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CUMBRE BORRASCOSA



                                                                  
CUMBRE BORRASCOSA

                                                                                                                      Absalón Méndez Cegarra

Pedimos en préstamo, en singular, a Emily Bronté, el título de su novela “Cumbres Borrascosas”,  para referirnos a la VII Cumbre de las Américas, celebrada los días 10 y 11 de abril del corriente año,  en  República de Panamá.
Los eventos internacionales de este tipo reúnen a los Presidentes de los Estados y Jefes de Gobierno, en este caso, de la América Latina y el Caribe, para tratar un tema central, aunque, en la práctica, se constituyen en un foro que permite el encuentro de los gobernantes para conocerse personalmente, desarrollar agendas propias, distintas a la de la convocatoria, lo que modernamente es la  diplomacia directa.
La VII Cumbre generó en nuestras latitudes grandes expectativas, pues, la misma, estuvo precedida de dos hechos importantes: el restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, rotas hace más de medio siglo; y, la bufonada montada por Venezuela a propósito de las sanciones aplicadas por los Estados Unidos a un grupo de altos funcionarios civiles y militares del gobierno de Venezuela, acompañadas de la lectura equivocada de una frase del Presidente Norteamericano que dio fuerzas a un caído e insufló energías a un gobierno al borde del abismo, apelando al expediente del nacionalismo ramplón y el montaje, una vez más, de un teatro para público de galería, pretendiendo hacer ver que se trataba de un ataque norteamericano al pueblo de Venezuela, antesala de una invasión militar, con lo que se buscaba no sólo aliviar u olvidar la agudeza y cronicidad de una crisis estructural profunda, sino, la oportunidad de oro para arremeter, de nuevo, contra toda forma de disidencia, amedrentar a la población y establecer el terror y la separación entre los venezolanos.
La inteligencia gubernamental  venezolana no encontró otro argumento para responder al supuesto ataque norteamericano que iniciar la  recolección coactiva de firmas, para hacer frente a la agresión imaginaria, suerte de reproducción de la escena de “Don Quijote y su batalla contra los  Molinos de Viento”, llevada al cine, jocosamente, por el célebre actor mexicano Mario Moreno “Cantinflas”.
La recolección de firmas, sí, fue un acto de agresión del gobierno contra el pueblo venezolano, no contra el gobierno norteamericano; pues, a estas alturas nadie conoce la suerte que corrieron dichas firmas; pero, lo que sí se sabe es que para la recolección de las firmas se utilizaron varios procedimientos: el chantaje contra personas beneficiarias de ayudas o de promesas del gobierno nacional; la coacción y amenazas contra el funcionariado público; y, lo más grave, la utilización de los cuadernos de votación suministrados por el Consejo Nacional Electoral, para que funcionarios diestros en fraude copiasen nombres, apellidos, número de cédula y  falsificasen firmas, razón por la que el CNE, atribuyéndose funciones que no tiene, no tardase ni  un minuto en validar y certificar más de diez millones de firmas, lo que en  el pasado reciente,  para un número menor de firmas, significó el traslado de cientos de cajas a la sede del Poder Electoral y, éste, tardó, un tiempo prolongado, para la verificación.
La Cumbre fue un rotundo fracaso para el gobierno venezolano y un triunfo para los gobiernos de Cuba, Estados Unidos y Panamá. Los Estados Unidos  y Cuba lograron desarrollar la agenda particular que los llevó a la Cumbre. Panamá, se vistió de gala y mostró sus bellezas, encantos y atractivos turísticos. Venezuela, por el contrario, ofreció  su peor cara: un Presidente que no guarda compostura ni modales, acompañado de vagos y maleantes venezolano- cubanos, preparados para montar el complemento del  espectáculo: la acostumbrada agresión callejera, el insulto y la grosería. Puertas adentro  de la Cumbre, contrario a lo que se pensaba, comenzando por Cuba,  sacaron la silla al Presidente venezolano, simplemente, porque ya Venezuela no tiene dinero para repartir entre tanta gente, las salutaciones de apoyo fue netamente un cumplido, obligado por la más elemental cortesía entre las naciones.
El Presidente de Venezuela, a no ser por su estatura, pasó inadvertido y su discurso lleno de improperios, ni siquiera fue escuchado por su destinatario: el Presidente de los Estados Unidos,  quien, según reportan  los medios de comunicación, en un encuentro casual, por decencia, se dignó saludarlo. Las firmas no aparecieron por ninguna parte y el pedimento venezolano no surtió efecto alguno. Pero, hay un hecho que llama poderosamente la atención y, al parecer, es lo cumbre de la Cumbre: la “Declaración de Panamá”, suscrita, ahora, por treinta ex presidentes de Repúblicas Iberoamericanas,  hasta ayer, amigos de Venezuela, en la que se condenó todo lo que ocurre en el país, entre otras cosas, la prisión para los disidentes y se brindó apoyo y solidaridad al pueblo venezolano víctima de miles de  agresiones y atropellos. La Cumbre fue una cumbre de exjefes de Estado y de Gobierno que viajaron a Panamá a decir lo que los Jefes de Estado y de Gobierno, en ejercicio,  por cortesía y por cuidar sus intereses, no pueden decir públicamente. Todo parece indicar que los gobiernos de Latinoamérica  y el Caribe enviaron a sus ex mandatarios a decirle al mundo entero todo lo que ocurre en Venezuela y rechazar los procedimientos gubernamentales, propios de un gobierno totalitario, no de una democracia, aunque imperfecta.
De la comisión de errores, también, se aprende. El gobierno nacional le ha abierto un camino a la oposición venezolana. Mediante la recolección de firmas se puede pedir, por ejemplo, la renuncia del Presidente de la República o la revocatoria de los miles de Decretos que tienen al borde de la locura a los venezolanos, como es el caso de la famosa Providencia que impide que los venezolanos logremos salir  del  país como lo establece la Carta Magna, es decir, lo borrascoso de la Cumbre. Y, por otra parte, ha quedado revelada la injusticia en el encarcelamiento de líderes políticos y jóvenes estudiantes, pues, pedir la salida del Presidente y recoger firmas para una Constituyente, no constituyen  delitos, así lo ha demostrado el gobierno al solicitar firmas para pedir a un gobierno extranjero la derogatoria de una medida determinada. Lo que es igual, no es trampa, reza un refrán popular.

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