de otros dirigentes estudiantiles que, a manera de premio a la inconsecuencia,  ocupan importantes cargos gubernamentales. A estos falsos  dirigentes, se les olvidó rápidamente, que, por cosas menos significativas, que las que suceden en la actualidad, fungiendo de líderes estudiantiles, usaron la capucha como carta de presentación para sus tropelías.

El CAMIULA, es una importante institución   prestadora de servicios de salud a la comunidad emeritense, en especial, a los miembros de la comunidad universitaria y sus familiares. Constituye un gran esfuerzo de la Universidad  y de los miembros que la constituyen, para remediar en parte el enorme vacío que dejan las instituciones de salud pertenecientes al sector público de la salud en el país. Cientos de personas, estudiantes de pregrado y postgrado, empleados administrativos fijos y contratados y sus respectivos grupos familiares, se benefician de los servicios médicos de calidad que ofrece CAMIULA.

No existe en el mundo razón alguna que justifique una acción tan irracional e inhumana como la cometida contra el CAMIULA. Sólo en la mente de auténticos criminales puede anidarse una conducta llena de ferocidad como la  que desplegaron los bárbaros que dispararon y arremetieron  contra las instalaciones de CAMIULA, sin importar que en su interior se encontraban  niños, ancianos, hombre y mujeres, recibiendo y prestando con esmero y dedicación  servicios de salud a gente del pueblo, posiblemente, familiares de las bestias  que causaron su destrozo. Este acto delictivo califica como delito de lesa humanidad, que debe ser repudiado por el mundo entero.

Por los medios de comunicación se ha transmitido  la especie que la acción destructiva contra el CAMIULA fue la respuesta oficial a los incendios cometidos contra Centros de Diagnóstico Integral (CDI). Al parecer,  las consignas que animaban a  los bárbaros así lo confirman. Nada más falso. Se trata de otra de las grandes  mentiras  gubernamentales.  El Personal directivo y técnico del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA), Institución que goza del aprecio y respeto tanto interno como externo, por sus limpias ejecutorias en defensa de los Derechos Humanos, luego de haber sido atacado y descalificado implacablemente por altos personeros del gobierno, ha demostrado, fehacientemente, dos cosas sumamente importantes en el actual estado de conflictividad política y social en Venezuela, producto, evidentemente, de la comisión de un fraude electoral, a saber: Ningún CDI ha sido incendiado o destruido y ninguna de las personas fallecidas como consecuencia de actos violentos de calle,  ha perdido su   vida protegiendo CDI alguno.

Las pruebas aportadas por PROVEA, evidencias de todo tipo: fotográficas, testimoniales, etc, no refutadas hasta ahora, han dejado muy mal al gobierno. Le han quitado la máscara, lo han desnudado, ha quedado sin argumento alguno que le permita justificar la violencia oficial, si es que puede hablarse al respecto de justificativo. Ni siquiera en tiempos de guerra se atenta contra las instituciones de salud; pero, es que los siervos que ha criado el gobierno, como base de apoyo, alimentados con odio y resentimiento social, no entienden de límites.

Un proceso electoral preñado de irregularidades y el desacato a la voluntad popular, expresada en las urnas electorales el pasado 14 de abril, ha determinado, como es natural, una reacción social en la población mayoritaria del país. Los venezolanos estamos firmemente convencidos que hubo fraude electoral. Por eso hay malestar en la población y se desconoce al gobierno hasta que se demuestre que lo del fraude es infundado. Las muertes, muy lamentables, habidas en actos de calle, corresponden, por decirlo de alguna manera, a ambos bandos; por consiguiente, es necesario que se investigue con objetividad e imparcialidad. Lo sucedido en el CAMIULA, no admite ningún razonamiento. Es terrorismo puro. Desde esta tribuna nuestra condena al hecho y la solidaridad a la comunidad universitaria y al pueblo de Mérida, que, es, también, nuestro  pueblo.

 

 

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