NULIDAD GUBERNAMENTAL
Absalón Méndez Cegarra
La necesidad de dar por terminado
el desgobierno de Nicolás Maduro y su gente obedece más a razones y motivos
relacionados con su incapacidad para gobernar, su incompetencia, su
mediocridad, la propensión a mentir, en fin, su nulidad gubernamental, que, a
cuestiones de naturaleza ideológica y política.
El vacío ideológico-político de
la mal llamada “revolución bolivariana” fue advertido desde un comienzo con la
verborrea de Hugo Chávez y su mezcolanza de ideas y lecturas mal digeridas. Sí,
en este momento, se preguntara, inclusive, al mismo Presidente de la República
o, a quien preside la ilegal ANC, cabezas visibles del PSUV, sobre la ideología
que los anima como organización política, la cual debe dar base de sustentación
a su actuar, seguro, se verían en un serio problema para responder.
Lo que
tenemos en Venezuela como acción política gubernamental no cuadra en ninguna
parte. No es capitalismo, no es socialismo, no es socialismo del siglo XXI,
tampoco, formas pre-capitalistas. Al parecer, lo que tenemos es un actuar
ciego, sin norte, improvisación pura, es decir, impulsado por la filosofía de
Eudomar Santos en la novela televisiva “Por estas calles: “como vaya viniendo,
vamos viendo”. Por supuesto que todo tiene que salir mal. El gobierno se ha
revelado ante el mundo como el más incapaz y mediocre de todos cuantos han
existido en el país y en el planeta. No existe patrón de comparación.
De ahí,
la forma cómo se defiende el gobierno ante su incompetencia. Atribuyendo
siempre a terceros su propia y exclusiva incapacidad. El eterno disco rayado de
echarle la culpa al imperialismo norteamericano, tan del gusto de la otrora
izquierda latinoamericana, según ella, causante de todos nuestros males. La
incapacidad se tapa con frases vacías de contenido como la guerra económica, el
bloqueo, como si los EE. UU fueran responsables de las ansias de dinero fácil
de nuestros gobernantes, del ladronismo de los dineros públicos, de la fuga
masiva de talentos, de la disminución alarmante de la producción petrolera, de
la quiebra de PDVSA, del sector productivo nacional y de la ineptitud de
quienes son seleccionados para integrar los equipos de gobierno.
Tres casos, para solo citar
algunos, son emblemáticos de la nulidad gubernamental, no atribuibles a
Norteamérica.
1. La designación del nuevo Ministro de Educación Universitaria. Se trata de un abogado, recién graduado en lo que el gobierno llama
universidades, ex rector de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), designado sin cumplir con los requisitos
legales y académicos, establecidos en la
Ley de Universidades vigente, artículo 28, a saber: “ El Rector, los
Vice-Rectores y el Secretario de las Universidades, deben ser venezolanos, de
elevadas condiciones morales, poseer título de Doctor, tener suficientes
credenciales científicas y profesionales y haber ejercido con idoneidad
funciones docentes o de investigación en alguna universidad venezolana durante
cinco años por lo menos”
¿Qué se puede esperar de un gobierno que ignora y
viola abiertamente la Ley? ¿Puede exigirles a los venezolanos que cumplan la
ley como corresponde? Imaginamos el funcionamiento del nuevo CNU, presidido por
este Ministro, sentado junto a los Rectores y Rectoras de las Universidades de
vieja data: UCV, USB, ULA, LUZ, UC, UPEL, UDO, UCLA. Simplemente, un Ministro
sin autoritas, cosa distinta a tener autoridad.
2.El expendio de gasolina y
lubricantes para vehículos de motor. Caso típico de incompetencia
gubernamental.
Resulta imposible entender las razones por las cuales el
gobierno no ha fijado un precio a la gasolina. Los venezolanos estamos pagando
la gasolina a un precio que supera el internacional. En los expendios de
gasolina se han instalado formas diversas de delincuencia estimuladas por el
gobierno. Toda una organización
delincuencial que compromete a la GNB, a la PNB, a PDVSA, a los expendedores y
al público consumidor. Cómo no se ha fijado un precio, cualquier precio es
bueno; y, ese precio, se presta para todo tipo de irregularidades.
3. El estado
de deterioro de la vialidad del país. Carreteras, avenidas y calles de todas
las ciudades del país parecen que han sido bombardeadas. Inmensos huecos
paralizan el tránsito, a ello se suma la falta de alumbrado, vigilancia vial y
el mal funcionamiento de los semáforos. A las autoridades bien les convendría
darse una vuelta por Santa Mónica, Los Chaguaramos, Avenida Boyacá, Redoma de
Petare y la Avenida Francisco de Miranda. En las calles de ciudades como
Caracas se refleja la cara del gobierno y su nulidad absoluta.
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