REGALOS NAVIDEÑOS PARA VENEZUELA
Absalón Méndez Cegarra
Venezuela, sin duda alguna, sigue siendo un laboratorio de experimentación política. Cuando se escriba la historia de los primeros veinte años del siglo XXI se conocerá la serie de procesos políticos abordados en dicho laboratorio. Entre otros, el permanente engaño y burla a la que se ha sometido a la población venezolana, embobada con una falsa “revolución”, la cual ha permitido todo tipo de ultrajes y vejámenes a la venezolanidad.
El año 2020 cierra con dos regalos navideños para Venezuela, uno bueno y otro malo, preparados en ese laboratorio del mal. El regalo malo, es la entrega de buena parte del territorio venezolano, obra cumbre del chavismo-madurismo, por la cual deberá ser juzgado en algún momento. Los gobiernos anteriores a esta dupla, no hicieron gran cosa para defender, como se debía, el territorio histórico y geográfico de Venezuela, demarcado como jurisdicción soberana, en aplicación del principio del Derecho Internacional Público, el cual regula las relaciones entre los Estado, del “utis possidetis juris”, (“como posseis de acuerdo al derecho, así poseereís”); pero, prolongaron al máximo una solución pacífica, mediante congelamiento y diferimiento de las negociaciones, integrando comisiones presididas por ilustres venezolanos conocedores de la materia limítrofe territorial.
En cambio, Chávez y Maduro, desde un primer momento, claudicaron, y, abiertamente, facilitaron la entrega del territorio Esequibo. Guyana, entendió, desde un principio y muy bien, el mensaje chavista, y, rápidamente, acudió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para dirimir una controversia territorial sin contendor, pues, el Estado venezolano, representado por la mediocridad e ineptitud gubernamental, lució incapaz de asistir como contrincante a defender algo nuestro. Ahora, vemos a un Canciller de la República, llorar, tal plañidera, por las resultas de un juicio del cual no fue parte, con una sentencia favorable a la peticiones y querencias guyaneses.
Venezuela, va camino a perder gran parte del territorio que le pertenece por derecho, en favor de Guyana, a cambio de un apoyo absurdo en los organismos de la comunidad internacional.
El control de los medios de comunicación y de la voluntad popular por parte del gobierno nacional determinará que este despojo territorial, asunto de la mayor gravedad para una nación-Estado que se respete, pase desapercibido e, igualmente, será ignorado por una comunidad internacional, que se ha mostrado cómplice de una entrega territorial pacífica y querida, disfrazada de juridicidad.
El otro regalo, digamos, el bueno, con el cual los venezolanos celebramos las navidades del año 2020, es con la noticia de la disolución de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), adefesio creado hace tres años de manera inconstitucional e ilegal, con el solo propósito de torpedear la labor de la Asamblea Nacional (AN), en manos de gente distinta al gobierno peseuvista.
Pero, ahora, resulta, según decir del gobierno, que, la ANC nunca fue creada para redactar una nueva Constitución, lo cual confirma lo que en su momento se dijo de mil maneras y el gobierno hizo caso omiso de ello. Ciertamente, esa ANC, unicolor, inconstitucional e ilegal, integrada por la más crasa ignorancia, jamás estuvo planteado redactar una nueva Constitución, eso era mucho pedir, el propósito cierto era lograr anular, torpedear, a la AN legal y legítima electa en el año 2015. Todo resultó una burda escaramuza. Una vez que, en otro proceso electoral irregular, el del 6D, 2020, buena parte de los constituyentes de pacotilla resultaron electos diputados, y, el PSUV ha conquistado de nuevo la AN, ya no hace falta la ANC perturbadora y obstruccionista, su misión ha culminado exitosamente, con más pena que gloria.
Este desaguisado debería, por sí solo, merecer el repudio de la comunidad nacional e internacional. El mismo es violatorio, una vez más, de los preceptos constitucionales y de lo que en Derecho Constitucional se entiende como poder originario y poder constituyente.
El capítulo III del Título IX de la Constitución de la República, De la Reforma Constitucional, está dedicado a la Asamblea Nacional Constituyente y, el artículo 347, dice así: “El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. El gobierno es tan lerdo que ni cuenta se da de las tropelías jurídicas que comete. Ya, antes de esta burla nacional, sumamente costosa para la nación, se había cometido otra, el retorno de los constituyentes, desincorporados constitucionalmente, de la AN, al Poder Legislativo, según se dijo, por acuerdo de una fulana “mesita de diálogo”, instancia burlada y olvidada, también, en la escasa repartición de la torta parlamentaria elaborada el 6D.
Un año fatídico para el mundo, peor, para Venezuela, cierra con dos grandes regalos navideños que oscurecen más el panorama nacional.
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