¿A QUIEN BENEFICIA EL EXODO DE VENEZOLANOS?
Absalón Méndez Cegarra
La
migración de personas de su lugar de origen a otro lugar es un fenómeno
de vieja data. La historia de la humanidad reseña hechos de singular
importancia tal es el caso de la salida o huida del pueblo israelita de
Egipto, narrado en el Libro del Éxodo, del Antiguo Testamento.
Diversos factores: políticos, económicos, sociales, jurídicos,
familiares, determinan, en cada caso, que una persona decida emigrar de
un lugar a otro. El pueblo de Israel, se vio forzado a salir de Egipto
para liberarse de la esclavitud y alcanzar la libertad. El éxodo
bíblico, encabezado por Moisés, seguido de la alianza del Sinaí,
significó un nuevo tipo de relación de los israelitas, entre ellos y de
ellos, con Dios, mediado por un código de conducta: Los Diez
Mandamientos o el Decálogo.
La referencia al Libro del Éxodo
viene al caso al conocerse la serie de dificultades que padecen los
venezolanos, que, voluntaria o involuntariamente, deciden abandonar el
país, escapando de las penurias que se padecen en su tierra, debido al
mal gobierno de la vida nacional.
El éxodo masivo de venezolanos
está creando grandes problemas en los países que, por razones
humanitarias y principios del Derecho Internacional, deciden recibirlos.
Ningún país del mundo está en condiciones de recibir una avalancha de
personas como la que, casi a diario, sale del país con dirección
incierta o hacia países vecinos y amigos que han entendido y comprendido
las razones de la inmigración venezolana.
Los venezolanos que
han emigrado o están dispuestos a hacerlo pueden clasificarse en dos
categorías: Una, los profesionales y técnicos y personas con dinero que
emigraron o lo harán próximamente, debido a razones políticas, problemas
de seguridad y ofertas laborales atractivas. Otra, emigrantes sin
calificación laboral alguna que salen o saldrán del país agobiados,
básicamente, por problemas económicos, pobres, aquí, y, pobres, allá.
“Nuevos pobres” que invaden el mundo, a competir con los “viejos pobres”
locales. Es fácil encontrar en ciudades como Bogotá-Colombia, familias
enteras, tiradas en una acera, cerca de iglesias y centros comerciales,
pidiendo limosna, con un letrero que dice: “soy venezolano”, cual se
tratase de una enfermedad.
¿A quién beneficia este éxodo masivo
de venezolanos? Sin duda alguna, al gobierno nacional; y, por partida
triple. Menos potencialidad conflictiva, menos población electoral
opositora; y, aumento de la ficción de consumo y poder adquisitivo vía
remesas familiares. Por consiguiente, el primer interesado que este
derrame de población no se detenga es el gobierno. Es natural, entonces,
que el gobierno no haga nada para evitarlo, como en efecto ocurre.
En
la actualidad, según parece, se ha retomado el diálogo
gobierno-oposición para abordar la crisis política nacional. Noruega,
país con gran experiencia en materia de negociaciones políticas, se
ofreció como sede y facilitador para sentar alrededor de una mesa a la
representación gubernamental y de la oposición venezolanas. ¿Qué
sucedió en Oslo? No, se conoce. La sede de las negociaciones se trasladó
a Barbados. Más cerca de Venezuela. En los mentideros políticos se
habla de acuerdos en materia electoral, con lo cual se estaría
complaciendo a un sector de la comunidad internacional, parte de la
oposición venezolana y del chavismo disidente.
Un proceso
electoral sin que varíen las condiciones actuales, sin establecer nuevas
reglas, nuevos árbitros y nueva magistratura nacional y judicial, es
una burla y un engaño al pueblo venezolano.
De entrada, estaría condenado al fracaso, sería, tanto, como legitimar lo que es ilegítimo. Cambiar sin cambiar.
Algunas
cifras estadísticas referidas al éxodo masivo de venezolanos hablan de 4
o 5 millones de venezolanos que han cruzado la frontera. Otras cifras
estiman que este año y el próximo puede llegarse a los 8 millones. Si
estas cifras son reales, la salida electoral para terminar con la
usurpación no es viable. En el exterior estaría el grueso del padrón
electoral opositor, mientras que en Venezuela estaría inconmovible, el
padrón electoral patria o muerte con el gobierno de Maduro. Habría que
buscar mecanismos para que los venezolanos en el exterior pudiesen
ejercer libremente el derecho al voto. Lo demás, carece de sentido. El
gobierno obtendría un triunfo seguro, pues, su fuerte electoral se
mantiene inalterable; además, un candidato-presidente en el poder, haría
uso indebido de recursos públicos, alimentaría la clientela electoral
cultivada por muchos años, como lo ha hecho siempre y, así, tendríamos,
totalitarismo para rato.
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