VAMOS A LUCHAR
Absalón Méndez Cegarra
El pasado domingo, 10 de marzo,
en horas de la noche, Henrique Capriles R (HCR), convocó a una rueda de prensa
para informar al país que había aceptado la propuesta hecha por la MUD,
relacionada con la postulación de su nombre, como candidato presidencial, en el
proceso de elecciones presidenciales convocada
por el CNE, a celebrarse el venidero 14 de abril.
Los venezolanos tuvimos ocasión
de ver y oír a un HCR con mirada escrutadora, despierta y retadora, con hablar pausado, serio, firme, midiendo cada
una de las palabras pronunciadas, seguro de sí mismo y de lo que dijo,
como poseedor de una información no
divulgada, dispuesto a develar el fraude y el cúmulo de mentiras con las que
se ha engañado o pretendido engañar a los
venezolanos y al mundo entero.
HCR, en escasos minutos, fue colocando
cada una de las piezas de un juego macabro en su lugar. Al Vice-Presidente de
la República, encargado transitoriamente de la Presidencia, ante la falta
absoluta del Presidente Electo, fallecido lamentablemente y en condiciones
difíciles en extremo, lo retó a no cometer más desafueros. Un duelo que
conmocionó el país y causó un gran luto
nacional, tanto por parte de adeptos
fieles y de los sectores opositores al oficialismo, a plena luz del día y sin
que pueda negarse, desde un primer
momento, se aprovechó con fines electorales. Familiares y amigos del señor
Presidente fallecido, no han debido permitir que las exequias se prolongaran
más de lo estrictamente necesario, en atención a su jerarquía de Jefe
de Estado y Comandante Supremo de la Fuerza Armada Nacional. No hacerlo, ha
dado lugar y se ha prestado a uno y mil
comentarios, algunos, francamente, irrespetuosos a la memoria del líder, lo que
resulta, a no dudar, contrario a los intereses nobles del dolor popular, lo que se pondrá de
manifiesto cuando se supere el duelo, el
pueblo conozca toda la verdad y el legado presidencial se analice
objetivamente, a la luz de todos los acontecimientos habidos y del ejercicio de
un largo período gubernamental, durante el cual fue posible la comisión de errores y el logro de muchos aciertos. Es condenable,
desde todo punto de vista, sacar provecho del dolor humano. La condición de
líder y la recia personalidad del Presidente fallecido, no han debido ni deben ser utilizadas por
ninguno de sus herederos políticos como
estandarte para lograr determinados propósitos. El mejor homenaje que el
pueblo puede rendirle al Presidente es dejarlo descansar en paz y que la
historia se encargue de enjuiciar su obra. HCR, en su intervención pública, no
ofendió la memoria del Presidente y, menos aún, irrespetó a su distinguida
familia. El destinatario de sus palabras
fue identificado por su propio nombre. Fue a él y a nadie más que a él, al que retó a comportarse a la altura de las
circunstancias. A no cometer más actos que violenten la Constitución y la Ley,
a no mentirle al país nacional y a
participar en la contienda sólo, sin apoyadura en la figura presidencial que ya
no existe y, por supuesto, a frenar el abuso de poder y el uso de recursos
públicos que pertenecen a toda la nación para apuntalar su candidatura
presidencial. A la cabeza del Tribunal Supremo de Justicia, le enmendó la plana
en su actuar jurídico, advirtiendo el daño que se causa a la institucionalidad
del país y al Estado de Derecho, con
sentencias acomodaticias, confeccionadas como traje a la medida. A la
Presidenta de CNE, cuestionó, igualmente, su actuar interesado y parcial, a
sabiendas que se trata del árbitro electoral, quien, por mandato de la
Constitución y la Ley, debe ser imparcial. Finalmente, condenó y repudió, la grosera actuación pública del Ministro de
la Defensa, quien, al parecer, no ha tenido tiempo de leer y asimilar el contenido normativo del
artículo 328 de la Constitución. En un país serio, este señor estaría
destituido del cargo que ostenta y dado
de baja de la institución militar por conducta indecorosa, irrespeto al honor militar y a las honras fúnebres presidenciales, por
cuanto el momento no era, por mucho, el indicado para mostrar parcialidad
política y hacer campaña electoral.
HRC, el día mencionado, desmontó
un tinglado perfectamente arreglado. Ese día, volvió a despertar el sentimiento
nacional que avivó en la campaña
electoral pasada y abrió, nuevamente, las puertas a la esperanza de tener un
país mejor, en que todos tengamos cabida, sin odios y resentimientos. Nadie
celebra la pérdida de un ser humano, menos aún, si ese ser humano ocupó la más
alta magistratura nacional y se sembró en el corazón del pueblo, con sus
virtudes y sus defectos, que, naturalmente, los tuvo en vida, como todo ser
humano. Lo que la población o buena
parte de la población, para no pecar de exagerados, cuestiona, es el
aprovechamiento de la figura presidencial fallecida con fines electorales y la
prolongación de un duelo que sólo interesa a quienes aspiran conquistar triunfos con glorias pasadas y
ajenas.
El señor Vice-Presidente, hoy,
candidato presidencial, en nuestra
modesta opinión, ha perdido una oportunidad de oro. La de corregir errores.
Llamar el país a la reconciliación, a la concordia y al encuentro de todos, a
favor de una causa común: construir un gran país. Prefirió otro camino, el de
la profundización del odio y el resentimiento social, inexplicable en un hombre
que, aun siendo en su juventud,
militante de un partido opositor a los gobiernos cuarto republicanos, éstos, como debe ser, le
dieron empleo en una de las mejores empresas públicas del momento,
consintieron, según sus compañeros de trabajo, una conducta laboral no muy ejemplar y, respetaron, como no ocurre ahora, el fuero
sindical. En consecuencia, no existe motivo alguno, para que el candidato presidencial oficial, anide en
su corazón odio y resentimiento social.
HRC ha convocado e invitado a los
venezolanos a luchar. Vamos todos a luchar junto a él por la creación de
condiciones que hagan posible la construcción de un mejor país y de una
sociedad que nos permita vivir en paz y
tranquilidad, con bienestar para todos los que habitamos esta
“Tierra de Gracia”.
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