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LEY DE SATURACIÓN CRIMINAL

                                         LEY DE SATURACIÓN CRIMINAL
                                                                                                                 Absalón Méndez Cegarra
       Las ciencias criminalísticas, mediante información estadística del fenómeno criminal, han llegado a establecer dos leyes que explican el comportamiento de dicho fenómeno y su regularidad en cualquier lugar del mundo. Se trata de las leyes sociales conocidas como: Ley de saturación criminal y ley de sobresaturación criminal.
La primera de estas leyes, la de saturación criminal, establece que cada sociedad, país o grupo humano tiene capacidad para tolerar un cierto y determinado grado de delincuencia y de criminalidad, fenómeno que ha acompañado al ser humano desde su aparición en la tierra, el cual ha sido estudiado de mil maneras y desde distintas perspectivas de análisis: bioconstitucional, genética-hereditaria, psicológica, social, económica y política. Por ejemplo, Lombroso, en sus investigaciones criminales, logró descubrir en algunos delincuentes famosos sometidos a prisión, un elemento en su cerebro, no común en el resto de las personas, que calificó como atavismo, según el Diccionario de la Real Academia, atavismo, es la “reaparición de determinados caracteres procedentes de un antepasado y que no se habían manifestado en las generaciones intermedias. Instintos hereditarios, costumbres ancestrales”, por lo que el fenómeno criminal, durante algún tiempo, se explicó como algo que tenía que ver con la constitución biológica de los seres humanos, teoría que tiene muy escasos defensores en la actualidad, pues, el fenómeno, es, a no dudar, multicausal.
La ley de sobresaturación criminal, por su parte, establece que las sociedades pueden llegan a un punto de criminalidad que no pueden soportar o tolerar, debido a que la misma se ha desbordado de tal manera que a la sociedad le resulta imposible convivir con ella, motivo por el cual se impone la adopción de medidas que traten de frenar su crecimiento vertiginoso, especialmente, hoy, cuando la criminalidad presenta características no existentes en el pasado, tal es el caso de los delitos de cuello blanco o azul y el crimen organizado, ayudados, también, por los avances de la ciencia y la tecnología.
La situación criminal, que, ahora, llamamos corrupción, es posible, esté llegando a estos grados de sobresaturación. La prensa internacional y las redes sociales están dando cuenta de los niveles de corrupción a los que hemos llegado en Venezuela. Es alarmante la situación. Cada día se registra todo un sistema organizativo de corrupción que comprende a familias adineradas, de ayer y de hoy, menos adineradas y a familias pobres económicamente hablando. No se salva nadie. Pareciera que un ventilador de alta potencia se ha encendido en un pozo séptico para salpicar a todo el mundo. Con razón, ese monumento de la corrupción que es la empresa brasilera odebrecht se ha quedado enana ante la enormidad adquirida por la corrupción en Venezuela, con justificada razón la cabeza de Odebrecht ha dicho que la corrupción en Venezuela no la trajo la empresa, ya existía cuando ella llegó. Ciertamente.
Para vergüenza de los venezolanos, nuestra sociedad, por obra y gracia de la “revolución bolivariana”, es un cuerpo lleno de furúnculos purulentos. Cada día revienta uno de esos furúnculos fuera y dentro de nuestras fronteras. Los internos, pasan inadvertidos gracias a la complicidad-impunidad; y, los externos, empiezan a recibir su tratamiento.
Es alarmante la red construida por la delincuencia venezolana al amparo de la gestión gubernamental. En el pasado, sin duda, había robo de los dineros públicos; pero, nunca como ahora. Al parecer, Hugo Chávez, entronizó el robo a manos llenas, con razón lo justificó diciendo que no es delito robar por hambre; y, como quiera que el hambre no es sólo la necesidad de consumir alimentos, sino que hay distintos tipos de hambre, pues sus seguidores aprendieron muy bien la lección.
Venezuela, ha sido saqueada totalmente por delincuentes de distinto pelaje. El entramado de la corrupción es de tal magnitud y complejidad, que, por el camino que vamos, toda la población va a resultar involucrada, pues, el más mínimo contacto contamina. Durante los últimos días, hemos visto caer estatuas de barro, dueños de medios de comunicación, fundaciones y organizaciones no gubernamentales, creada para aparentar responsabilidad social, cuando, en verdad, se trata de obras, para encubrir el delito; señores y señoras encumbradas de aparente honorabilidad; herederos y herederas de un santo varón de quien se prohíbe hablar mal en Venezuela. La corrupción ha sobrepasado todo límite. El país no soporta más. Ha alcanzado el grado de sobresaturación criminal.

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