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COMISIÓN PRESIDENCIAL PARA LA RECUPERACIÓN DE LA UCV

 

                    COMISIÓN PRESIDENCIAL PARA LA RECUPERACIÓN DE LA UCV

                                                                                                      Absalón Méndez Cegarra

     El gobierno nacional ante el abandono al cual ha estado sometido el Campus Universitario, sede de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el evidente deterioro de sus instalaciones físicas y el derrumbamiento de uno de los techos que cubre el pasillo que circunda el espacio conocido como “tierra de nadie”, decidió, tardíamente, reparar algunas dependencias e instalaciones universitarias, con el propósito de honrar, en parte, una obligación del Estado ante el hecho de haber sido declarada la Ciudad Universitaria de Caracas, “síntesis de las artes”, Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo que acarrea, para el Estado venezolano, obligaciones de hacer referentes a su conservación y mantenimiento.

     La UCV ha sido descuidada en todos sus aspectos. El rango que todavía conserva entre las más importantes Universidades de América Latina y, por supuesto, del país, se debe en lo fundamental a la dedicación y esfuerzo de una parte, en vías de extinción, de sus depauperados miembros de su personal docente y de investigación ordinario y jubilado, un pequeño grupo de empleados administrativos y uno más reducido de su personal obrero.

    Sí, en estos momentos, al Consejo Universitario de la UCV se le ocurriese la brillante idea de convocar a actividades presenciales y el retorno a las aulas, se encontraría con la grata o ingrata sorpresa, que, tal convocatoria, sería aceptada o atendida a lo sumo por un tercio del personal que integra la nómina universitaria. Profesores, empleados y obreros se han marchado, inclusive, al exterior, sin licencia alguna, y se desempeñan en otras actividades a las que concurren diligentemente, sin excusa alguna. Lo que revela que la UCV ha perdido el control de todo y luce ingobernable.

    Este hecho interno, propiciado por las dos pandemias que tenemos: el covid-19 y el gobierno nacional, ha sido aprovechado al máximo para “recuperar” la UCV. En efecto, el gobierno, rápidamente, nombró una Comisión Presidencial para la recuperación de la UCV y, por su parte, las autoridades rectorales y decanales obedientes y sumisas al fin, hicieron entrega del Campus Universitario a la Guardia Nacional y a decenas de contratistas y trabajadores precarios para “recuperar” físicamente algunos espacios, todo ello sin concierto ni control y, hasta una protectora fue designada en esa tarea refaccionista con oficinas cedidas gentilmente por las autoridades internas.

     El Campus Universitario o, algunos espacios e instalaciones, lucen ciertamente mejor cara, se han remodelado oficinas, laboratorios, plazas, jardines, calles y se han iluminado algunas áreas. Tal gestión no requiere de agradecimiento, pues, es un deber, como hemos dicho del Estado y, la falta de mantenimiento de las instalaciones de la UCV, es fruto directo de la ausencia de recursos presupuestarios, eliminados o reducidos históricamente por el Estado venezolano.

    El embellecimiento de la UCV, como parte del programa gubernamental, “Caracas bella”, es una deuda que la UCV está pagando y seguirá pagando por cuotas, cuyos montos son excesivamente elevados en cuanto a pérdida de control y ejercicio de la autonomía universitaria, en particular, autonomía administrativa.

    Las autoridades universitarias han hecho entrega a la OPSU-CNU de todo lo referente a gestión administrativa y manejo de la nómina de personal. La UCV no es empleadora, en la actualidad, de nada ni de nadie, lo cual es violatorio de la Ley de Universidades y de la Convención Colectiva interna. Los universitarios, en nuestra condición de trabajadores, carecemos de un patrono visible. Lo cual es sumamente grave y señal indiscutible de ingobernalidad.

     El CU se ha convertido en una caricatura de máximo órgano de gobierno universitario y, cada día que pasa, se parece demasiado al gobierno nacional y lo reproduce con creces. Un ejemplo, es demostrativo de ello.

     En la sesión del CU de la semana pasada se adoptaron dos decisiones relacionadas con la materia electoral universitaria. Una, la convocatoria a unas elecciones de poca o nula significación para el gobierno universitario. Otra, esta, sí, importante, el irrespeto a la voluntad del Claustro Universitario, al cual se le requirió opinión sobre la ampliación del padrón electoral fundado en el artículo 34.3 de la Ley Orgánica de Educación (LOE). El CU aspiraba obtener resultados aprobatorios, para lavarse la cara y evadir responsabilidades transfiriéndolas a terceros; pero, las cosas salieron mal para el CU. Más del 70% de los resultados fueron opuestos al interés del CU. Ante esta inmensa y aplastante derrota, el CU volteó la cara y optó por ignorar, desconocer los resultados obtenidos, irrespetando, así, la voluntad de los consultados, algo similar a lo que ocurrió en el Estado Barinas, con la elección de su gobernador, llevada a cabo el 21N. El gobierno, cuando no gana empata o arrebata. Y, el CU sigue sus pasos.

     Por otra parte, tenemos, otro show del cual, también, la UCV forma parte. La conformación de dos comisiones para tratar el tema electoral y una nueva Ley de Educación Universitaria.

    El tema electoral será resuelto sabiamente por la ministra Tibisay Lucena, experta en cuestiones electorales. Y, la nueva Ley, está, ya, en aplicación, mediante la IV Convención Colectiva Única de los Trabajadores del Sector Universitario.

    El gobierno nacional, con estas dos últimas acciones, cierra el ciclo de anulación plena de la autonomía universitaria y el logro de la “recuperación” de la UCV. La comunidad universitaria, bien, gracias, seguimos de vacaciones prolongadas y mal remuneradas.

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