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Seguridad Social para los venezolanos


                   Seguridad Social para los venezolanos

 

 

Absalón Méndez Cegarra

 

 

Hace  algunos años, en tiempos de luna de miel gubernamental, el Dr. Ramón Martínez, para el momento,  gobernador del Estado Sucre, nos  requirió  una opinión sobre cómo debería ser  el sistema de seguridad social que amparase a los venezolanos. A continuación expresamos esa opinión.

La seguridad social constituye una de las grandes obras de la humanidad. Es la forma técnica y científica  de hacer efectivo el derecho que tiene toda persona a ser protegido ante una serie de contingencias de la vida diaria  y laboral. Admite diversidad de concepciones, modelos, sistemas y prácticas, según las características de cada pueblo, potencialidad y rasgos distintivos  de la formación económica y social. Dos grandes modelos marcan la pauta en el establecimiento de la seguridad social en los distintos  países del mundo. El modelo alemán o bismarkiano y el modelo inglés o beveriagno. El primero,  coloca el acento en los seguros sociales, en la protección de la fuerza de trabajo  y en el financiamiento  contributivo  directo. El segundo, propende a la universalidad en la cobertura y el financiamiento fiscal. Resulta difícil encontrar  en la práctica estos modelos en su forma pura; por lo general, tenemos modelos mixtos: seguristas y  asistenciales; contributivos directos y no contributivos directos;  básicos o principales y  accesorios o  complementarios; regímenes de administración pública y regímenes  de administración privada o mixta; regímenes colectivistas y solidarios y regímenes individualistas.

 

Venezuela, como país, ha transitado diversos caminos. A partir del momento que en la Carta Magna de la República se consagró para sus habitantes el derecho a la seguridad social (Constitución de 1947, artículo 52), lo que puede llamarse  sistema de seguridad social, no otra cosa que un archipiélago institucional sin  orden ni control, es una mezcla de formas protectivas  seguristas y asistenciales, en la que se observa ausencia de proporcionalidad entre la magnitud del gasto social aplicado y los resultados obtenidos, motivo por el que la sociedad y el Estado, como garante de la efectividad del derecho a la seguridad social, mantienen una enorme deuda social que se manifiesta en los millones de personas carentes de protección social, condenados a vivir  en la miseria y la pobreza.

 

Un sistema de seguridad social para Venezuela, garante de la protección social de sus habitantes, debe ser moderno, confiable, seguro, integral, oportuno, sustentable en el tiempo, contributivo, eficaz y eficiente,  solidario, profundamente humano, descentralizado, participativo y equilibrado financieramente. Debe cumplir cabalmente con los tres grandes objetivos de la seguridad social; a saber: recuperar el estado de salud de las personas cuando se pierde por cualquier causa;  recuperar los medios de vida cuando se pierden por causas tales como la muerte del jefe de familia, discapacidad, vejez, pérdida  involuntaria del empleo; y, lograr la reinserción laboral al mercado de trabajo. El logro de estos objetivos requiere de un piso económico, es decir, de un aparato productivo, de una economía sana, sólida,  sustentable, capaz de generar  los bienes y servicios que la población  necesita para satisfacer sus necesidades y de garantizar a la población económicamente  activa, trabajo decente,  protegido, bien remunerado, seguro y saludable.

 

El sistema de seguridad social debe estar bajo la tutela, supervisión y control del Estado; pero, no debe ser excluyente de formas protectivas en las que interviene el sector privado; por consiguiente, en su administración y gestión debe admitir la  presencia de formas públicas, privadas o mixtas; en el ámbito  prestacional y en la cuantía  de las prestaciones es necesario admitir  un esquema de prestaciones básicas y un esquema de prestaciones complementarias; en la cobertura poblacional debe propender a la universalidad,  generalidad y uniformidad sin desestimar la presencia de sectores de  población que ameritan regímenes especiales; en la  cobertura de las contingencias debe amparar el máximo  posible de estados de necesidad susceptible de amparo y propender al mejoramiento  de la calidad de vida y bienestar social de la población; en cuanto a su financiamiento, debe nutrirse de  diversidad de fuentes y aplicar los sistemas y regímenes financieros que se corresponden con la naturaleza de las contingencias amparadas y prometidas; y, por  último, en cuanto a la efectividad del derecho, es necesario  crear canales directos de participación y medios que faciliten  a las personas hacer exigible este derecho social y humano fundamental. Un buen sistema  de seguridad social es el aspecto más importante, más visible, más significativo, en una revolución social  que tenga como centro el bienestar de la población.

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