UNA MAMARRACHADA “ARTÍSTICA” DEGRADA AL CACIQUE GUAICAIPURO
La autopista que une a Caracas de punta a punta, de este a oeste, seguirá siendo para quienes habitan en Caracas, la autopista Francisco Fajardo, así, como para los guaireños, la denominación de su Estado, será Vargas, en reconocimiento a un sabio nacido en esa tierra, símbolo indiscutible de la civilidad venezolana.
Maduro ha querido y lo ha concretado con creces sustituir en la historia patria a Francisco Fajardo por el Cacique Guaicaipuro.
Nadie duda del valor de los pueblos autóctonos que poblaron el territorio de la hoy república de Venezuela y de la resistencia opuesta al conquistador español; pero, eso no niega, un hecho histórico, el encuentro de dos culturas, hecho que requiere ser entendido y explicado, no demonizado.
Francisco Fajardo, tanto ayer como hoy, es un venezolano, como lo es Simón Bolívar. Ambos tienen origen español por sus ascendientes directos; pero, los dos, guardando las distancias, fueron y son, venezolanos por nacimiento. Y, ningún venezolano, puede ser repudiado y negado por el gobierno nacional, porque sí se condena a Fajardo por crímenes cometidos, igual, hay que condenar a los héroes patrios, por la misma causa, e, incluso, a los libertadores de pacotilla de hoy, quienes violan, también, los derechos humanos, privan de libertad, torturan y asesinan a quienes consideran sus enemigos, pues, aunque se diga lo contrario, la historia se repite, solo que en otras circunstancias y con actores diferentes.
La autopista Francisco Fajardo ha sido rebautizada con el nombre de Gran Cacique Guaicaipuro y pintarrajeada con rostros aborígenes y sus manifestaciones culturales. En su honor se ha construido una especie de mausoleo, artísticamente, a nuestro juico, de mal gusto, el cual debe haber costado una fortuna. En palabras crudas se trata de una mamarrachada de homenaje a Guaicaipuro que lejos de enaltecerlo lo degrada. Esta será una obra colocada en la autopista, la cual, junto con la esfera solar del eminente pintor Jesús Soto y el Paseo de Los Próceres, actualmente, de la Nacionalidad, serán la vaca lechera de la corrupción en el uso de los recursos públicos. Gigantesco negocio para enriquecer a algunos enchufados, trocados de artistas.
Sí, el gobierno nacional, en su legítimo derecho, quiere rendir culto a nuestro pasado indígena, lo cual es loable, lo mejor que podría hacer es preservar, cuidar y proteger, mejorar la calidad de vida, de los descendientes de los Guaicaipuro, es decir, de las tribus indígenas que pueblan el territorio nacional, sobreviviendo a una y mil vicisitudes. Los aborígenes de hoy son, también, venezolanos, personas dignas que merecen el mayor respeto y consideración; sin embargo, se les asesina, se les veja, atropella y humilla, se les expulsa de sus territorios donde hacen vida y construyen su cultura, se les contamina sus aguas y se les destruye el medio natural, su hábitat.
Mirar a Venezuela por el retrovisor, en retrospectiva, regresar al pasado aborigen, no es un proyecto de país hacia el futuro que anime a las generaciones actuales. ¿Qué puede decirle Guaicaipuro a los niños y jóvenes de hoy? Nada. Pues, nuestros aborígenes fueron guerreros, no arquitectos, ingenieros, agricultores, pastores, et., es decir, trabajadores, como el pueblo Inca, Maya o Azteca. Al presidente de la República, estudiar un poco a nuestros historiadores no le vendría mal.
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