SISTEMA NACIONAL DE INGRESO
Absalón Méndez Cegarra
El pasado 9 de junio del año en
curso fueron convocados los integrantes del Consejo Nacional de Universidades
(CNU), a una sesión extraordinaria para tratar como punto único lo relacionado
con el ingreso de los estudiantes
graduados de la educación media a la educación superior.
Desde hace varios años atrás se
viene debatiendo el asunto. La situación del ingreso de los bachilleres a la
Universidad no es nueva. De importante recordación es la lucha llevada a cabo
por los llamados “bachilleres sin cupo”, movimiento estudiantil de la década de
los años 70, de gran significación en la vida universitaria del momento. Las
Universidades, contrario a lo que se piensa, no son elásticas, no se estiran o
encogen a voluntad, así como cualquier
otra institución educativa o un
hospital, por ejemplo, lo que obliga, aunque resulte contrario al derecho a la
educación o a la salud, a establecer límites o cupos, mucho más ahora, cuando
la Universidad venezolana de calidad está sometida a restricciones de todo
tipo.
La sesión extraordinaria del CNU
resultó en extremo pintoresca, a juzgar por la minuta, no oficial, de la reunión dada a conocer por las redes
sociales. El tema central y, único, por lo demás, era analizar lo referente a
lo que se conoce, pomposamente, como Sistema Nacional de Ingreso (SIN). En la
actualidad, a todo se le llama “sistema”, aun cuando se trata de piezas
totalmente desarticuladas e independientes. Sí, en verdad, estuviésemos frente
a un SNI, el mismo debería formar parte, a título de sub-sistema, del Sistema
Educativo Nacional; por cuanto resulta difícil pensar en el tema del ingreso a
la educación superior, con las dificultades que existen para ingresar a la
educación inicial, básica y media. En Venezuela, el calvario para ingresar a la
educación, pública o privada, no comienza
con la aspiración de ingresar a la Universidad, se inicia desde el
pre-escolar, medio de prueba son las colas que, desde ya, se forman en las
puertas de escuelas y liceos en busca de cupo. Por otra parte, el sistema
educativo nacional es un trapiche, una trituradora de seres humanos, cuyo
bagazo o desperdicio va quedando al margen del camino. Entre nosotros se
confunde el cupo, entendido como pupitre o un lugar en la escuela, liceo,
universidad, con el aprovechamiento cierto del hecho educativo. En Venezuela, es imposible negar que la
matrícula en todos los niveles del sistema educativo se ha incrementado en los
últimos años; pero, lo innegable, también, son los índices de deserción escolar
y la ausencia de calidad en la educación, concretamente, en los procesos de
enseñanza-aprendizaje. Años tras año va quedando un reguero de niños,
adolescentes y jóvenes a la vera del camino de la vida, triturados, como hemos
dicho, por el trapiche que permite el ingreso, exprime y expulsa, sin
posibilidades que el desecho pueda ser recuperado. En la educación inicial,
básica y media, el problema del cupo y del aprovechamiento del hecho educativo
se oculta con relativa facilidad; pero,
se evidencia en toda su magnitud y esplendor cuando el adolescente o joven
obtiene su grado de bachiller y aspira cursar una carrera universitaria. En el
pasado, el grado de bachiller era motivo de alegría personal y familiar, hoy,
por el contrario, es motivo de angustia, preocupación, frustración y
desesperanza. La educación universitaria es el cuello de botella del sistema
educativo nacional. Es un delta al que llegan por diversas vías o cauces las
aguas de la imperfección de la educación en el país. Nuestro sistema educativo
carece de salidas intermedias profesionalizante que sirvan de desagües a la
educación universitaria. El sistema educativo tiene una sola meta-objetivo: la
Universidad. Ésta, por supuesto, tiene capacidad limitada, en Venezuela y en
todos los países del mundo, capitalistas y socialistas. Ricos y pobres. No está en condiciones ni cualitativas ni
cuantitativas, para absorber, como se
merece, con educación de excelencia, la masa enorme de bachilleres que egresa
anualmente, de cualquier manera, y presiona para ingresar a la única posibilidad que tiene el bachiller para proseguir su formación: la Universidad.
Ante este hecho se impone, tardíamente, le necesidad de hacer frente al tema
del cupo universitario.
La sesión extraordinaria del CNU,
a la que hemos hecho referencia, perdió una gran oportunidad para analizar el asunto
con la debida seriedad y profundidad, objetivamente, sin demagogia y
populismo-clientelismo de ninguna naturaleza; pero, prefirió irse por el
despeñadero de la adulancia y las alabanzas a personajes que no han dejado más
legado que la ruina y destrucción nacional, cosa que atormenta, precisamente, a
los jóvenes, para quienes se piensa el SNI.
El CNU, como se sabe, y, según la
Ley de Universidades vigente, lo integra
el Ministro de Educación Universitaria, quien tiene a su cargo, nada más y nada menos, que 82
organismos adscritos; los rectores de
las universidades públicas y privadas; tres representantes de los profesores;
tres representantes de los estudiantes; dos representantes de la Asamblea
Nacional; y, un representante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas. En el CNU existe una absurda,
innecesaria e inconveniente división en cuanto a los rectores de las
universidades públicas. Inexplicablemente, se han dividido en dos grupos (AVERU
y ARBOL), como si su presencia no está dada por un interés común: el de
defender la excelencia académica de la Universidad venezolana, en procura del
desarrollo integral de la nación. Con esta división, el CNU, como organismo fundamental del Sub-sistema de
Educación Universitaria, está lesionado y afectado fuertemente en su
funcionamiento y acción. Sí, a la
división señalada, se le suma el esfuerzo que hace el Cuerpo para que todos sus
componentes comulguen, ideológicamente hablando, con la misma rueda de molino, es poco lo que
puede esperarse del CNU en materia de política educativa universitaria. En
efecto, para tratar un tema tan importante como el relacionado con el ingreso a
la educación universitaria, los rectores agrupados en AVERU, no se hicieron
presentes, lo cual no fue obstáculo para que el CNU funcionara, pues, los
restantes miembros hacen mayoría y, una mayoría, que, por lo general, no
discute, no debate, no reflexiona; solo, aprueba, aplaude y da gracias al César.
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