“EL ROSTRO HUMANO DE LA POLÍTICA”
Absalón Méndez Cegarra
Absalón Méndez Cegarra
El título de este artículo no es de nuestra autoría. Es
el que lleva un libro publicado hace algunos años por Héctor Alonso
López, dirigente y activista del partido Acción Democrática, expulsado
de la organización en el año 1996, cuando tuvo la osadía de pensar que
podía alcanzar el máximo cargo de dirección del partido sin contar con
el apoyo de la ortodoxia, los llamados líderes fundamentales e
históricos del partido.
Ignoramos la suerte política de este
dirigente quien acompañó a Carlos Andrés Pérez en las buenas y en las
malas. El libro lo hemos leído tardíamente con mucho interés y
entusiasmo. Es un libro que no puede pasar desapercibido en Venezuela y,
temo, que ocurrió. El autor, sin ínfulas de escritor de fina pluma,
logró volcar en cientos de páginas sus vivencias como dirigente político
de una organización que lo atrapó desde sus años de adolescente, a la
cual sirvió como ningún otro dirigente durante toda una vida; pero,
bebió la hiel cuando se enfrentó al Goliat partidista: el CEN de AD.
“El
rostro humano de la política” es la requisitoria que hace el autor a la
podredumbre que se concentró en las más importantes organizaciones
políticas de Venezuela que dominaron y dominan la escena durante los
últimos 60 años. Lo que estamos viviendo los venezolanos en la
actualidad es la continuación en grado superlativo de la obra
destructora que se inició con la decadencia de los partidos AD, COPEI,
PCV y sus desprendimientos el MIR, MEP, MAS, entre otros, y sus
continuadores en el siglo XXI, con el MVR y el PSUV, pues, es tarea
fácil encontrar activistas de AD, COPEI y PCV militando activamente en
el PSUV, como si nada.
“De aquellas aguas vienen estos lodos” Un
refrán de enorme contenido político que encuentra aplicación en la
narrativa de Héctor Alonso López, al dar cuenta de su transitar por los
caminos de Acción Democrática.
Obviemos, por ahora, la etapa
gloriosa de AD y de su juventud capitaneada entre otros por López, que
se inicia desde los antecedentes del partido, su fundación, conquista
del poder por el voto popular, renuncia a los ideales originarios
principistas y el fraccionalismo y la división para concentrar el
interés en los años de la decadencia partidista, período de especial
importancia para comprender la Venezuela actual por cuanto fue AD
seguida de COPEI y sus gajos partidistas los que crearon las condiciones
objetivas para que un oficial de mediana graduación rompiera el hilo
constitucional con la pretensión de usurpar el poder por la vía violenta
de un golpe de Estado.
El militar Hugo Chávez bebió todo el odio
posible en las fuentes de los partidos políticos venezolanos. El libro
de López es como una película. Cada página del libro es un cuadro o
imagen que retrata las tropelías que AD y COPEI, en combinación con las
cúpulas empresariales del país y los medios de comunicación, cometieron
para defenestrar a CAP y hacerle la cuna a Chávez. Por las páginas del
libro desfilan muchos personajes de la picaresca política venezolana,
todavía, hoy, en acción. Linchado CAP y sus fieles seguidores por
quienes tenían facturas pendientes que pasarle tal es el caso del Fiscal
General de la República del momento y los hombres y mujeres de AD que
CAP no invitó a la cena del poder, sustituyéndolos por jóvenes a
quienes se les calificó de tecnócratas, apareció el rancio liderazgo
acciondemocratista para sacarle la silla a quien de mala ley había
ganado la postulación a la Presidencia de la República; pero, al fin y
al cabo, era el candidato del partido; igual hizo COPEI con la
reina de belleza hecha candidata presidencial.
Todos corrieron a apoyar a
Salas Romer, un caudillo carabobeño que había hecho a un lado el
liderazgo histórico de los Cellis (AD) en el Estado Carabobo. Esta
dinastía, en venganza, según el autor de “El rostro humano de la
política”, se salió de la línea partidista y optó por apoyar a Hugo
Chávez. Igual proceder adoptó la masa de militantes de AD y COPEI que no
vieron con buenos ojos la vulgar jugada del liderazgo cupular de sus
organizaciones partidistas.
El triunfo de Chávez es obra de la más alta
dirigencia de AD y de COPEI, no en vano Rafael Caldera, quien por ansias
de poder y rivalidad con CAP, acabó, también, con el partido por él
fundado y, capitalizó a su favor el frustrado golpe de Estado encabezado
por Chávez, candidato ganador en las elecciones de 1998, con todos los
recursos del empresariado del país a su disposición. Partidos,
empresarios, sindicatos y medios de comunicación fueron pulverizados,
pues, así paga el diablo a quienes le sirven.
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