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INSEGURIDAD EN CAMPUS UNIVERSITARIO



                                                      INSEGURIDAD EN CAMPUS UNIVERSITARIO

                                                                                                                          Absalón Méndez Cegarra

Resultado de imagen para INSEGURIDAD EN CAMPUS UNIVERSITARIOLa Universidad Central de Venezuela (UCV), ocupa una extensa zona del territorio del Distrito Capital,  conocido como “campus universitario”. La UCV, fue concebida por el genio del profesor Carlos Raúl Villanueva, como una  ciudad universitaria, para garantizar a la población que la ocupa, el máximo de comodidades posibles, razón por la que en  un momento determinado,  recién construida e inaugurada  a comienzos de la década de los años 50 del siglo pasado, estudiantes, profesores y empleados podían pasar su vida en el recinto sin tener que salir del mismo. En su interior,  había residencias estudiantiles, comedor, restaurantes, barbería, lavandería, peluquería, bibliotecas, cines, instalaciones deportivas, un importante centro de salud, aulas de clases y espaciosos y bien cuidados jardines para el  estudio y esparcimiento al aire libre. En síntesis, una verdadera ciudad, digamos, autosuficiente, y,   además,  rodeada de un importante Jardín Botánico, suerte de pulmón vegetal y de numerosas obras de arte que han permitido calificarla como “síntesis de las artes”, motivo, entre otros, por el que la UNESCO la ha declarado “patrimonio cultural de la humanidad”. Las  autoridades universitarias y la comunidad universitaria en general, durante las primeras décadas de funcionamiento,  tuvo especial cuidado en su conservación y mantenimiento, política que fue dejada de lado progresivamente,  debido,  entre otras razones, a l crecimiento exponencial de estudiantes, profesores, empleados, obreros,  tránsito libre  de vehículos y personas que acudimos  diariamente a visitar el lugar por diversas razones; pero, también, de manera importante,  a la indiferencia y maltrato de quienes la ocupamos,  tendencia a la ranchificación,  ausencia de recursos para garantizar arreglos oportunos y el deterioro que causa el uso y el transcurrir del tiempo en sus edificaciones,   cambio de uso de algunos espacios, tala de árboles sin la reposición debida y necesaria,  sitio aliviadero para la realización de actividades ilícitas, ausencia de vigilancia,  en fin, un conjunto de problemas comunes al estado en el que se encuentra la ciudad mayor que le sirve de asiento.
La Ciudad Universitaria, en los últimos años,  ha dejado de ser el erial, el paraíso terrenal,   que fue en  sus primeros tiempos, orgullo de propios y extraños. Hoy, es zona roja, zona de peligro. La delincuencia desatada, el hampa y su actuación impune, amenazan la convivencia universitaria. La UCV, en su totalidad, se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en la tierra de nadie. En su seno ocurre todo tipo de fechorías: invasiones a sus propiedades, crímenes, asesinatos, violaciones, hurtos, atracos, robos a mano armada, tráfico y consumo de estupefacientes, dormitorio de vagos y maleantes y muchos más, casi, que,  podríamos decir, bajo la mirada indiferente, por impotencia y temor, y,  en algunos casos, complaciente, de quienes estamos obligados, inclusive,  por la Ley, a  protegerla y resguardar sus instalaciones y servicios.

Durante el período vacacional; pero, también, cualquier día, noche o fin de semana, dependencias universitarias, con sus instalaciones y equipos son desmanteladas de manera sumamente curiosa, pues, nadie,  se entera de nada, ni hay explicaciones, mucho menos, averiguaciones  o investigaciones, ni siquiera denuncia, de tales hechos. Es curioso, por ejemplo, que en horas de la mañana, llega a una dependencia determinada, un pedido, por ejemplo, de equipos de computación o materiales de laboratorio, y, en la tarde, desaparecen, sin que se haya violado puertas, ventanas,  nada por el estilo,  y, por supuesto, sin responsables. Recientemente, en la dependencia de nuestra  adscripción, fueron sustraídos varios  equipos de aire acondicionado, recién instalados. Estos equipos, de gran tamaño y peso, requieren de personal técnico para su desmantelamiento, fuerza humana para su traslado, vehículos grandes para ser transportados y vía libre de circulación. En consecuencia, ¿cómo puede ser posible, que tal hecho ocurra, existiendo un personal de vigilancia y custodia, apostado, al menos, en las cuatro puertas de entrada y salida de la ciudad universitaria?  Sin duda, ante este tipo de delitos, necesariamente, tiene que haber complicidad interna, o, una cierta permisividad. De igual manera, el robo de vehículos o su desmantelamiento de los estacionamientos custodiados de la Universidad es de frecuencia inusitada. Y, lo más grave, los daños a personas. En la UCV, es común, al igual que en otros lugares de la ciudad, la ocurrencia de muertes violentas y heridos por armas de fuego. Un joven estudiante universitario,  de 19 años de edad, se debate entre la vida y la muerte, con grandes posibilidades de quedar imposibilitado para  caminar, víctima de una bala asesina disparada en los predios de su lugar de estudio. ¿Qué hacer? No lo sabemos. Sin duda, hay impotencia,  falta de fuerza de voluntad, negligencia, falta de coraje, complicidad, indiferencia,  todo junto, para hacer frente a una situación de inseguridad que nos aterra y agobia. Se intentan, esporádicamente, recién ocurrido un suceso, algunas medidas; pero, no hay seguimiento ni permanencia de las mismas. Por ejemplo, el control de acceso a la ciudad universitaria debe ser activado, igual, la identificación de sus miembros, el tráfico de motos debe ser prohibido total y terminantemente en la ciudad universitaria. Es tiempo, ya, para que la UCV piense en crear una sala situacional, un centro de inteligencia,  que mantenga un monitoreo permanente de la ciudad universitaria, cámaras, equipos de grabación, en fin, un sistema moderno de vigilancia con  un personal de seguridad y custodia bien entrenado a cargo de personas con conocimiento y experiencia en materia de inteligencia y seguridad como ocurre, por ejemplo, en los bancos, sistemas de comunicación y respuesta inmediata. Algo hay que hacer. Ciudades, hasta ayer, de gran peligrosidad, hoy, son sitios tranquilos, vivibles, con calidad de vida. En la UCV, por la inseguridad y otros factores, corren peligro de desaparecer, por ejemplo, los estudios nocturnos, lo cual  significaría la pérdida de oportunidad  de cursar carreras universitarias para las personas que deben combinar el estudio con la actividad laboral. El tiempo se agota y debemos poner fin a la inseguridad en el campus universitario y en toda Venezuela.

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