Absalón Méndez Cegarra
El plato noticioso fuerte de las
dos últimas semanas ha sido el contenido de la carta pública del Dr. Jorge
Giordani, ex ministro de Planificación,
compañero de labores académicas en un
tiempo, la cual denominó: “Testimonio y
responsabilidad ante la historia”. Sobre esta misiva se ha dicho todo o casi
todo. Volver sobre ella, para los interesados en que las cosas importantes se
olviden, sería llover sobre mojado; pero, para otros, como en nuestro caso, se
trata de un documento de fundamental importancia e interés nacional, que no ha
debido pasar por debajo de la mesa a la espera que suceda otro hecho que la
sepulte para siempre, como sucede con frecuencia, conducta colectiva que
explica parcialmente el estado de postración- resignación al que nos estamos
acostumbrando.
Giordani, es un colega docente universitario
probo, inteligente y de firmes convicciones ideo-políticas, un teórico de la planificación, dogmático y ortodoxo, terco, diríamos en lenguaje
coloquial. Pensamos, para nuestros
adentros, que nunca ha debido ir a cumplir funciones gubernamentales, pues,
como dijo alguien una vez, cuyo nombre no recordamos, perdimos un
docente-investigador y no ganamos un hombre de Estado, un gobernante.
La carta de Giordani la hemos leído con detenimiento, al
igual, que la recientemente publicada del Dr. Héctor Navarro, quien sale en su defensa. Pero, la hemos leído al revés, no en el
sentido normal de una lectura siguiendo al pie de la letra el texto escrito.
No, hemos procurado buscar lo que el autor de la misiva quiso decir y no dijo expresamente, porque optó por el uso de los mecanismos de defensa
psicológicos, tal es caso de la proyección.
El colega profesor Giordani, colocó en otros, particularmente en el
Presidente Maduro, la actuación propia y la de su ídolo y demás compañeros de
gobierno, durante casi dos décadas.
El testimonio de Giordani, es un mea culpa. Al mismo tiempo, una denuncia- acusación respecto
al autor y autores de la destrucción de la sociedad nacional en todos los
sentidos. Maduro, no es, en exclusiva, el responsable de la crisis que vive Venezuela. Es corresponsable en tanto continuador y miembro del equipo gubernamental de Chávez;
pero, el verdadero y, posiblemente, único, a juzgar por lo dicho por el Dr.
Giordani, responsable es el Presidente
Chávez. Sí, Giordani, inteligente, al
fin, hubiese colocado las cosas en su sitio, es decir, si su crítica-alerta la
hace en su momento, en presencia del
autor del desastre y sus acólitos, éste, sin duda alguna, sintiéndose
infalible, lo hubiese enviado, cuando
menos, al exilio o a las mazmorras de Ramo Verde a hacerle compañía a su
compadre, el General Baduel, cuyo único delito fue haber hablado tarde como lo
hace ahora Giordani, y, éste se hubiese bañado de gloria.
La carta no es una rendición de cuentas
al país. Es, por el contrario, como hemos dicho, un mea culpa. Por eso, quienes
cuestionan la misiva, porque el ex ministro no fue autocrítico, se equivocan.
El ex ministro, ha sido, en exceso, crítico de sí mismo. Sin decirlo, cuestiona su propia actuación a la cabeza de
un gobierno incapaz, corrupto e incompetente. “El cambio social profundo y
radical de Venezuela” que le auguraba al país, se cumplió cabalmente, lo hizo
realidad Chávez, el resultado, no se hizo esperar: la destrucción nacional. Esta
destrucción del país, mal puede atribuirla Giordani a Maduro, bajo los términos de “la
gravedad de la situación planteada”, por cuanto el Presidente actual, no
ha tenido tiempo de calentar la silla
del Palacio de Miraflores. La destrucción de la economía nacional es
atribuible, repetimos, a todo lo que el colega profesor diagnostica como cosas
que debían superarse con el proceso
revolucionario, entre otros:
“dependencia de los ingresos petroleros, crecimiento de las obligaciones
del gobierno en términos del aumento de la burocracia y los justos compromisos
para atender a los pensionados y jubilados, la imposibilidad de seguir
manteniendo niveles de inflación (…) tendencia sobre la cual debían tomarse
medidas, el problema estructural de la agricultura y la electricidad, de los
precios relativos y las relaciones entre crecimiento e inflación” Estos
problemas, ciertos, por lo demás, no son obra exclusiva de Maduro, existían,
ya, cuando Maduro llegó al poder.¿ Por
qué no se solucionaron?. Este es el peso
de la herencia que Maduro recibió de Chávez, su padre, y, por no acudir al
expediente del beneficio de inventario, ahora, es culpable de la “gravedad de
la situación planteada”, lo cual no lo exculpa porque contribuyó como ningún
otro funcionario a su configuración.
Giordaní, procura salvar a Chávez de su
nefasta gestión y de la requisitoria histórica. Como protector, dice, que Chávez, “fue persona capaz de
inmolarse por y para el pueblo venezolano”. La verdad, es que quien se inmoló
por y para Chávez, fue el pueblo venezolano, y, para muestra, un país destruido
con una población empobrecida. Este es el resultado de la obra redentora de
Chávez y de la aplicación de la “Orientación de la política pública en el
inicio de un nuevo período presidencial” dada por Giordani, de lo cual nadie, ni los propios chavistas, interpretados
magistralmente por Giordani, quieren
saber nada ni hacerse responsable.
En todas las propuestas se
esconde una gran mentira. El objetivo no era sacar de la pobreza a la mayoría
de la gente, esta era y es la excusa para la corrupción y para apropiarse de
los recursos públicos. Sin pobreza se acaba el populismo y la demagogia
política y gubernamental, lo que constituyó un atractivo extraordinario en el
Presidente Chávez, atractivo que Maduro no ha podido continuar porque le falta
mucho de lo que Chávez tenía: dinero, y,
esa, al parecer, es su cruz, la cual está siendo aprovechada con creces para dejar
libre de culpas a su padre. La carta de Giordani, es, también, un llamado al gobierno para que deje en
libertad a todos los presos políticos, jóvenes y estudiantes. Ellos no han dicho ni una décima parte del mea culpa del ex ministro de Planificación
de Chávez.
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