LAPSOS DE ESPERA EN LA LUCHA SOCIAL
Absalón Méndez Cegarra
Absalón Méndez Cegarra
Venezuela vive momentos de gran expectativa. Desde hace
20 años en el país se ha instaurado un régimen político bajo la auto
denominación de “revolución bolivariana”, el cual, luego de ciertos
devaneos y engaños a la población y sectores que brindaron su apoyo
inicial, ha declarado su empeño en construir una sociedad socialista
bajo la égida, dirección y conducción de un gobierno extranjero, con lo
cual Venezuela retrocedió más de dos siglos, pues hemos dejado de ser
el país libre e independiente que nos legara El Libertador Simón
Bolívar, para pasar a ser una pieza más del ajedrez político del
gobierno castrista de La Habana, legado de Hugo Chávez Frías, el
destructor de Venezuela. Hoy tenemos un país en ruinas en el que nadie
quiere permanecer, salvo los parásitos que se han enquistado en el poder
y quienes le apoyan en la edificación de una sociedad del no trabajo,
una sociedad de mendigos y mantenidos, mientras que un pequeño grupo
roba a manos llenas.
La dinámica socio-política en Venezuela es
compleja. Algo difícil de comprender por mayor esfuerzo que se haga.
Dificultoso resulta entender los factores de gobierno, más, a los
factores que dicen ser de oposición, en donde es dable encontrar
facciones: oposición creada por el gobierno para montar mesa de
diálogo; la no creada por el gobierno pero con intereses que la
vinculan fuertemente; y, la oposición auténtica, verdadera, la que
entrega su vida en las calles de Venezuela; y, peor, aún, un tercer
sector que da un tiro al gobierno y otro a la oposición, para mantenerse
impoluto, como si se tratase de la salvación del país a cargo de manos
supuestamente limpias, con lo cual termina haciéndole el juego al
gobierno. Mientras tanto, la gran mayoría del país se mantiene
expectante, sin saber qué hacer, en espera de una luz al final del
túnel, de un faro que lo guíe y oriente el camino a seguir.
La
situación del país es mala en todas sus dimensiones. Difícil negarlo.
Solo puede hacerlo tres grupos poblacionales: la cúspide política del
país, cualquiera sea el bando de ubicación; los aprovechadores de la
situación de crisis generalizada que, alimentados por las facilidades de
la corrupción han hecho imposible la vida en el país, este grupo
comprende por igual altos, medianos y bajos funcionarios, es el grupo
que impide la obtención de pasaportes, prórrogas, certificación de
documentos, apostillas y un largo etcétera; y, los beneficiarios de
migajas, la clientela electoral que se compra y se vende con mendrugos
y, en alguna medida, los recipiendarios de remesas provenientes del
exterior. Estos grupos son los que dan una apariencia de normalidad en
el país. En menos de dos meses en la Urbanización Santo Mónica han
aparecido 4 bodegones, repletos de productos importados, exhibidos al
público con precios marcados en dólares. Otro país. Ahora, hay comida;
pero, no hay dinero para adquirirla. Caracas es privilegiada. El
interior es otra cosa. Desastre total.
El sector opositor al
gobierno usurpador, motivador de tantas esperanzas de redención y de
finalización de la ya larga pesadilla que nos ha correspondido vivir, le
haría un gran favor a los millones de venezolanos que se mantienen en
el país, a los que se han marchado y son rechazados por sentimientos
inhumanos y de ausencia de solidaridad entre los pueblos, sí se
abstuviera de ponerlo plazos o lapsos a la lucha social, con lo cual han
perdido credibilidad, lo que se observa fácilmente en la actitud de la
población que raya en la resignación, el desencanto y la inmovilidad.
El
año 2019 comenzó con un enorme y grandioso despertar del pueblo en su
casi totalidad. Ese despertar se ha venido disipando progresivamente
gracias a las mentiras y engaños, a las falsas promesas, al
establecimiento de metas para lograr determinados objetivos, a la falta
de coherencia entre el pensar y el actuar. Para decirlo en lenguaje
coloquial: “matamos el tigre y le tuvimos miedo al cuero”. Se perdió la
gran oportunidad del apoyo y la solidaridad de muchos países del mundo,
valioso capital social lanzado por la borda. Nos emborrachamos con la
salida fácil. Se comenzó a montar una burocracia paralela que ha
resultado costosa e inútil. Tal pareciera que existe entre gobierno y
oposición complicidad para seguir engañando al pueblo mientras tanto
sigue el boato de unos y otros disfrutando cada uno la cuota de poder
que le correspondió en el reparto del botín. La lucha social debe ser
continua, no tiene lapsos de espera. ¿Qué sentido tiene llamar al pueblo
a la calle el día 16N?
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