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LA UCV EN UN LABERINTO

                                                    LA UCV EN UN LABERINTO

                                                                                                        Absalón Méndez Cegarra

   La Universidad Central de Venezuela (UCV), cumplió, el pasado 22 de diciembre, su primer tricentenario de fundada. Los actos conmemorativos pasaron con más pena que gloria. Nada que celebrar y mucho que lamentar. La UCV está atrapada en su laberinto, asediada por dentro y por fuera. Sumida en grandes contradicciones. Expuesta a múltiples amenazas y peligros.

     Varios hechos de reciente data dan cuenta de la grave situación en la que se encuentra la institución universitaria. Veamos, solo, uno de ellos.

     El primero y más importante, es la toma de control por parte del gobierno nacional, lo que la ha colocado contra la pared, limitándola en todos sus aspectos. El gobierno, de manera silente, pero, sistemática y progresivamente, viene controlando desde hace cierto tiempo la vida universitaria, utilizando para ello diversas modalidades de intervención: centralización del pago de prestaciones sociales, desconocimiento de la convención colectiva interna, despojo de las facultades para el manejo presupuestario y administrativo, obstaculización de los procesos eleccionarios de autoridades y, asunción de la nómina de pago de todo el personal. Las condiciones para el paso siguiente, es decir, el control absoluto o, el cierre de la Universidad, las hemos creado internamente, con dos decisiones incomprensibles.

     Una, la consulta aprobada por el Consejo Universitario (CU), llevada a cabo los días 7 y 8 de diciembre, con un resultado negativo, aplastante, para las intenciones del máximo organismo de dirección universitaria.

     El CU, quiso congraciarse con el gobierno, efectuando una consulta absurda, mediante la cual preguntaba al Claustro Universitario sí quería o no que se aplicase el artículo 34.3 de la Ley Orgánica de Educación (LOE). De haber sido favorable la respuesta, es decir, positiva, el CU, descargaba sus culpas en el Claustro y, el nuevo Reglamento Electoral, ya, elaborado, saldría a la luz pública para regular un proceso electoral conducente a la elección de autoridades universitarias, demorado por más de una década. De esta manera las elecciones tendrían lugar, como las quiere el gobierno y el CU, pero, la voluntad para ese querer emanaba del Claustro, es decir de los profesores, estudiantes y egresados. No, de las autoridades rectorales. Pero, más del 70% de los que sufragaron en la consulta, opinó negativamente, contrario a la aplicación de la LOE, lo que le ha planteado un problema al CU de la mayor gravedad. Convocar a elecciones bajo los preceptos de la Ley de Universidades y el Reglamento Electoral vigentes o, ignorar los resultados de la consulta e irrespetar la voluntad del Claustro; y, consecuencialmente, prolongar la celebración de las elecciones de autoridades universitarias, decanos y representantes profesorales, hasta que un poder exterior la determine.

     Otra decisión difícil de entender, políticamente hablando, es la de la Comisión Electoral de la UCV, adoptada posterior a la consulta antes referida. La Comisión Electoral elaboró un cronograma de eventos electorales, el cual sometió a aprobación del CU. En dicho cronograma se fija para el mes de abril del año 2022, las elecciones de Representantes Profesorales y Consejo de Apelaciones y, para el mes de junio, las elecciones de Autoridades Universitarias y Decanos. En la convocatoria no se advierte cuál será la norma jurídica que regule este proceso electoral, tal parece, que debe decidirlo el CU, aun cuando la Comisión Electoral es un órgano autónomo, independiente, si bien es cierto que los miembros que la integran son designados por el CU, pero, no sumisos ni obedientes a este organismo. Ante la convocatoria hecha por la Comisión Electoral, preguntamos: ¿Cuál será el camino a seguir por parte del CU? ¿Aprobará o no dicho cronograma electoral y bajo cuáles normas jurídicas? Tremendo dilema para el CU.

     Este, a nuestra manera de ver, es el escenario electoral interno, sin considerar en el asunto, por lo pronto, el tema de las candidaturas y la reacción de los sectores extra Claustro incluidos o excluidos, aspecto de no poca monta.

     El escenario externo se asemeja a un caimán en boca de caño, a la espera de la presa anhelada desde hace tanto tiempo.

    El gobierno ha esperado con paciencia y serenidad, no tiene prisa, que sea, la llamada, ahora, legalmente, comunidad universitaria, la que resuelva el tema electoral, por supuesto, apegada a los dictados de la LOE, no de otra forma, con lo cual guarda, como es costumbre, la apariencia de respeto a la autonomía universitaria. En caso que la convocatoria a un proceso electoral viole la LOE, aparecerá el zarpazo final. Las autoridades actuales serán defenestradas, se convertirán en víctimas, aunque, a decir verdad, esta salida parece ardientemente buscada. Es la mejor carta a jugar. Necesario salir por la puerta grande. Una destitución es mejor que una claudicación. Por lo que se avizora tendremos un 2022 bastante incierto en la UCV. 

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