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LA CÁRCEL GRANDE


Absalón Méndez Cegarra

La extensión territorial de la nación venezolana la ha convertido el gobierno nacional en un centro penitenciario gigantesco para mantener encerrados a los venezolanos de a pie,  sin juicio alguno, solo  por haber cometido el delito de permanecer en el país debido a las dificultades para obtener las divisas y contar con los recursos necesarios que nos permiten, según lo establece la Constitución, salir y entrar libremente a nuestro país de origen del cual somos nacionales y ciudadanos.

Venezuela, es la cárcel más grande del mundo y con el mayor número de presos. Y, como suele suceder en el mundo penitenciario, dentro de la cárcel purgan condena personas inocentes, pues, los delincuentes se encuentran en el  exterior,  dándose la gran vida, disfrutando la riqueza mal habida, con la sola excepción de los miles de venezolanos que se han visto forzados a cruzar las fronteras patrias porque en su país de origen un gobierno oprobioso aniquiló  toda esperanza y posibilidad de un presente y futuro mejor y promisor.

Al exterior han migrado dos tipos de capitales necesarios y fundamentales para el desarrollo de la nación y el bienestar de los venezolanos. Uno, el capital humano, técnico-profesional, que ha puesto su inteligencia y capacidad laboral al servicio de otras naciones. Otro, el capital producto del robo y la rapiña que ha condenado a la quiebra a la nación. Para coronar esta gran tragedia hemos sumado la entrega de nuestras riquezas a las nuevas potencias mundiales e hipotecado por años nuestra soberanía con una deuda externa que, contrario, a lo que establece la Constitución y la Ley, no se ha utilizado en proyectos de inversión, sino que ha ido a parar a los bolsillos de los denominados “boliburgueses”, como ejemplo, el llamado “Fondo Chino”.

Lo que ha venido ocurriendo en Venezuela con la mal llamada administración de divisas, desde el mismo instante en el que se reeditó con todos sus vicios y perversiones el control de cambio, retrata de cuerpo entero la incapacidad del gobierno para hacer algo   que sirva,  por insignificante que sea. Una cosa que a los ojos de cualquier observador resulta extremadamente sencilla, como lo es establecer, por razones que lo justifiquen, un control cambiario, a nosotros nos resulta de complejidad considerable, casi de imposible manejo. Pero, es que la desorganización y la oscuridad es el caldo de cultivo para el delito.

La experiencia nefasta de RECADI y su ineficacia para controlar la fuga de divisas, sí es verdad que tal fenómeno existía,  era  más que suficiente para que el  desgobierno de Chávez hiciera, de ser necesario, una cosa totalmente distinta; pero, no ocurrió así, con iguales argumentos, absurdos por lo demás, en un país mono exportador y multi-importador, se diseñó un sistema de administración de divisas orientado a alimentar con creces la corrupción y a desangrar, por los cuatro costados, la economía nacional y el ingreso de divisas  proveniente de la renta petrolera.

En Venezuela, nunca antes se había vivido y permitido un robo público, descarado, abierto e impune como el que reina en la actualidad. Cómplice de tal situación es la improvisación de medidas, adoptadas de buena o mala fe,  con intención o sin ella, producto de la negligencia o impericia; pero, lo cierto es que se construyó un sistema que le vino como anillo al dedo a la corrupción.

CADIVI, primero; luego, SICAD I;   seguidamente, SICAD II;  y, ahora, otra promesa de un cambio único, son pruebas fehacientes del ensayo y error al que nos tiene acostumbrados el gobierno nacional, mientras tanto el robo anda por sus fueros, libremente, con autoría de  pleno conocimiento del gobierno e instancias contraloras, la cual guarda como secreto de Estado, a sabiendas que quien conoce de la comisión de un delito y no  lo denuncia se hace cómplice, por tanto, delincuente, es decir, que estamos, ciertamente, ante un gobierno forajido, delincuente.

Pero, como ocurre con todo delito, hay autores intelectuales y materiales, sujetos activos; y, hay víctimas, sujetos pasivos. Los autores intelectuales son bien  conocidos. El ex ministro de Planificación y Finanzas habló, recientemente,  de una lista larga y, tiene que ser así, porque para evaporar más de veinte mil millones de dólares se requiere de mucha gente robando. Estos señores son los únicos venezolanos que disfrutan de libertad plena, los demás mortales, es decir, las víctimas, nos encontramos con prohibición de salida del país y privados de libertad, toda vez que no podemos salir del país a visitar a nuestros hijos y los hijos no pueden venir a visitar a sus padres debido a que no hay forma de comprar pasajes aéreos, las líneas aéreas han suspendido la venta de boletos, restringidos los vuelos y se están marchando del país; por otra parte, el costo de los pasajes, cuando se consiguen, quintuplican su valor en bolívares y las divisas son inaccesibles para el común de la gente. De manera que el pobre pueblo es el que carga sobre sus hombros el peso de la corrupción y  del robo descarado de los dineros públicos.  Para cubrir con un manto protector la corrupción grande, depredadora, se atribuye la falta de divisas a lo que llaman “raspa-tarjetas”, venezolanos ingenuos que viajan a algunos destinos para quedarse con unos dólares que luego venden en el mercado negro, razón por la que se penalizó varios destinos; pero, se abrió la puerta  a otros lugares, Cuba, por ejemplo, cuya asignación para el que viaje a ese país es  del máximo permitido y, según algunas fuentes informativas, ya se instaló en la Isla la misma perversión. El gobierno guarda silencio  porque esa es otra manera de financiar el fracaso cubano y al padre protector.

Los venezolanos que debemos salir del país por razones de estricta necesidad y adquirir  cosas que  aquí no existen porque  han  desaparecido: medicinas, repuestos, equipos médicos, entre otros, no lo podemos hacer,   tenemos que sufrir los rigores de la prisión en  esta gran cárcel en la que el gobierno transformó el territorio nacional.

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