LECTURA INCORRECTA
Absalón Méndez Cegarra
Ha culminado, felizmente, el
proceso electoral para renovar las autoridades del Poder Público Municipal. Tal
hecho permite respirar un aire de tranquilidad y, posiblemente, logremos pasar
unas navidades 2013 en paz y tranquilidad, siempre y cuando la escasez de
alimentos y otros bienes no se encargue de perturbarlas.
El liderazgo político nacional,
con las excepciones de rigor, comenzando por las dos cabezas visibles del
gobierno nacional, el Presidente de la República y el Presidente de la Asamblea
Nacional, han hecho, hasta ahora, una lectura incorrecta, inadecuada y
desproporcionada de los resultados
electorales del 8 de diciembre.
El señor Presidente de la
República, cartilla en mano, el mismo día de las elecciones, sin meditar un
instante y hacer un esfuerzo de análisis objetivo y ponderado sobre el proceso
eleccionario y sus resultados, celebró
el triunfo electoral, que, según,
él, le relegitimó en el Poder, mofándose
del carácter plebiscitario anunciado por la oposición; cosa rara, por cuanto se trataba de una
elección de Alcaldes y Concejales Municipales. Previamente, en una especie de
show de mal gusto, el Presidente de la Asamblea Nacional, acompañado de altos
funcionarios gubernamentales, con el cinismo que le caracteriza y, sin que el
CNE hubiese dado el primer boletín oficial; por consiguiente, violando expresas
disposiciones de la Ley Electoral, hizo anuncios impropios, ofendió y maltrató
a los contendores y, por supuesto, no podía faltar, descalificó al adversario y
al imperialismo norteamericano, responsable de cuanto problema existe entre
nosotros. ¡Vaya contradicción!, pues, al
mismo tiempo, al igual que el señor Presidente de la República, hizo un llamado a la paz, la concordia y el
diálogo; es decir, por una lado se agrede, se ofende y difama; y, por otro
lado, se saca la palma de olivo, el mensaje de hermandad. Disociación total.
Los resultados electorales del 8D
es menester leerlos con extremo detenimiento. Sin prejuicio alguno. Gobierno y
oposición deben sentarse a analizar lo sucedido. Los números, como bien lo señaló Henrique
Capriles R, en gesto que le enaltece, dicen una cosa totalmente distinta al
triunfalismo de uno u otro sector. En estas elecciones no ganó nadie. Tenemos
un país partido en dos mitades sin posibilidades en el corto o mediano plazo de
encontrarse, salvo que ocurra un milagro, que bien puede partir de una lectura
correcta de estas elecciones municipales.
La cifra de participación fue
alta, sin duda alguna; pero, el 40% de votantes que no acudió a cumplir con el
derecho al voto hay que buscarlo en dos lugares. Uno, en el extranjero, en
países que sirven de refugio a miles de venezolanos que han migrado porque
Venezuela les ha negado toda posibilidad de vivir en paz. Otro, en la comodidad
de sus casas, preñados de frustración porque no creen que el camino electoral
sea el correcto para salir de una
situación en extremo preocupante.
Los votantes se distribuyeron,
casi, matemáticamente: 50-50. Ningún sector puede decir que resultó triunfante.
Simplemente no hay una mayoría visible. Y, si se trata de inclinar la balanza, ésta se inclina, ligeramente, hacia el lado contrario al oficialismo; pues,
al sumar los votos a favor del oficialismo (49,24%) versus el no oficialismo
(50,75%), el resultado es favorable a este último. Nos referimos al total de
votos de la MUD y de los sectores externos a la MUD. Que el gobierno y el PSUV
canten victoria porque lograron superar en votos a la MUD, individualmente considerada, en 10%,
es una ridiculez. Se trata de una victoria pírrica para utilizar el término de
uso frecuente del Presidente fallecido, cuando calificaba, así, las victorias
de la oposición. Este porcentaje no guarda proporción alguna con el abuso de
poder y el ventajismo electoral puesto
de manifiesto por el gobierno nacional.
Un número mayor de alcaldías.
Ciertamente, el PSUV logró la mayoría de las 337 Alcaldías existentes en
el país; pero, curiosamente, se le
olvidó al oficialismo señalar las Alcaldías en las que la MUD y otras
organizaciones políticas, obtuvieron triunfos significativos y contundentes.
Sumada la votación de los 4 Municipios de la Gran Caracas, la Alcaldía Metropolitana, Valencia,
Barquisimeto, Maracaibo, Barinas,
Mérida, San Cristóbal, La Asunción y
Maturín, da una cifra muy superior a la
lograda por el oficialismo en las 249
Alcaldías conquistadas. Un hecho de esta
naturaleza no invita a celebrar nada. Es revelador de una situación importante:
el PSUV carece de un liderazgo propio y calificado. La mirada escrutadora del
gran elector fallecido poco a poco se va
perdiendo, extinguiendo.
Un último aspecto. La campaña
electoral obligó a todos los candidatos
a pronunciarse a favor del Poder Municipal, es decir, del poder local, de la
descentralización. Inclusive, el candidato oficialista a la Alcaldía Metropolitana
propuso reivindicar el papel de esta Alcaldía; pues, bien, corresponde a los
ganadores hacer buenas las promesas electorales. A la Alcaldía Metropolitana,
el gobierno nacional debe restituirle todas sus atribuciones y recursos, desmontar
el aparataje paralelo; pero, ya vimos que el gobierno no cree en la voluntad
popular, gana o arrebata. En el Municipio Sucre del Estado Miranda, el
gobierno nacional debe entregar el
situado constitucional oportuna e integralmente, para que no haya más basura, más inseguridad,
la Redoma de Petare se convierta en un paraíso terrenal, se acaben los huecos
en las calles, lo buhoneros desaparezcan y el tráfico sea un mar de
tranquilidad, tales fueron las promesas del candidato oficialista a esta
Alcaldía. Igual, en Baruta y El Hatillo. En lo que respecta al Municipio
Chacao, la situación es particularmente interesante. La candidata oficialista
prometió la solución para Chacao. El nuevo Alcalde debe pedir esta solución y
aplicarla. Así, sucesivamente, todos los alcaldes, opositores y oficialistas,
tienen el reto de hacer valer el Poder Municipal, la proximidad con la gente, y
desterrar Consejos Comunales y Comunas, por ser figuras contrarias a la
organización municipal. Reivindicar su importancia y exigir la administración
autónoma de sus recursos. Por su parte,
el oficialismo, debe procurar mentir menos,
hacer menos demagogia y aprender a no engañar con números, con estadísticas. Sí, se piensa
en derrotados, hay que buscarlos por el
lado del PSUV.
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