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VENEZUELA: BACHILLERES SIN FUTURO

                                                                                                   Absalón Méndez Cegarra

El sistema educativo nacional se desploma totalmente. En el pasado reciente se observaban, sin duda alguna, fallas y deficiencias; pero, nunca, similares o parecidas a las que se  presenta en el momento actual. 



Los estudios a nivel medio, en épocas lejanas, eran considerados de gran calidad académica. Más formativos y menos informativos. Hoy, son a la inversa, más informativos y menos formativos.  Un bachiller de antes, era un gran señor, quizá, el equivalente a un licenciado o doctor de nuestros días. Sin ser un nivel educativo terminal, capacitaba para la vida y para el desempeño laboral: la docencia, el secretariado, el comercio, teneduría de libros y el desempeño de cargos públicos, entre otras actividades. Tenemos ejemplos notables. Uno de ellos, Don Rómulo Gallegos, novelista y  maestro de maestros. El bachiller de antes, el “bachiller mujiquita” de Doña Bárbara, dominaba, con propiedad, la lectura, escritura,  operaciones matemáticas fundamentales, geografía, castellano, historia universal y nacional, literatura y ciencias básicas y naturales.  Hasta conocimiento de idiomas antiguos como el griego y el latín. Nada de eso existe en los estudios de nivel medio de nuestros días. Los bachilleres de hoy egresan con muchas y notables deficiencias, en especial, los que egresan de los colegios o liceos públicos, en los que el alumno tiene que aprobar la asignatura tenga o no conocimiento de ella, puede repetirla o ser examinado las veces que sea, hasta que, por cansancio, el profesor coloca un diez por calificación para que el alumno prosiga.  Asignaturas fundamentales como Matemáticas, Física, Química y  Biología, no se  dictan o se dictan irregularmente, son sustituidas por un proceso de adoctrinamiento sobre cosas que a los alumnos no les sirven para nada. Ni le dicen nada en un mundo globalizado, bombardeado de información que llega al estudiante por distintas vías.

 La tecnología de la información y comunicación (TIC), procesa información a velocidad increíble. El conocimiento llega en píldoras y está a disposición en cualquier teléfono inteligente.  Ya no es necesario saber leer y escribir y conocer de matemáticas elementales. Con  marcar un botón o una tecla es suficiente para estar informado.  Vivimos, ya, en un mundo digital en permanente cambio.

La generación milenio,  o,  siglo XXI, ha creado su propio idioma para comunicarse, sus propios símbolos, abreviaturas y figuras, y, con el copia y pega, se engañan y engañan a profesores y maestros.  El plagio y el fraude intelectual han pasado a ser el pan   nuestro de todos los días. En el fraude intelectual han incurrido e incurren, entre otros, jefes de Estado y figuras prominentes del mundo actual, por qué no hacerlo, se preguntarán, con razón, los jóvenes estudiantes de la actualidad.

Los estudios de nivel medio en Venezuela no son terminales ni capacitan para nada. En el mejor de los casos, el título de bachiller es un requisito o, el requisito, para proseguir o ingresar a la educación universitaria, la cual sigue arrastrando las fallas de los niveles educativos anteriores, razón por la cual se necesita el cuarto y quinto nivel de estudios, el postgrado, o, la educación avanzada y permanente, para seguir llenando vacíos.

En estos días de julio, vemos caravanas de vehículos,  con jóvenes en su interior, anunciando alegre y festivamente que se han graduado de bachiller. Enorme tragedia nacional. Venezuela no les ofrece a estos jóvenes ningún porvenir, ningún futuro, ni siquiera la opción de ingreso a la educación universitaria. Las puertas están cerradas. No hay mercado laboral para los jóvenes y para nadie. Y, no hay cupo en las Universidades públicas del país y las privadas resultan ya costosas, no accesibles al común de los mortales. ¿Qué les queda a estos jóvenes bachilleres? Triste decirlo. La vagancia, la drogadicción, el embarazo adolescente, la mendicidad, la dependencia  y  la migración. Irse del país a pasar trabajo en tierra extraña.

La educación en Venezuela debe repensarse totalmente.  Hay que educar para la vida y el trabajo creador. La Universidad, en todos los países del mundo, es selectiva, elitista, si se quiere. No  todos debemos ser licenciados y doctores, aunque no sepamos hacer nada. Los objetivos de la educación se piensan en términos de competencias, es decir, capacidades, habilidades, destrezas, etc. para el desempeño de una ocupación, para la realización como seres humanos con derecho a vivir dignamente.

El tema del cupo universitario es necesario analizarlo seriamente. Antes, las Universidades seleccionaban a sus estudiantes. Ahora, no. La OPSU asigna a quien quiere, sobre la base de criterios caprichosos. Algunas Universidades mantienen pruebas de admisión, cuya inscripción abre y cierra según la voluntad de alguien o que haya electricidad, telefonía e internet. La digitalización no permite ver caras, reclamar y obtener respuestas. No todo puede ser en línea. En un país donde no hay línea. 

La matrícula universitaria ha bajado considerablemente; pero, las Universidades, a pesar de ver disminuir la matrícula, se cierran a admitir alumnos nuevos, de manera que vamos a desaparecer por consunción, como se acaba una vela. Menester es abrir las puertas de la Universidad a los estudiantes. Sí, no hay estudiantes no hay profesores. Tampoco habrá presupuesto para el funcionamiento de la Universidad. La demanda de los estudiantes es lo que atrae profesores.  Las Universidades deben volver prontamente a la presencialidad. Y, los bachilleres, a quienes no se les niega su presente-futuro deben reeditar acciones como la del “Comité de bachilleres sin cupo” y exigir a la Universidad que les permita su entrada. A las Universidades está llegando o se ha instalado ya, el mal nacional de la corrupción. Se habla con frecuencia de la venta de cupos. Todo obedece a esa política nefasta de asignar anualmente alumnos a las Universidades sin transparencia alguna y sin que existan posibilidades de lograrla, pues, todo es a ciegas, por internet.

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