MUNICIPIO SUCRE, ESTADO MIRANDA

Absalón Méndez Cegarra

El actual Municipio Sucre del Estado Miranda es el pariente pobre de lo que ayer fue una familia acaudalada: El Distrito Sucre, integrado por los hoy Municipios Autónomos Chacao, Baruta, El Hatillo y Sucre. La nueva división política territorial ha determinado que el Municipio Sucre, se haya quedado con  la población asentada  en las Parroquias Caucaguita, Filas de Mariche, La Dolorita, Leoncio Martínez y Petare, es decir,  la concentración de población más grande de Venezuela, caracterizada por sus múltiples problemas económicos, sociales y políticos, por cuanto se trata de la población mayormente desasistida, carente de los más elementales servicios públicos. El Municipio Sucre, carece de importancia económica; pero,  por el número de habitantes que lo habita, tiene gran significación electoral y, en esto reside su atractivo.

El Estado Miranda, según el censo 2011, tiene una población total de 2.675.165  habitantes, sólo el Estado Zulia le supera en número de habitantes, es decir, que Miranda, concentra el 9,9% de la población total de Venezuela. El Municipio Sucre, uno de los 21 Municipios que integran la Entidad Federal, tiene, según INE, 2012, 665.203 habitantes;  y, según el CNE, 2013, 669.288 habitantes. La extensión territorial del Municipio es de 164 kilómetros cuadrados y el índice de densidad demográfica es de 4.056 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero, el hecho más importante, es, que, de las 5 Parroquias que conforman el Municipio, una de ellas, Petare, cuenta con una población de 412.294 habitantes.

El Municipio Sucre, por su tamaño poblacional, puede elegir,  13 Concejales Municipales, más el Alcalde; pero, la Parroquia Petare, elige, 6 de los 13 Concejales, lo que determina su importancia electoral.

Petare, se encuentra sometido a un verdadero caos. Desde hace dos semanas se ahoga en basura, entre otros males sociales. Aparentemente, este es el precio que deben pagar sus pobladores por tener como Alcalde y Gobernador a dos políticos de la oposición. Decimos, aparentemente, porque tal afirmación no es cierta. La Gobernación de Miranda estuvo en manos del segundo hombre fuerte de Venezuela; y, durante dos períodos consecutivos, el Municipio Sucre estuvo en manos de otro de los hombres de poder en la nomenclatura oficialista. Ambos señores, con todo el poder del mundo y todos los recursos posibles a su alcance, sembraron de miseria y pobreza el Municipio, dejando una estela de necesidades insatisfechas en su población, a la que alimentaron con falsas promesas, repartiendo migajas, con el fin de construir una enorme clientela electoral, la cual, en un primer momento, compró el engaño y la mentira, pero, luego, al ponerse al descubierto la patraña, afortunadamente, dio la espalda al demagogo traidor.

Hace unos días, un sinnúmero de avisos  publicitarios y  las paredes y muros de las calles y avenidas de la Parroquia Petare, adornadas con inmensos montones de basura,  han sido rayadas con consignas electorales, atribuidas al PSUV, del tipo siguiente: “Ocarïz, ineficiente”.”Nos quitaste el agua y nos degaste la basura”. “Ocaríz, + basura”. “Ocaríz, +colas”. Ocaríz, nos dejaste el caos de la Redoma de Petare”. “Ocaríz, + inseguridad”. Estas consignas, con toda seguridad, producirán, electoralmente hablando, un efecto contrario al querido por el PSUV, debido, al menos, a dos razones. Primera, el candidato oficialista para la alcaldía del Municipio Sucre, es de pésima factura, no cuenta con ninguna cualidad para ser un servidor público, no tiene carrera política, no es un luchador social, no está vinculado con la comunidad, no conoce la serie de padecimientos de la población; pensamos, inclusive, que no es habitante del Municipio. El PSUV, confundió la elección municipal con un concurso de belleza. Imaginó, equívocamente, que lanzando  como Alcalde a un jugador de beisbol, dada la afición venezolana por este deporte, era más que suficiente para obtener el triunfo. Tremenda equivocación y falta de respeto a la población votante. La segunda razón, es, que, los habitantes del Municipio Sucre no somos una suma de ignorantes olvidadizos. La situación que se presenta con la basura, no es obra de Carlos Ocaríz y su Alcaldía, aunque puede tener una cuota de responsabilidad por no informar permanentemente sobre lo que sucede al respecto; es, por el contrario, obra de un gobierno nacional que niega los recursos provenientes del Situado Constitucional al Municipio, de un gobierno nacional, que, al inicio de la gestión de Ocaríz, retiró los camiones recolectores de basura; y, de una Cámara Municipal, adversa a Ocaríz, que niega sistemáticamente todo proyecto de interés social que el Alcalde presenta a su consideración y, niega, la posibilidad de ajustar las tarifas del aseo urbano. En cuanto a las demás denuncias y acusaciones, producen hilaridad, para no decir la palabra correcta. La Redoma de Petare es una caos, ciertamente, pero, lo, es, por la desidia, tolerancia e impunidad del gobierno nacional, el cual ha permitido que calles, avenidas, plazas y cuanto espacio existe para la libre circulación de la población, haya sido tomada por los buhoneros, por kioscos, por líneas de taxi y motorizados, por terminales de pasajeros, etc, a la luz pública y con el apoyo y amparo de los cuerpos policiales y militares. Atribuir, por ejemplo, las colas y la inseguridad ciudadana que se forman y existe en  el  Municipio Sucre, a su Alcalde, Carlos Ocaríz, produce indignación y rechazo, tal afirmación  no soporta el menos análisis, sin que esto signifique que se exonere de culpa al Alcalde, por cuanto, también, en la Alcaldía y en el partido político del que forma parte el Alcalde, se juega a la demagogia y al cultivo de la clientela electoral. La inseguridad pública es un problema nacional y las colas que se forman es, de nuevo, producto del abandono al que el gobierno nacional ha condenado la infraestructura vial del país. Cómo ejemplo, tenemos, en el Municipio, Puente Baloa y la conexión de la Urbanización Palo Verde con la Avenida Boyacá o a la Autopista Francisco Fajardo. No más engaño.