JESÚS MANUEL JÁUREGUI MORENO:APOSTOL DE LA EDUCACIÓN
Absalón Méndez Cegarra
La
educación en Venezuela se encuentra en caída libre. Increíble el daño
que Hugo Chávez y Nicolás Maduro han causado al sistema educativo
nacional. De su deterioro no se ha salvado ninguno de los niveles
educativos. Razón tenían los padres y representantes a comienzos del
siglo XXI, cuando Chávez llegó al poder y dictó un decreto atentatorio
de la educación. En ese momento los padres y representantes alertaron
sobre lo que sucedería con la educación en el país si se permitían los
desafueros del chavismo, enarbolando como bandera la consigna: “con
nuestros hijos no se meta”.
La aplicación del decreto se detuvo
aparentemente, solo aparentemente, pues sus objetivos y propósitos ya
estaban en marcha con la misión cubana sobre educación. Esta misión ha
penetrado hasta los tuétanos el sistema educativo. Lo ha ideologizado.
Ha modificado planes de estudios, programas, textos, actividades
escolares, regímenes de evaluación, calendarios escolares y dotación de
útiles escolares. Ha vulgarizado y precarizado la formación del personal
docente, al extremo de llamar a cualquier ciudadano, militante del
PSUV, por supuesto, a que se incorpore a la docencia y, con algunas
horas de ejercicio, se hará merecedor de la titularidad docente. El
hecho educativo se ha perdido y la sagrada misión que la Constitución y
la Ley atribuyen a los profesionales de la docencia ha sido prostituida.
El sistema educativo se ha convertido en una escuela de formación de
cuadros, no, para la revolución, sino para la corrupción.
El año
escolar que recién ha finalizado a duras penas, logró hacerlo porque el
tiempo transcurre, no, porque se hayan alcanzado los objetivos de la
educación. El año escolar ya no es tal, se ha reducido a un poco más de
dos meses y medio. Por cualquier motivo creado por el gobierno no hay
clases: falta de agua, electricidad, transporte, etc., los alumnos dejan
de asistir al colegio. En el colegio, se pierde el tiempo por cuanto no
hay docentes para atender las asignaturas de los planes de estudio. Los
sistemas de evaluación son una burla a la inteligencia. Los alumnos
tienen que aprobar las asignaturas porque sí, tengan o no conocimientos
sobre el particular. Este lastre corre con los alumnos hasta llegar a la
universidad, sí es que la vida no los muele o tritura como hace el
trapiche con la caña de azúcar.
En los días que corren, en
momentos que la educación venezolana se derrumba, sin que mano amiga
trate de hacer algo para detener la caída al abismo, salta a nuestra
memoria la obra educativa de Monseñor Dr. Jesús Manuel Jáuregui Moreno,
quien puede ser calificado con propiedad “apóstol de la educación
venezolana”, por la extraordinaria obra educativa realizada en su época,
digna de ser tomada como ejemplo en la educación actual.
Monseñor
Jáuregui nació en Niquitao, Estado Trujillo, el 27-08-1848 y falleció
en Roma el 06-05-1905, a una edad relativamente temprana. Fue ordenado
sacerdote por el Obispo de Mérida, Dr. Juan Hilario Bosset, el 19-11-
1871.
Desde joven se apasionó por el estudio de las ciencias
físicas y naturales, la historia y la literatura y los idiomas inglés,
francés, griego y latín. En cada lugar que la jerarquía eclesiástica lo
destinó construyó obra física y espiritual de gran significación. El
sacerdocio lo acercó también a la política y ésta le dejó sus
sinsabores. Fue electo diputado a la legislatura de Mérida y al Congreso
Nacional Y, en 1883 fue nombrado vicario foráneo de La Grita en el
Estado Táchira. En el año 1884 puso en marcha su gran obra
educativa con la inauguración y puesta en marcha del Colegio Sagrado
Corazón de Jesús de La Grita. Modelo educativo de inspiración salesiana
que convirtió a La Grita en un centro educativo por excelencia de
referencia nacional e internacional.
Con sobrada razón a La Grita se le
conoce como la “Atenas del Táchira”, pues de este colegio salió toda una
generación de líderes políticos, sacerdotes, intelectuales, artistas y
militares que llegó a tener gran peso y fuerza en la política de
Venezuela a finales del siglo xix y comienzos del XX.
Monseñor
Jáuregui, en La Grita, se consagró a la educación, ciertamente, con la
creación de este colegio, cuyo plan de estudios, cuerpo docente y
régimen disciplinario asombra en nuestros días; pero, también creó
colegios para niñas, asilos y hospitales.
Como político que era,
indiscutiblemente, tenía amistad con Cipriano Castro, el líder de la
Revolución “Libertadora”, pero la amistad pronto se esfumó, fue hecho
prisionero, llevado a la cárcel y luego al destierro, fin de la
disidencia. La misma historia.
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