CORRUPCIÓN 2018
Absalón Méndez Cegarra
“Corrupción
2018”, es el título que lleva el Informe, que, periódicamente, publica
la organización “Transparencia Venezuela”. Este Informe reporta los más
sonados casos de corrupción que han tenido lugar en Venezuela en el año
2018. Leerlo, deja perplejo a cualquiera. Nunca antes en la historia del
país se había llevado un monitoreo de la corrupción administrativa como
el que realiza esta organización. El Ministerio Público debería
servirse de la labor de investigación que realiza “Transparencia
Venezuela”. Dentro de poco, cuando las cosas cambien en el país, y,
llegue al poder un gobierno decente, no habrá necesidad de crear un
“Tribunal de Responsabilidad Administrativa” para investigar casos de
corrupción, como sucedió con la llamada “Revolución de Octubre”, pues,
este Informe da cuenta de todo, con lujo de detalles.
En la
Introducción del Informe se señala lo siguiente: “La Gran Corrupción en
Venezuela se hizo evidente para el mundo en 2018. Medios de comunicación
y organizaciones internacionales no han parado de difundir casos cuya
relevancia viene dada por las altas sumas de dinero y por el alto perfil
de los funcionarios implicados. Frente al alcance, complejidad y tamaño
de estos asuntos, durante 2018 en transparencia Venezuela identificamos
15 casos contra corruptos venezolanos en tribunales de 6 países,
análisis que podrán apreciar en el capítulo titulado Una historia con
impacto internacional, donde los montos hasta ahora precisados por esos
tribunales alcanzan la suma de US$ 13.100.000.000”
La corrupción
en Venezuela ha llegado a límites inimaginables. Los actos de corrupción
que la historia atribuye a quienes han ejercido el poder en el país y a
funcionarios públicos de alta y mediana jerarquía, en los años de vida
republicana, quedan minimizados, aún, sumándolos todos, ante la magnitud
que ha alcanzado la corrupción administrativa en los últimos 20 años.
Guzmán Blanco, Juan V. Gómez, Marcos Pérez Jiménez, Vinicio Carrera, por
citar algunos nombres, son ejemplo de pulcritud administrativa si se
les mide con la vara con la que se debe y puede medir la corrupción en
los tiempos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, es decir, los tiempos de la
revolución bonita, la revolución bolivariana.
Extraña,
sobremanera, que los hombres y mujeres que disfrutan el poder en la
nación desde hace 20 años, disfrazados de revolucionarios, de hombres de
bien, críticos y cuestionadores de los vicios de las repúblicas
anteriores a la creada por ellos, hayan destruido totalmente el país y,
además, saqueada todas sus riquezas hasta dejar un territorio y su gente
asentada en él, en una situación exánime, de gran debilidad.
El
Informe “Corrupción 2018”, da cuenta de una cantidad importante de
casos conocidos en instancias internacionales que involucran a decenas
de personas, comenzando por el Presidente de la República, su cónyuge y
altos funcionarios y exfuncionarios gubernamentales. Pero, también,
aparecen involucrados en la trama de la corrupción: banqueros, dueños
de casas de bolsa, operadores financieros, socios de compañías de
seguro. La corrupción tiene dos caras: la del corrupto y la del
corruptor; pero, en ocasiones, las dos caras se fusionan en una sola. El
corruptor es corrupto al mismo tiempo. También, en la corrupción,
interviene, un tercer personaje, el testaferro, el lado más oscuro del
delito.
El Informe reporta hechos emblemáticos calificados como
delitos, investigados y castigados en otros países, menos en Venezuela,
pues, aquí, la corrupción es un trampolín para trepar en la red de la
burocracia estatal y privada y alcanzar mejores posiciones; y, por
supuesto, garantizar impunidad. Todo acusado de corrupción en Venezuela
se defiende con la argucia, poco creíble, de ataques del gobierno
norteamericano, cuando lo cierto es que la corrupción es la carta de
presentación del gobierno revolucionario bolivariano.
Los
nombres del Presidente, su esposa, Alejandro Andrade, Claudia Díaz,
Adrián Figueroa, Gustavo Perdomo, Raúl Gorrin, María de Perdomo,
Diosdado Cabello, Claudio Uberti, Antonini Wilson, Adrián José
Velásquez, Alejandro Betancourt, Nervis Villalobos, Francisco Convit y
otros, se repiten con marcada frecuencia en esta danza de millones de
dólares provenientes de actos delictivos. No podía faltar, por supuesto,
la reina de la corrupción: la empresa brasilera Odebrecht y su
capacidad gigantesca para corromper a varios de los Ministros y altos
funcionarios de los gobiernos de Chávez y Maduro.
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